Suave aciano

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Después de mi encuentro con Roland, fui a trabajar con el ánimo por las nubes. Tuve la oportunidad de conocer a otras compañeras las cuales, aunque un poco bordes a veces parecían ser amigables entre sí. Quizás fuera porque era la nueva o porque sin querer derramé café sobre las amigas de una ellas o quizás porque deje de nuevo sin querer, la crema pastelera fuera de la nevera. La cual acabó por estropearse y me obligaron a hacerla de nuevo. Aun así, no quise quitarles el beneficio de la duda tal y como ellas parecía que ya habían hecho. Salí del trabajo directa a casa pensando en lo entusiasmada por la fiesta que teníamos que organizar y quería planearlo todo a la perfección con tiempo. Ya era un poco tarde, pero debía hacer los deberes que tenía para mañana sino quería quedarme atrás. El móvil vibró mientras concentrada recogía apuntes para los exámenes que no tardaríamos en tener.

"¿Quedamos para cenar?", Lex me había escrito.

"¡Sí! ¿Pizza?", pregunté.

"Ni lo dudes 😉", respondió.

Quedamos en su casa en cuanto terminé los deberes y crucé el pasillo con el pijama puesto hasta el apartamento de mi amiga la cual me recibió en pijama también y con un potingue verde en la cara.

- ¿Qué llevas puesto? Huele rico. -dije inclinándome hacia su cara para oler la mascarilla.

-Es aguacate con limón, ¿Quieres probar? Te dejará la piel como nueva. -respondió cerrando la puerta de principal.

-Claro, embadúrname de potingue. -dije señalando mi cara teatralmente.

Ambas reímos felices de compartir un pequeño momento de chicas, hacía tiempo que no teníamos estos momentos y se echaban de menos. Últimamente hemos estado algo ocupadas obviamente con los deberes, clases, trabajo y chicos... Ay... Los chicos...

-He estado pensando que quizás debería hablar mañana con André después del trabajo, nos toca el mismo turno. -comenté pensativa. -Estoy segura de que le gusto, pero me da miedo preguntar directamente, quizás debería simplemente dejar las cosas surgir. ¿Tú qué piensas? -pregunté esperando obtener un poco de ayuda.

-Sinceramente yo soy más directa, ya lo sabes, pero creo que para ti te va a ir mejor si simplemente dejas las cosas fluir naturalmente. Intenta pasar más tiempo con él y fíjate en cómo se comporta. Eres una experta observando e interpretando, no deberías preocuparte. Solo relájate y permítete vivir el momento. -respondió logrando darme ánimos.

<<Tiene razón, no lo puedo negar. Será mejor que las cosas fluyan naturalmente y a su debido tiempo.>>, llegué a la conclusión. Después de nuestra pequeña charla llegaron las pizzas las cuales devoramos sin miramientos hasta chuparnos los dedos. Alrededor de las once y media de la noche decidí que era hora de irme a mi propio apartamento para poder descansar, mañana tocaba clase, aunque por fin habíamos llegado al final de la semana. Hasta ahora las asignaturas eran bastante interesantes y cada vez me llamaba más la atención hasta dónde podía llegar el cerebro humano. Me despedí de Lex y llegué a mi puerta de entrada la cual no estaba cerrada.

<<Juraría que la había cerrado al salir. Todo está en su sitio, tal y cómo lo he dejado>>, pensaba mientras revisaba el apartamento en busca de algún indicio de que alguien se podría haber colado. Todo estaba correcto así que me dirigí de nuevo a la puerta principal para cerrarla con llave desde dentro, solo por si acaso. En el momento en el que iba a introducir la llave me percaté de un sobrecito en el suelo. <<André>>, pensé contenta de que se hubiera acordado de mí cuando de súbito la imagen del último papelito que recibí llegó a mi mente. <<Tengo que preguntarle sobre el mensaje, sin falta>>, me recordé. Recogí el nuevo mensaje que venía en un sobrecito esta vez y me senté a la mesa de la cocina con un vaso de leche el cual dejé a un lado mientras habría la carta. Nada más despegar la solapa un montón de pétalos azules se desparramaron sobre la mesa. Me quedé sin aliento al reconocer de qué flor venían aquellos pequeños pétalos pues la última vez que las vi fueron en Alemania. Centaurea cyanus, lo sabía porque cuando era pequeña me encantaban tanto las flores que me tragué todos los libros que pude encontrar sobre ellas y sus cualidades.

El amor a la inversaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora