El amor a la inversa

Epílogo

-La intervención ha salido como esperábamos. No ha habido complicaciones. -aseguró el doctor posando su mano sobre mi hombro en signo de apoyo. -¿Recuerdas lo que te ha dicho la enfermera sobre lo que debes y no debes hacer estos días? -preguntó quitándose las gafas.

-Sí, lo recuerdo todo. -respondí en un medio susurro aún intentando procesar la situación.

-De todas formas te voy a dar un impreso con todo explicado.

El silencio cubrió el despacho, el único sonido que permanecía constante era el teclado del ordenador donde el doctor escribía. Era un silencio incómodo pues yo quería salir de allí y él no paraba de teclear con un ritmo lento propio de una persona mayor. Lo cual era irónico puesto que al ser doctor debería estar familiarizado con el uso del teclado y sin embargo ahí estaba, tan torpe. Y ahí me encontraba yo, en una clínica privada donde nadie sabía que estaba.

Después de la llamada telefónica a la policía me quisieron hacer un reconocimiento médico al cual acepté exceptuando la prueba de violación. El cual, acabó realizándose más tarde puesto que por las circunstancias, teniendo en cuenta que había asesinado a un hombre, los jueces necesitaban pruebas más tangibles además del secuestro para justificar el asesinato. Me sentí muy indignada pues la víctima aquí era yo y sin embargo ellos necesitaban más justificaciones. Me hicieron todo tipo de pruebas incluso irónicamente, una prueba de embarazo, el cual había dado negativo. Grave error pues sino, no habría estado en la clínica ese día. Los médicos cometieron una negligencia con su diagnóstico y yo nunca le dije a mis padres sobre la violación, pero sí se lo tuve que contar a mi abogada, de igual manera que ella es la única que sabe que estoy aquí hoy. De echo, me estaba esperando en la puerta.
Ella fue la única que de verdad me entendió en todo el proceso, era una abogada especializada en abusos sexuales y en maltrato, que había guardado mi secreto llevando los juicios con máxima discreción para mi protección.
Finalmente el doctor me dió un par de papeles con los pasos a seguir tras haber tenido un aborto y me deseó buena suerte. Tenía que volver en un par de meses de todas formas, pero se lo agradecí pues era la persona que había sacado un alien de mi interior.

-¿Nos vamos Alice? -saludé nada más salir de la consulta.

Ella asintió y me acompañó al exterior mientras yo le contaba todo lo que había pasado en la consulta los procesos a seguir y demás.

-He quedado con André ahora para comer, ¿estaría bien si le contase a él lo del aborto? Somos pareja oficialmente y no quiero esconderle nada teniendo en cuenta que aún no sabe muchas cosas, ni de lo que ha pasado ahora ni de lo que pasó anteriormente. -pregunté a mi abogada.

-Puedes contárselo, no hay problema. Solo asegúrate que no hable con la prensa, que no hable con nadie sobre lo que habléis entre vosotros y no pasará nada. Te mereces a alguien más aparte de mí que te pueda apoyar Sophie y he visto cómo te mira. Puedes confiar en él.

Dicho esto me despedí de Alice después de recordarme que teníamos una cita en los juzgados para una declaración de apertura el lunes de la siguiente semana. Tenía un largo proceso de juicios después de esta cita, sobretodo porque teníamos planeado meter en la cárcel al conserje sin fianza y con tratamiento médico. Por otra parte estaba Roland, para él estábamos proponiendo un ingreso en un centro de salud mental bajo medicamentos también hasta que mostrase mejoría y la propia clínica le diera el alta médica. Me sentía mal por él, pero sabíamos que era lo mejor dado su estado mental. Era como si un niño maltratado se hubiera quedado atrapado en el cuerpo de un adulto. Él sabía que lo que estaba haciendo y el ayudar a sus hermanos estaba mal, intentó ir contra ellos en varias ocasiones pero lo anularon mental y físicamente. De echo él mismo nos pidió que hicieramos la propuesta para la clínica, a pesar de todo yo me sentía orgullosa de él. Había superado sus miedos y me había ayudado a escapar, si no fuera por él... Aún seguiría atrapada en ese infierno.

Distinguí a André a lo lejos, esperándome en la terraza de un precioso restaurante que él me había prometido pasaría a ser mi favorito. Al llegar a su lado no pude reprimir el impulso de abrazarlo fuertemente, incluso se quejó el pobre. Pero no podía estar más feliz de verlo.
Le expliqué todo lo que había pasado, las dos veces que había sido secuestrada. De principio a fin. Cómo me encontraron la segunda vez, los medios televisivos siempre lo estropeaban todo. André me miró comprensivo y reaccionaba como cualquier otra persona hubiera reaccionado a mi historia. Cuando le conté lo de la violación sin embargo, no hubo respuesta. Ningún comentario. Y me asusté al principio. Hasta que él se levantó de su silla y me abrazó como nunca nadie me había abrazado antes y me besó sin importarle saborear mis lágrimas ni que todo el mundo en el restaurante nos mirase.

Aquél mismo día André me hizo una promesa. No importaría los obstáculos que tuvisiemos que sortear ni los malos momentos que en algún momento en nuestro camino aparecerán, siempre luchará por mí, por quedarse a mi lado. Aprendería todos los días a quererme, en cada una de mis facetas y a través de los años. Que nunca nadie me haría daño mientras estuviese a su lado. Y lo único que pude hacer en ese instante fue creerle con el corazón en un puño y con besos sellar la promesa.