Capítulo 8

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La luz de la mañana hacía ver todo más bonito, cálido y tranquilo, la calle estaba vacía y las aves estaban cantando escondidas entre las ramas de los árboles. A pesar del sueño, estaba atento a su alrededor y las pequeñas cosas que antes parecía no notar en esa época del año, como, por ejemplo, el color de las flores que morían en invierno, pero estaban ahí en el jardín con colores brillantes cuando salió de su casa y cerró la puerta.

Michael lo estaba esperando, apoyado contra la parte trasera del auto, guardó su celular apenas lo vio y se acercó a tomar su maleta.

—Buenos días —lo saludó después de dejar un beso tímido en su mejilla. Michael le sonrió antes de depositar un pequeño beso en sus labios.

—¿Cómo dormiste? —preguntó volteándose para abrir la cajuela del carro—. Yo estuve muy ansioso toda la noche.

—La verdad es que dormí muy bien. Después de la cena de anoche quedé un poco cansado.

—Me cayó muy bien tu mamá.

—Me avergonzó un poco —admitió recordando la charla, deseó no haber vivido eso—. Pero también le caíste bien.

Michael rio un poco antes de agarrarlo del brazo y acercarlo a su cuerpo, Luke apoyó sus brazos en sus hombros, echando su cabeza ligeramente hacia atrás para poder ver bien sus ojos. Verdes.

—¿Quieres desayunar aquí o buscamos un lugar en la carretera? —preguntó Michael.

—Había preparado algo para nosotros en el camino —respondió sintiendo sus mejillas rojas ante la mirada curiosa de Michael—. Si encuentras un lugar bonito para hacer un picnic de desayuno lo verás.

—Bien. Vámonos entonces, la intriga no me gusta.

Rodó los ojos, pero no se separó de él, en su lugar lo agarró por el cuello de la camisa desabotonada que llevaba y lo besó.

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Se sentía tan feliz de poder compartir ese momento con alguien que lo encontraba especial también, que ambos compartían sentimientos y eso lo hacía aun mejor, no se sentía culpable por sentir y por estar disfrutando el viaje en carretera como su fuese el primer viaje que hacía en toda su vida. Michael cantaba junto a él las canciones que conocían de la radio, también se reía de sus chistes sin gracia y él se reía de sus expresiones después de escucharlos.

Hasta que el hambre comenzó a bajar la energía del viaje. Pero Michael cumplió con encontrar un lugar lindo en medio de la carretera. Se estacionó en un costado del camino, donde había otros carros también.

—¿Y dónde vamos a comer aquí? —preguntó bajándose y tomando su mochila.

—Solo sígueme. Venía aquí con mis padres antes.

—¿Y estamos en el lugar correcto? —preguntó mirando a su alrededor, un montón de arboles y pasto muy alto bordeando la carretera.

—Si.

Michael le tendió la mano, Luke la tomó y se abrieron paso entre los arboles para encontrarse con una pradera hermosa de césped verde, pequeñas flores por todo el lugar de color lila, amarillas y blancas le daban vida al lugar guiándolos hasta el centro de la pradera, donde una pequeña pero hermosa masa de agua recibía algunas aves pequeñas. Había gente en el lugar, pero todos estaban en sus asuntos y el espacio los hacía no entrometerse en los asuntos de los demás.

Caminaron en silencio hasta estar a unos metros del agua. Michael le besó la mejilla cuando se detuvieron, haciéndolo salir de su encanto por la belleza del lugar. Pero otro encantamiento lo golpeó cuando vio sus ojos tan verdes, resaltados por el lugar, pero llevándose todo el protagonismo.

Salt Air | mukeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora