Capítulo 24

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Samantha iba en cabeza, seguida por Priscila e Hirion. El camino era una escalera que bajaba en forma de espiral hasta la profunda oscuridad del túnel. Seguían teniendo que caminar en fila de uno pero el camino era, con diferencia, mucho más cómodo. Las paredes eran de roca oscura pero en vez de ser rugosas y frías, estaban pulidas y desprendían calor.

-¿Alguien más aquí se está asando? - Priscila se quitó el abrigo y se lo ató a la cintura - Hace nada hacía un frío polar y ahora parece que estamos de camino al infierno.

- Tengo que admitir que parece que se ha producido un cambio drástico de temperatura - Hirion también se quitó el abrigo, guardándolo en su mochila.

- Eso quiere decir que estamos cerca - Samantha estaba concentrada bajando los escalones con una mano en la pared. - A él siempre le han gustado los lugares muy cálidos, casi de verano.

- Acabamos de empezar, ¿cómo podríamos estar cerca? - Hirion asomó su farol por el vacío de la escalera pero no sirvió de mucho.

- No vamos a tener que recorrer toda la escalera. Dentro de poco hallaremos una puerta, ahí está el gran salón.

- ¿A dónde se dirige el resto de la escalera? No creo que se haya construido porque si. - Priscila se quedó mirando a Samantha, que avanzaba sin detenerse.

- No lo sé.

- ¿Cómo que no lo sabes? En todo tu tiempo aquí ¿nunca has bajado más allá del gran salón?

- No he tenido la necesidad. Todo lo que necesitaba estaba a mi alcance.

- Qué muermo de tía - Priscila soltó un suspiro en forma de queja - De haber sido tú habría bajado a ver qué había.

Samantha no dijo nada y siguió bajando a buen ritmo, casi haciendo que Priscila e Hirion tuviesen que acelerar el paso.

-Ya hemos llegado - Samantha alzó el farol alumbrando una gran puerta de madera cerrada. Tenía una decoración de enredaderas que se pasaban de la puerta a parte de las paredes que la rodeaban y volvían a esta. Con un ligero empujón, Samantha abrió una de las alas y entró al mismo paso con el que había bajado las escaleras.

-Así que, ¿Este es el gran salón? - Priscila entró observando toda la gran sala repleta de estanterías de varios pisos y siguiendo a Samantha hacia una gran chimenea y unos sillones.

El gran salón tenía tres pisos de estanterías con libros, mapas y manuscritos que parecían antiguos. Demasiado antiguos.

-¿Qué haremos aquí? No creo que ese lobo quiera tomar el té con una bruja a la que casi mata y un elfo que ha querido matarle desde que está en esta montaña. - Hirion se sentó en el salón más cercano a la chimenea cruzándose de brazos y piernas. Aunque en la escalera hiciese un calor insoportable, el gran salón tenía una temperatura moderada.

- Él nos indicará. Ya ha notado nuestra presencia, sólo hace falta tiempo

- Pues yo no tengo tiempo - Priscila se acercó a Samantha con rapidez - Por muchos libros que haya y todo ese rollo sólo estoy aquí para ayudar a este elfo con su dichosa misión. De no ser por eso, estaría con Shiz en algún lugar del mundo alejada de estas malditas tierras.

- Para el carro, brujita. Hicimos un trato, no me culpes de lo que nos ha pasado.

- Nos hiciste chantaje para salvar a Shiz. Ese trato nos ha llevado a una muerte segura.

Hirion se levantó para responder a Priscila pero un gran estruendo le detuvo. Todos giraron en dirección al ruido, viendo que una puerta se había abierto de par en par mostrando a un hombre alto, de pelo blanco brillante y vestido con un traje elegante.

-¿Qué hacéis vosotros aquí? - el hombre se fue acercando con furia en sus ojos hasta el grupo.

Tras varios golpes y débiles ataques mágicos contra la puerta, Shiz se desplomó en el suelo cansada

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Tras varios golpes y débiles ataques mágicos contra la puerta, Shiz se desplomó en el suelo cansada. No podía creer que volvió a ver a su maestro y este planease destruir el mundo. Se giró hacia Zenit, que seguía acostada durmiendo y soltó un suspiro.

A pesar de la oscuridad, Shiz decidió ver lo que había en las pocas cajas en busca de algo para salir de ahí o simplemente que la permitiese ver. Optó por buscar en la caja más cercana a ella y comenzó a revolver todo en busca de algo que la ayudara a salir de allí. Al poco encontró uno de los inventos mecánicos y velas.

-Creo que a esto lo llamaban mechero - Shiz lo observó de cerca intentando analizarlo. La forma era un tanto diferente a los que había visto en aquella exposición, pero supuso que su uso debía ser igual que todos. A medida que lo iba toqueteando, la figura se le hizo familiar y decidió ponerse cerca de la puerta, al ras del suelo, por si la escasa luz que entraba podría ayudarla.

-Esto no sirve de nada - Shiz se volvió a incorporar y se acercó a Zenit para intentar despertarla.

La pequeña zorra levantó la cabeza con los ojos cerrados.

-Zenit, necesito parte de tu poder. - Zenit seguía medio dormida y ladeó la cabeza sin entender - Sé que la distancia te ha dejado casi sin magia pero sólo necesito un poco de luz.

Zenit volvió a echarse a dormir y al poco comenzó a desprender una débil pero suficiente luz grisácea, del mismo color que su pelaje. Sorprendida se puede decir que era nada con la expresión de Shiz.

Estupefacta.

La forma del mechero era idéntica a su broche, un fénix dorado con las alas extendidas y la cabeza levantada, a punto de alzar el vuelo. El mechero cayó al suelo de la impresión. ¿Por qué ese mechero tenía la misma forma que su broche? Todo alrededor de ella comenzó a verse borroso y al poco Shiz se desmayó.

El clan del fenixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora