Capitulo 3.

135 3 0
                                    

El coche se detuvo, yo seguía con mis ojos vendados, sentí que Sebastian se bajo, me abrió la puerta y me cogió del brazo, me baje del coche y cerró la puerta, por mi mente no dejaban de pasar cosas, a donde me llevaría, con su mayor confianza y seguridad rodeo sus manos por mi cintura y me guiaba por un camino.

—Estas tensa, relajate nena, no te voy a secuestrar. —murmuro a mi oído.—Aunque no seria una mala idea. —Agrego riendo.

—Tranquilo, ¿quien dijo miedo? —respondí a su comentario.

—Asi que eres arriesgada. Me encanta.

Seguimos caminando hasta que nos detuvimos, sentí un ambiente frío, Dios bendito, a donde me trajo Sebastian, el morbo estaba apoderado de mi en ese momento, acerco su nariz a mi cabello, suspiro mi aroma, acerco su boca a mi oído y murmuro: —¿Preparada para cualquier cosa nena?

—Si, ¡vamos! —respondí algo emocionada.

—¿para cualquier cosa? —insistió.

—Si, vamos ya, no me dejes con esta inquietud que tengo. —respondí.

Escuche su risa, me estremeci al sentir sus manos paseándose desde mi cintura hasta mi cabello, este hombre es espectacular no puedo negarlo, y mientras por mi mente pasaron miles de momentos morbosos, hasta que el pañuelo cayo de mis ojos y casi muero cuando veo frente a mi un campo de guerra, y personas combatiendo con pintura.

¡Me había traído al paintball!

¿así que este era su juego?

¡Madre mía! yo llena de morbo y este me viene a traer a jugar con pintura, ¡sera capullo! tanto misterio para esto. —Pensé.

—Me dijiste que eras arriesgada ¿dispuesta a jugar con pintura? —pregunto curvando la comisura de sus labios.

Me encantaba si sonrisa, era jodidamente linda, era muy difícil no quedarte observándolo durante unos largos segundos, se me hacia complicado quitar mi cara de boba embelesada viendo esa linda sonrisa, pero como pude deje de distraerme con ella.

—Preparada. —afirme segura de mi misma.

—vayamos a ponernos nuestros trajes, no pensaras mancharte ese hermoso vestido que llevas puesto. —dijo mientras me tomaba por la cintura. Y recorría la vista de arriba a abajo. —No sera mala idea quitarlo. —Agrego de manera pervertida

Senti que mis mejillas se sonrojaban, por Dios, yo soy morena muy pocas veces las que me sonrojo, ¿que pocas veces? ¡yo no me sonrojo! ¡Mierda!

Llegamos al cuarto donde estaban las protecciones y nos las pusimos, cuando salimos me vi de arriba a abajo y mi pinta de militar sin experiencia me mataba, ¡que telita!.

—Sigues siendo preciosa. —murmuro Sebastian a mi oído una vez que llegue a su lado. —Ahora esto es un juego entre nosotros dos, si te disparo mas de 3 veces con pintura, pierdes y te pediré algo, ¿merezco mi recompensa no? —Me miraba con esos ojos color miel que a cualquier mujer derretiría. —si pierdo, tu me pedirás algo a cambio, esperó que no sea muy malo. —su sonrisa me dejaba sin palabras, asentí y lo que único que pude llegar a decir fue:

—Que empiece el juego.

DESCUBREMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora