Puertas de cristal

52 9 0
                                    

Tal y como prometieron, Roland y Hugo vinieron a recogernos la mañana del lunes, muy puntuales. Alessia se quedó a mi lado todo el camino hasta la universidad para evitar así que Hugo quisiera hablar conmigo, realmente no tenía ganas de explicarle que solo lo veía como amigo.
Llegamos por fin a la universidad cruzando el campus, me quedé embelesada por un momento observando la arquitectura gótica del edificio. Sus imponentes torres puntiagudas hacían un perfecto conjunto con el torreón, sus ventanas curvas, la bóveda alargada que hacía de techo para todo el edificio era inmensa haciendo de una simple universidad un precioso castillo transportándote a otra época.

Traspasamos las grandes puertas de cristal y nos encontramos un gran número de gente, todos esperando a que una mujer terminara de hablar. Al parecer, era la directora de la universidad que nos daba la bienvenida con una amplia sonrisa, parecía una persona simpática. Al terminar el discurso de bienvenida, nos deseó suerte para el curso y nos mostró unos carteles que estaban situados en ciertas esquinas de los pasillos para indicar las aulas.
Saqué mi horario del bolso que llevaba, esperaba no tener que llevar una mochila llena de libros este año, y estudié el nombre de la materia que se impartiría en el aula 07, Análisis de datos en psicología.
Dirigí entonces mi mirada hacia los chicos que hablaban bastante contentos mientras comparaban sus horarios no muy lejos de donde yo estaba.

- ¡Hey! ¿Ya habéis comparado los horarios? -pregunté integrándome en la conversación, aunque ya sabía la respuesta.

- ¡Claro! Veamos el tuyo. -respondió Hugo. <<Ojalá no tengamos que compartir muchas clases>>, recé.

Comparamos los horarios entre todos y gracias a dios solo compartiría tres clases con Hugo. Al parecer, al ser tantos alumnos se nos había separado en dos grupos los cuales se impartirían las mismas materias, pero en diferentes horarios y en las mismas aulas.

-Lex, -llamé. -vallamos ya al aula, quiero coger un buen sitio. -guardé el horario que aún tenía en mi mano y me alejé un par de pasos buscando el aula en los carteles.

-Nos veremos en la siguiente clase Roland. -se despidió mi amiga dándole un cortito beso en los labios. -Hasta luego Hugo.

- ¡Adiós chicos! ¡Pasarlo bien! -grité dirigiéndome ya hacía el pasillo que nos dirigiría hacia la primera clase.

Al llegar al aula estaba a medio llenar y temía que ya no encontraría un buen lugar donde poder verlo todo. Alessia y yo buscamos un lugar con la mirada esperanzadas, las primeras filas estaban ocupadas y las últimas también. La clase parecía que se hubiera dividido naturalmente en dos grupos de alumnos, los súper estudiantes y los que preferían no participar.

-Mira Sophie, justo en el medio tenemos dos sitios. ¡Corre, vamos! -Lex fue corriendo a coger los sitios y yo detrás de ella intentando apartar a los demás alumnos sin chocar con nadie.

-Casi los perdemos. -susurré a Lex mientras una pareja de alumnos nos miraba con mala cara por haberle robado los asientos justo delante de sus narices.

Reímos disimuladamente mientras observábamos el resto del lugar, el profesor aún no había llegado. Giré mi cabeza hacia la persona que tenía a mi otro lado, su perfil me resultaba familiar.

- ¿André? -pregunté convencida de qué era él.

Giró su rostro hacia mí y sus ojos se abrieron con sorpresa. Parecía contento de verme.

- ¡Sophie! -me regaló la sonrisa más bonita que había visto nunca.

Alessia se giró entonces hacia nosotros pues evidentemente había reconocido la voz de su amigo y se levantó para darle un abrazo. Fue entonces cuando me di cuenta. Estaba hablando con la misma chica de la noche que nos conocimos. Sentí un pinchazo en el pecho y la alegría de verlo se mitigó hasta apagarse. Tiré de la mano de Lex y la obligué a sentarse de nuevo en su lugar contándole rápidamente al oído sobre la chica. Evidentemente André se dio cuenta de la situación en la que había caído, el silencio invadió el lugar de repente. El profesor entró en el aula y comenzó a hablar rápidamente, presentándose y dando comienzo a la clase. No hablé, ni miré de nuevo en la dirección del chico de ojos oscuros, aunque él sí lo intentó.

El amor a la inversaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora