Capítulo 21

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Cristal.

Aparco el coche con cuidado y saco las llaves para apagar el motor.

Me revuelvo los cortos cabellos negros con las dos manos para luego ponerlas sobre el volante del auto y mirar hacia el frente. No hay nadie en esta calle, esta completamente desolada y oscura.

Sé que debo, o debería pensar dos veces lo que voy a hacer, porque no será nada fácil y traerá muchas consecuencias si todo sale mal. Relamo mis labios. No me voy a acobardar, no ahora. También sé que aparte de perder la vida de mi mejor amiga, puedo perder la mía, aunque eso no es lo que me preocupa, sería un final para todo el dolor y sufrimiento dentro de mí.

Entraré en una cueva llena de lobos hambrientos. En una muy densa y peligrosa, donde puedo ser devorada, o salir ilesa. Mis habilidades son muchas y no dudo de ellas pero pueden suceder demasiadas cosas ahí dentro, cosas que ni yo misma voy a poder detener o controlar. Mirar atrás no es una opción. Y quizá, sólo quizá, el peligro puedo ser yo, y no ellos.

Cojo un cigarrillo de la cajetilla sobre el tablero junto con el encendedor. Bajo del coche dejando la puerta abierta frente a mi, coloco el cigarrillo entre mis labios y lo enciendo. Tiro el encendedor en el cojín en lo que doy una calada y doy un paso hacia un lado para cerrar la puerta. Meto una de mis manos en el bolsillo de mis vaqueros mientras que con la otra sostengo el cigarro para expulsar el humo.

Giro mi cabeza hacia un lado y visualizo la boca de un callejón que conozco muy bien, recuerdo mis falsas lágrimas y una de las comisuras de mi boca se alza involuntariamente. Llevo el cigarrillo a mis labios, le doy una segunda calada sin despegar mi vista, mantengo el humo en mis pulmones por unos segundos para llevar mi vista al frente y expulsar el humo mientras lo veo. Me siento más relajada y con más ganas de conseguir lo que quiero.

Sé que tengo la información suficiente como para salirme con la mía pero no dejo de pensar en posibles fallos. Coloco el cigarro entre mis labios, saco la pistola de la parte trasera de mis vaqueros y reviso su cargador, solo quedan 4 balas. Lo regreso a su lugar y la vuelvo a guardar para comenzar mi caminata. Le doy una última calada al cigarrillo y tiro la colilla a un lado, expulso el humo el cual la brisa se lleva muy rápido.

Al llegar observo el coche parqueado para luego mirar la fachada de madera del bar. Mi móvil se enciende y vibra en mi bolsillo, lo cojo para ver quien llama. Es Gael, pero no puedo atender ahora. Cuelgo la llamada y apago el móvil, no quiero que sigan entrando sus llamadas.

Apenas entro al bar consigo la atención de todos, me topo con la mirada de Carlos quien me regala una gran sonrisa, obligo a que el calor suba a mis mejillas y sonrío con los labios cerrados mientras miro hacia un lado apenada. Tomo asiento en uno de los bancos de la barra.  

—Señorita, pensé que no volvería. — el mesero se dirige a mi un poco asombrado.

—¿Por qué no lo haría según tú?

Hago la pregunta y me cruzo de brazos sobre la barra para mirarlo.

—Por todo lo que le dije, estos tipos son muy peligrosos. Es mejor que se vaya y siga con su vida — susurra.

—No lo voy a hacer. — me niego.

Me observa con desaprobación para luego mirar la mesa donde está Camilo.

—Sabe, — vuelve su mirada hacia mi —, el tío que salió ese día tras usted, nunca volvió.

Frunzo mi entrecejo con confusión, como si no entendiera lo que me esta diciendo.

—¿Cómo que salió un tío ese día detrás de mi?

—¿No se dio cuenta? — pregunta ahora un poco asustado —Ese día escuché que enviaron a perseguirla. El chaval, Carlos, se quedó intranquilo y luego salió también.

Sentimiento OcultoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora