Nota siniestra

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Volvimos a la residencia alrededor de las cuatro de la mañana, solo tres horas para dormir y descansar antes de empezar con las interminables clases que no apetecían en absoluto. Los chicos y yo íbamos un tanto achispados ya por el alcohol, medio mareados entramos intentando hacer el menor ruido posible en la residencia y nos despedimos en el máximo silencio posible; todo el silencio que le puedas añadir a un grupo de alumnos borrachillos en medio de un ataque de risa porque uno de ellos chocó contra una columna de la entrada.

-Por fin en casa... -suspiré dejándome caer en el sofá con los brazos extendidos y los ojos cerrados. Sentía cómo la cabeza me daba vueltas, parecía que acababa de bajar de una atracción.

Recordé en ese momento el beso de André y todo mi cuerpo reaccionó a ese recuerdo. Estaba febril y notaba cómo mi núcleo palpitaba en busca de alivio. Me recliné en el sofá quedando medio tumbada mientras que con los ojos cerrados toqué mi cuello suavemente y bajé la caricia a mi pecho desatando la blusa. Un poco más abajo. Desabroché el cierre de mi pantalón y deslicé mis dedos bajo las braguitas perdiéndose en entre el laberinto de pétalos hasta llegar al núcleo una y otra vez...

***

El ruido de la alarma me despertó a las siete causando un dolor punzante en mi cráneo. Me había quedado profundamente dormida en el sofá después del pequeño momento conmigo misma y mi imaginación. Volví a recodar el beso... Realmente me gustó, pero ahora tenía una gran duda. << ¿Será que me gusta André? Me parece que sí, pero, ¿Le gustaré yo? Quizá me besó a causa del alcohol... Aunque él dijo que solo llevaba dos copas.>>, divagaba mi mente bajo el agua templada de la ducha, necesitaba quitarme la modorra de encima y aclarar mi mente. Estaba un poco confusa, quería saber el verdadero motivo de ese beso y estaba dispuesta a averiguarlo. <<Debería preguntarle directamente en lugar de comerme el coco. Bueno, no, mejor no. Si me dice que no le gusto, va a doler...>>, seguía discutiendo conmigo misma mientras comía el desayuno basado en mis cereales favoritos y una manzana. <<Mejor le pregunto a Alessia, necesito consejo.>>, decidí finalmente mientras me vestía con un pantalón corto a rayas blancas y negras y una camiseta negra de tirantes con unas sandalias blancas. Cogí mi bolso con el portátil dispuesta a salir cuando me percaté de que había un papelito en el suelo. <<André.>>, pensé automáticamente y recogí el papel.

"No está muerto lo que yace eternamente."

<< ¿Qué es esto?>>, pensé sin entender ni siquiera un poco qué se suponía que significaba el mensaje. Me extrañaba que me escribiera algo así, no veía a André como poeta. Guardé el papel en la mochila para preguntarle después y salí a buscar a Lex.

- ¡Lex! ¡Abre la puerta y sal ya que no vamos a llegar! -golpeé la puerta en repetidas ocasiones para dar más énfasis.

- ¡Ya voy, ya voy! -salió apresurada abriendo bruscamente la puerta.

-Ya te ha costado, ¿Te habías vuelto a quedar dormida? Deberías cambiar el tono de la alarma. -le reproché ya que nunca oía la alarma y nunca la cambiaba.

-Qué va, no ha sido eso. He tenido una pequeña urgencia mañanera. -confesó.

-Por cierto, he visto que triunfaste en la fiesta... -comenté subiendo y bajando las cejas con una sonrisa de lado a lado.

-No me mires así pervertida, das miedo. Y... Sí... Digamos que triunfe. -contó súper orgullosa.

-No llevabas condones, ¿Verdad que no? -pregunté aun sonriendo al recordar la escena.

-No, no llevaba. -confesó rascando ligeramente su nuca. -Gracias Sophie, me libraste de una buena. Justo en el momento exacto. -sonrió.

-Menos mal que siempre cuido de ti eh. -comenté burlonamente, sabía que ella podía arreglárselas bien sin mí.

El amor a la inversaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora