Capítulo 8

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Cristal.

Cuando vuelvo al apartamento ya Gael se ha ido, son las 6:27 P.M. vaya que si nos tardamos de vuelta del centro comercial.

Tania volvió a retomar su actitud de siempre por lo que me hace pensar que se olvidó de lo sucedido o simplemente lo dejó estar para no fastidiarme con sus molestas preguntas.

Me siento en el sofá que tengo apartado al frente de la pared de cristal y enciendo un cigarrillo, le doy una buena calada mientras veo el atardecer para luego expulsar el humo lentamente.

Mis padres…

Papá…

Mis ojos se humedecen, trago saliva para contener las lágrimas sintiendo el fuerte nudo en mi garganta pero me es imposible y una de ellas cae por mi mejilla. He pasado tantos años sin ellos sobreviviendo sola, tuve que trabajar y estudiar al mismo tiempo, cuidando que la clínica no se cayera a pedazos, poniéndome a cargo de todo lo que tuviera que ver con ella, seguir estudiando para mantenerla, velar cada día para que no les faltase nada a todos los trabajadores de ella. Solo dormía 3 horas máximo y aún así con mis 18 años e inexperiencia logré salir del oscuro agujero en el que caí al quedarme huérfana.

Muchas veces pensé en tirar la toalla y dejar que todo se fuese a la mierda, estaba cansada, pero por ellos haría lo que sea, y lo hice, mantuve todo en perfecto estado solo por ellos. Estudié algo que no quería por ellos, porque sé que así les hubiese gustado y era la única manera de mantener algo de ellos conmigo, la clínica de papá y los conocimientos de mamá en contabilidad.

¿Mi mayor sufrimiento…?

No tenerlos.

Yo no estaba preparada para todo eso, sus muertes, mi pérdida de memoria, el peso de la clínica, la mudanza, los estudios de contaduría, y el quedarme sola. Siempre me he mostrado fuerte, cuando por dentro llevo cargando con esto por más de 4 años, en tan solo unas pocas semanas serán 5 y no he conseguido respuestas a mis dudas sobre lo que sucedió esa noche.

También están los episodios que vi en mi mente en el centro comercial, aparte de la escena que más me impactó está ese parque de diversiones que no recuerdo haberlo visto antes, y que yo sepa aquí en Madrid no hay ninguno así. Ahora, el patio cubierto de nieve donde jugábamos no es el mismo patio de mi antigua casa y en esta cuidad no nieva de esa manera, por lo que es imposible que hayan sido recuerdos porque nada concuerda con lo poco que sé de mi niñez.

Me levanto del sofá y tiro la colilla del cigarrillo en el bote de basura de metal. Voy hacia el baño de mi habitación, necesito una ducha para relajarme.

En el baño me quito las prendas que traigo puestas, las tiro en el sesto de ropa sucia, seguidamente camino hacia la ducha y abro la llave, toco el agua, esta fría pero no es algo que me importe así que me meto y dejo que el agua helada recorra todo mi cuerpo, empapando mi cabello y todo a su paso, froto mis ojos con los dedos y lavo mi cara borrando los rastros de lágrimas disfrutando del agua.

El sonido del agua cayendo me relaja. Cojo la esponja de baño y le aplico jabón para pasarla suavemente por todo mi cuerpo enjabonando mi piel, luego dejo que el agua saque todo el jabón ayudándola con mis manos al pasarlas por mis extremidades, lavo mi cabello. Después de haber aclarado todo el champú cierro los ojos y levanto un poco la cara para que el agua caiga en ella.

La risa de mamá…

La cara sin rastro de emoción de papá…

Mamá con la venda en la boca llorando en silencio…

Papá curando mi herida…

Papá con el rostro magullado…

Mamá limpiando mis lágrimas…

Sentimiento OcultoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora