Sentimiento Oculto

Capítulo 23

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Brent.

Le doy una calada al cigarrillo entre mis labios para luego expulsar el humo hacia arriba recostado a la pared donde puedo sentir las vibraciones de la música.

Veo la boca del callejón como pasan varias personas hacia el club, unas más raras que las otras pero supongo que así se sienten bien. Lo digo porque yo soy uno más del montón, a cualquier lugar al que voy la gente se queda extrañada al mirarme fijamente. A muchos les causo un poco de miedo y se alejan como quien huye de una muerte segura.

Así como también a otros les puedo parecer atractivo. Porque si tengo algo raro, pero mis facciones, cabello y sonrisa lo arreglan, casi todo. Doy una última calada al cigarrillo y lo tiro cerca del contenedor de basura. Meto las manos en los bolsillos de mis vaqueros, expulso el humo mientras salgo del oscuro callejón. Al llegar a la boca del mismo miro en todas direcciones. Hay varios coches y siguen llegando más.

Leo el nombre del club en luces Led rojas y verdes. La casa de las Rosas, me hace pensar en México y sus catrinas, no sé porque si estamos en Madrid. Entro y me recibe la fuerte música más las luces de todos colores cegándome un poco. Me abro paso entre el gentío hasta llegar a la barra, es una muy oscura y reluciente donde tomo asiento en uno de los bancos.

—Me dais un Whiskey.  — me dirijo a la mesera.

Esta se me queda viendo fijamente, como quien ve algo que no cree que sea de verdad. Ruedo los ojos y suelto un resoplido, acto seguido muevo mi mano frente a ella para que despierte porque se ha quedado paralizada. Parpadea varias veces y se va a por el whiskey. Ya me resulta algo estúpido que la gente se me quede viendo de esa manera, como si fuese un fenómeno, que claramente no soy.

La mesera regresa con el whiskey en mano para colocarlo sobre la barra y se me ocurre regalarle mi más grande y torcida sonrisa, abre sus ojos como platos en un gesto de asombro y espanto total para luego marcharse casi que corriendo. Suelto unas cuantas carcajadas y bebo un sorbo del vaso.

Mi móvil vibra en uno de mis bolsillos, lo saco con cuidado mientras observo con disimulo mis alrededores. Al encenderlo veo en la pantalla de bloqueo el mensaje entrante de Molly, una castaña con la que llevo hablando muchos días, la cual voy a conocer hoy. Tiene unos lindos e inocentes ojos, que llevo demasiado tiempo con ganas de verlos expresar su sentir.

He aguantado bastante por ella, que espero que valga la pena esta jodida noche que llevo anhelando hace tanto. Molly esta enterada de lo que tengo, así que no creo que salga corriendo en cuanto me vea, no debería. Hasta llego a decirme que le parecía algo lindo mi físico, no sé si lo haría para no hacerme sentir mal -cosa que nunca siento- o porque si le parezco de esa manera. La verdad, me importa un culo como le parezco.

Solo tengo un único interés, por lo que espero que caiga para poder cumplirlo. En su mensaje dice que ya esta en camino para acá y me siento un poco ansioso, hacia mucho que no quería algo tanto como esto. Respondo su mensaje con un emoji sonriente, algo que me parece extremadamente ridículo pero que a ella le gusta. Apago la pantalla de mi móvil y lo coloco a un lado en la barra, cojo el vaso donde yace mi bebida y comienzo a tomar de ella.

Trago tras trago obtengo fugaces recuerdos de la indiferencia y maltratos de mis padres. Cierro los ojos y todavía puedo sentir aquel bofetón de mi padre cuando tenía apenas 6 años que me llena de una rabia intensa y no puedo evitar tensarme. Los hilillos rojos saliendo de mi boca y nariz rota, todo por no ser el hijo que siempre quisieron, todo por ser la “cosa” que siempre les estorbó. Porque eso era para ellos, una cosa extraña que nunca aceptarían como hijo.

Para ellos siempre fue más importante su reputación, las habladurías de las personas en su entorno, el que dirán. Su plan desde un principio siempre fue tener la familia hermosa y perfecta que muchos envidiarían, pero al parecer mi llegada irrumpió en lo que querían, porqué yo no era lo que ellos habían imaginado, ni mucho menos habían querido.