Capítulo 22

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Cristal.

Me despierto cuando siento que me voy cayendo de lado en el pequeño sofá en la habitación de la Clínica.

Miro a Tania quien yace en el mismo sitio desde hace días, conectada a los mismos aparatos que la mantienen viva. No sé cuando será el día en que despierte de su profundo sueño. Quiero volver a verla sonreír, quiero volver a escuchar sus regaños, sus dramas y sus preguntas tan jodidamente fastidiosas. Escuchar sus grititos de felicidad y ver su hermosa cara de emoción. Anhelo poder volver a abrazarla de nuevo aunque no me gusten ese tipo de afectos.

La extraño tanto. Siempre ha estado para mí por años, al igual que yo para ella aunque no se lo demostré como se merecía. Supongo que lo que más nos une es el hecho de que las dos somos huérfanas. Recuerdo cuando me contó lo emocionante y difícil que fue para ella el día que salió del orfanato, a conocer todo lo que le esperaba fuera de él y que, era casi igual a como lo imaginó por mucho tiempo.

Su rostro de tristeza al confesarme cuanto había deseado tener unos nuevos padres, unos que nunca llegaron. Sus padres biológicos los perdió siendo demasiado pequeña y que por eso no los recuerda. Su única familia tanto dentro como fuera del orfanato siempre fue su hermano, me dijo que los peores años de su vida fue cuando los separaron al él cumplir su mayoría de edad, fueron dos largos años para ella encerrada, sola. Y por más que le permitían recibir visitas no era lo mismo.

La vida no ha sido buena con ninguna, pero más con ella que conmigo. Ha pasado por tanto y se perdido de tanto durante toda su niñez. Lo más admirable es que a pesar de todo lo que ha vivido sigue sonriendo, sigue manteniendo su esencia, su comprensión, su tolerancia y solidaridad para con los demás. En cambio yo, me he convertido en un ser despiadado y sin escrúpulos. Estoy envuelta en una bola de problemas, dudas y muerte, que quiere llevarse consigo a todo lo que amo.

Y tal vez sea mi culpa, tal vez sea yo la que está condenada a una vida sola, que tengo que alejarme para mantenerla a salvo. Porque no es que busque el peligro o el peligro venga a mi, el peligro soy yo. Es como una puta maldición.

Estefan entra con cuidado a la habitación sacándome de todos mis pensamientos. Me mira pero no dice nada, luego mira a Tania y camina hacia ella. Toma siento en una silla junto a la camilla y coge su mano dejando pequeñas caricias sobre la misma mientras la observa. Al cabo de un rato, una lágrima silenciosa baja por su mejilla. Me incorporo del sofá y la limpia rápidamente mientras me acerco.

—No pensé que estuvieras aquí — rompe el silencio.

Suspiro.

—Llegué muy tarde. Entre por la puerta junto a la morgue. — respondo suave, como si no quisiera despertar a Tania.

No responde. Se mantiene callado por un buen rato. No sé qué estará pasando por su mente ahora mismo pero puedo apostar que no son cosas lindas. Solo se oye el sonido del monitor y del respirador.

—Solo quería pasar un momento con ella antes de que se la lleven a hacerle más estudios. — murmura.

Rasco uno de los lados de mi frente.

—Entiendo — me limito a decir.

—La amo, siempre la he amado. — suelta con la voz dificultosa, supongo que por su nudo en la garganta.

—Lo sé, y lo siento mucho — me disculpo con él.

Coloco una de mis manos en su hombro en un intento de darle fuerza aunque me sienta extraña.

—No me toques Cristal — susurra con ojos cerrados —. Aún no se me olvida que todo esto es por ti. — dice con enojo.

Entonces quito mi mano de su hombro.

Sentimiento OcultoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora