Capítulo II

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Nueve años después

Aquel joven de cabellos castaños recorría las tranquilas calles de Yokohama, la fría brisa matinal chocaba contra su rostro provocando que su cuerpo llegará a estremecerse, en esas alturas había perdido la cuenta de todas las veces en que se arrepintió de no haber escuchado las palabras de su padre y llevar más que ese delgado suéter consigo

Se detuvo en el semáforo observando la hora que reflejaba la pantalla de su celular, veinte minutos antes de las nueve solo faltaban un par de cuadras para llegar al colegio pero antes de iniciar clases quería hacer algo más, algo que no lo menciono a su único familiar

Desviando su camino se dirigió a la lejana costa, cerca de esta había un acantilado en donde reposaban los seres queridos que habían dejado esa vida atrás y entre todos ellos se encontraba su madre.

En una tienda compró un hermoso ramo de flores, rosas blancas brillantes e inmaculadas pero a estas solicito añadir un detalle especial, las camelias rojizas, aquello era especial algo que aunque pasarán los años jamás iba a olvidar pues según las historias que su padre le contó esas eran las flores favoritas de quien le dio la vida y murió para protegerlo.

Con estas en manos emprendió su marcha, no fue una larga caminata, tampoco fue difícil ubicar la lápida que tenía grabado su nombre

- hola mamá, antes de que pienses algo malo si iré a clases solo quería visitarte antes - poco le importaba que le vieran hablando al aire pues en su corazón tenía la certeza de que el antiguo mafioso lo escuchaba y lo cuidaba desde donde estuviera - sabes, daría lo que fuera por verte una última vez, solo recuerdo tu imagen por las fotografias que guarda papá pero aún así nos haces tanta falta mamá - con cuidado removió las flores secas del jarrón, limpio las hojas y la arena que ensuciaba su lugar de reposo dejando solamente el nuevo ramo colocado con total delicadeza dentro del agua limpia - vendré mañana de nuevo mamá, mientras deseame suerte para los exámenes

Hikari, ahora con quince años se había convertido en el vivo reflejo de su padre sin embargo también había heredado el brillante azul de los ojos de Nakahara, era la combinación perfecta de ambos, era el usuario de habilidad más poderoso hasta ese entonces pero pese a ello y obedeciendo la última voluntad de su madre no formo parte de ninguna organización de Yokohama

Un aura carmesí rodeó su cuerpo y con una sonrisa difícil de borrar de su rostro se elevó por los cielos para iniciar sus clases, sería un día largo como todos los demás pero era parte de su preparación para ayudar a su padre en un futuro cercano.

La campana sonó para iniciar, corrió hasta la entrada asegurándose que nadie lo hubiera visto llegar pero a la distancia escucho algo que llamó durante atención, un grito que no pudo ignorar, la clase había iniciado pero su instinto le obligaba a ayudar a quien lo necesitará así que se apresuró no dirección a la avenida principal

Y no se equívoco, dentro de una construcción abandonada habia una chica de cabello negros buscando alejar a su agresor aunque no lo conseguía, ya la había despojado de la camisa del uniforme y buscaba someterla contra el suelo para abusar de ella.

- hey ¿que crees que haces maldito enfermo? - de un movimiento rápido y utilizando su habilidad le dio una fuerte patada que lo lanzo contra el muro de concretó dejándolo inconciente con ese primer y único golpe -¿estas bien? dejame ayudarte - extendió su mano y ella con lágrimas apenas se sostuvo de está para ponerse de pie, temblaba por el miedo que sentía, no sabía cómo consolarla pero al menos había evitado una desgracia peor

- gracias... - no podía acomodar sus ropas por más que lo intentara pero no quería que continuará viendo su desnudez, el castaño lo entendió porque sin pensarlo dos veces colocó su suéter sobre sus hombros para cubrirla mientras llamaba a la policía y una ambulancia

En pocos minutos ya estaban ahí, con decir su nombre los oficiales se apresuraron a llegar al lugar y ayudar a la víctima llevandose a aquel hombre detenido, su padre también ya sabía lo que había ocurrido

- ve con ellos, te llevarán al hospital y te revisaran para que pongas tu denuncia- una ligera sonrisa se dibujo sobre sus mejillas para darle un poco de tranquilidad notando la presencia del castaño mayor detrás de ellos

Debido a ese incidente perdió un día completo de clases pero no le preocupaba en absoluto, era capaz de reponer todo lo visto a la mañana siguiente lo que si lo tenía con el pendiente era el estado de salud físico y mental de la azabache a la que ni siquiera pregunto su nombre, por eso se sentía un completo idiota.

- Hikari lo que hiciste fue muy valiente pero no debiste utilizar su habilidad - el detective se dejó caer en el sofá posando su diestra sobre su sien debido al dolor de cabeza - si alguien te vio...

- pero nadie lo hizo - interrumpió a su padre bajando la mirada - nisiquiera la escucharon a ella y no iba a dejar que le hicieran daño - comprendía a la perfección el porque el castaño mayor estaba enojado, aunque no reflejaba ese sentimiento lo podía percibir en su tono de voz - me educaste bien papá me enseñaste que el fuerte debe proteger al débil y eso es lo que voy a hacer así que cuando cumpla la mayoría de edad quiero entrar a la Agencia y proteger esta ciudad igual que tu, igual que mamá

Osamu se mantenía en silencio escuchando atentamente cada palabra de su hijo, pese a ser un adolescente era lo suficientemente maduro para entender las cosas, se preocupaba por otros aún sobre si mismo, nunca tuvo dudas de que fuese hijo suyo y del pelirrojo, por eso se sentía tan orgulloso

- tu madre estaría orgulloso de ti hijo y se que te apoyaría en todo lo que decidas así como yo lo haré - se puso de pie rodeandolo con ambos brazos acariciando su cabellera con delicadeza - mañana iré a tu escuela para que puedas presentar los exámenes de hoy, mientras ve a descansar es tarde

- si papá- más tranquilo se dirigió a su alcoba, estaba cansado y solo necesitaba dormir, ambos lo necesitaban

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Del otro lado del océano una de las instalaciones que poseía la Port Mafia en el extranjero estaba siendo atacada, el humo ascendía hacia los cielos esparciendo las partículas con el aire y en la oscuridad de la noche se podía ver a kilómetros la columna de fuego provocada por la ola de destrucción, bastó con una sola persona para desatar el caos para llamar la atención de aquellos que se encontraban en Yokohama, el tiempo de volver a terminar su trabajo había llegado y con su nueva arma nadie podría detenerlo

La figura de negro se acercó a su amo colocándose de rodillas en señal de respeto y sumisión, su cabellera naranja acomodada minuciosamente bajo ese sombrero se ondulaba con la ventisca y sus orbes celestes vacíos reflejaban la maldad del azabache

- bien hecho Chuuya, es hora de irnos... -

Un Nuevo Comienzo ~ SoukokuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora