Capítulo 20

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Desconocido.

Hoy volvió a desaparecer, no sé porqué o para qué lo hace. Lo único que puedo pensar es que no es para nada bueno. Llevan horas y no sé nada de ella, llevan buscándola toda la mañana.

Me encuentro en el jardín, tomo asiento en una de las mesas bajo una sombrilla, cojo el periódico sobre ella y comienzo a ojearlo, no hay nada interesante. La señorita del servicio pone una taza de café frente a mi y se va, le doy un trago sin despegar la vista de la nota en el periódico.

Mi móvil suena sobre la mesa en una llamada entrante, coloco la taza de café en su lugar, cierro el periódico y cojo el móvil.

—Мистер. — escucho del otro lado de la línea.

—Espero que me tengas buenas noticias. — me limito a decir.

—Así es, luego de buscarla tanto la encontramos.

Doy un largo respiro de alivio cerrando los ojos.

Por fin.

—¿Dónde está? — pregunto esperando una buena respuesta.

—En su apartamento, justo estoy frente a él edificio.

—Bien. — cojo la taza y le doy un trago al café —. No la pierdas de vista. — le ordeno.

—No lo haré. — afirma.

Silencio.

No hablo y él tampoco lo hace. Una pregunta ronda en mi cabeza.

—Una pregunta, — hablo entonces —¿Cómo y dónde fue que la conseguiste?

La duda me invade.

—Llegó por si sola al edificio — suspira —, es más astuta de lo que parece.

—De modo que si ella no llega, todavía estuvieras buscándola. — pienso en voz alta.

No responde.

—Dime una cosa, ¿Por qué si se supone que eres uno de los mejores en esto, se te escapa una niñata de las manos? — Le digo con tranquilidad aunque en el fondo el enojo crece.

—Soy uno de los mejores, pero tampoco hago magia. Tanto tú como yo sabemos que sus habilidades son superiores. Aquí la edad no importa, lo único que verdaderamente importa es lo peligroso que puede llegar a ser.

Y eso solo hace que mi enojo crezca más, y más rápido, porqué sé que tiene razón. Aprieto con fuerza la taza entre mi mano.

—Sí, con cada año que pasa se parece más a él — relamo mis labios —, joder. Lo único que me detiene a terminar con su vida, es que más adelante la voy a utilizar.

Coloco la taza en su sitio.

—No creo que logres hacerlo. — murmura.

Rasco uno de los lados de mi frente.

—Lo lograré — aseguro —, es más sentimental de lo que puedes ver…

—Espera. — me interrumpe.

—¿Qué pasa? — no puedo evitar preguntar.

—Va entrando al edificio el rubio, Gael. — comenta.

El hijo de Maxim no puede evitar separarse de ella, pienso que él tampoco sabe la verdad porque de lo contrario ya se la hubiese contado, o ha sido muy cobarde y no ha querido hacerlo. Eso es, Maxim no puede quedarse callado por mucho tiempo y menos con su hijo. El que Gael se quede callado por ahora me beneficia aunque sé que el viejo no se contendrá por mucho tiempo al ver que su hijo no se decide.

Sentimiento OcultoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora