Capitulo 13

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Mis músculos se tensaron al escuchar la voz desde el otro lado del móvil de una mujer, y no de Sebastian... ¿que carajo?

No es que este celosa, apenas nos conocemos, pero he estado llamándolo y no se había dignado a contestarme, y pues resulta que se esta divirtiendo con otra. Menudo patán.

Deje el móvil a un lado y le di ligeros golpe al volante de mi coche, estaba muy estresada y había sido un día súper largo, respire hondo y me dispuse a manejar, durante el trayecto despeje mi mente mientras escuchaba canciones de mi adorado David Bisbal, me percate de que estaba cerca de una pastelería donde hacían unos dulces que me encantaban y decidí bajar a comprar algunos, hacia mucho tiempo que no me consentía y con este día que acabo de tener... Es justo y necesario.

Estacione mi coche frente a la pastelería, tome mi bolsa y baje de el, una vez dentro me encontré con la dueña del local, era una dulce señora de unos cincuenta años, muy amable, ya la conocía desde que me mude a Madrid, y quede encantada una vez que probé sus dulces.

Me dirigí al mostrador donde se encontraba donde unos dulces con un aspecto asombroso me llamaban la atención y se me hacia agua la boca.

—Hola Marisa, ¿que tal todo?. —salude con una sonrisa dibujada en mi rostro a pesar de tantos inconvenientes en el día.

—Mi niña todo excelente, y tu ¿como estas? —pregunto.

—Bien. —respondí sin ganas.

—Te pondré para llevar los dulces de siempre mi niña.

Asentí y le dirigí una sonrisa.

Pague respectivamente y me dirigí nuevamente a mi coche, deje los dulces en el asiento del copiloto y me dispuse a conducir hasta llegar a mi piso.

Deje el coche aparcado en el estacionamiento y subí hacia mi piso.

Una vez que entre me encontré con Gissell que se encontraba sentada en el sofá con un bol de cotufas.

—Traje algo con que acompañar eso. —le dije señalando los dulces que traía en mi mano.

—Dime que trajiste el de fresas con crema. —me hizo un puchero y no hice más que reírme y asentir.

Me senté junto a ella y divise que en la TV estaban pasando esa película en que la muchacha tuvo un accidente y no recordaba a su esposo y este hizo todo para que recuperara la memoria pero nunca paso, sin embargo fueron felices. Reí por dentro al recordar que a mi amiga le encantaban este tipo de películas cursis, románticas y para colmo con drama.

—¿que tal te fue hoy pesada? —pregunto mi amiga sacándome de mis pensamientos.

—Hey...—la señale con mi dedo. —No me llames así muñequita, y... Ni me lo recuerdes fue un largo día.

—Cuentame pesadita.

La fulmine con la mirada y empecé a contarle todo lo ocurrido el día de hoy, desde que me quede encerrada en elevador, le grite a un tipo que resultaba ser mi jefe, hasta la llamada que le había hecho a Sebastian.

Gissell puso los ojos como platos, me dirigió una mirada picara y me preguntó:

—Oye, ¿y que tal el jefe? Debe estar hecho todo un bombón.

—Gissell...—la recriminé —Te estoy contando que llame a Sebastian y atendió una mujer y tu me preguntas que tal esta el jefe... Joder Gissell.

—Lo siento ina, es que Matt Muller es uno de los empresarios mas importantes de este país, además se dice que es muy joven para ser dueño de la empresa, y me mato la curiosidad saber si estaba bueno o no. —dijo dirigiéndome una mirada de perrito regañado. —y además, la que te contesto el teléfono de Sebastian pudo haber sido su hermana, que se yo. —añadió.

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