Capítulo 20

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"Sigue tu corazón. Si tú no puedes estar sin el, y él va a esperar a que pase todo esto, aprovecha los momentos que tenéis libre... Aunque sea en esta situación.  Tú sabes que todos lo queremos, sabemos que él te hace feliz... No me gusta verte así".

No sé cómo hice para no llorar, solamente recuerdo que mi hermana me abrazó fuerte, dándome su apoyo incondicional como siempre. Mi familia era la luz de mi vida. Mis hermanas mis princesas y mi madre mi reina... No me puedo quejar de la familia que tengo. Fui bendecida por Dios. Tenía amigas, pero mis hermanas eran mis amigas y consejeras con las que podía contar en cualquier momento. La diferencia de edad ayudaba mucho, porque eran mayores y tenían más experiencias de vida. No se metían en mis decisiones, me respetaban así como yo lo hacía con ellas. Claudia era una persona distinta a Blanca y a mí, era  mucho más tranquila, a ella no le gustaba de todo este mundo artístico... Ella misma decía que era la normal de la familia. Tenía un trabajo normal, un marido al que cuidar y quería tener una familia. A veces quería ser como ella, al menos podría vivir la vida libremente, sin tener un paparazzi detrás para grabar todo.

Mi hermana mayor, yo ya me sentía más parecida a ella, a Blanca le gustaba el teatro, la música, las fotos... Cuando yo era pequeña me gustaba verla cantar por la casa, es la que más me ayuda en mi carrera, ella se encarga de mis club de fans porque tampoco yo podía estar al pendiente de todo. Blanca cuidaba de mí como si yo fuera su hija y yo la respetaba mucho, no como a mi madre pero casi.

Cuando yo le dije que había dejado a Chris ella sólo me  dijo que me arrepentiría. Yo ya estaba arrepentida. Quería poder arreglar todo, quería poder tenerlo otra vez conmigo. No sé si fue por la influencia del alcohol o por la añoranza, yo marqué el número que sabía de memoria y llamé... a Guillermo, no tenía tanto coraje al final. Él ya cogió el celular riendo, sabía que yo no iba a aguantar mucho tiempo, hablamos un rato y yo me reí un poco... Le dije que le extrañaba, Guillermo se puso a reír a carcajadas porque sabía que no era a él a quien yo extrañaba. Hablamos como hacía tiempo que no hacíamos, después él titubeó y me preguntó de repente:

"Yo sé que me llamaste para saber de él, qué quieres preguntarme".

Reí con timidez, realmente yo no sabía cómo disimular, él hablaba y hablaba y cuando llegó a la parte donde me dijo que Chris estaba en México, todo el alcohol que tenía en el cuerpo desapareció en ese momento, y comencé a temer que no había ido a la fiesta por mi culpa.

"¿Cómo esta él...?"

"Para ser sincero..., nada bien. Él finge que está bien, pero no es así. Dulce, la verdad él se siente culpable de dejarte sola con todo...".

Sentí como una presión en el corazón, de pensar que él estaba sufriendo. Me sentí hasta ridícula de preguntar si tenía a alguien. Guillermo debió leer mis pensamientos porque me dijo que el amor no se encuentra, si no que él encuentra a la gente, me dijo que dejara de ser tonta, que fuese a buscarlo, que no dejara marchar ese amor. Colgué con el corazón en la mano... ¿Qué iba a hacer ahora? ¿Ir tras él o dejar las cosas como estaban? Blanca me vio decaída y me preguntó qué estaba pasando. Le conté mi conversación con Guillermo y ella sólo apoyó lo que Guillermo me había dicho. Sus  palabras hicieron que todos mis miedos desaparecieran como por arte de magia. Ella se puso a reír cuando vio que me levantaba rápidamente. Yo había tomado una decisión: iría a buscarlo. Podía ir a su casa, pero allí no era el lugar para conversar sobre eso.

Cuando cogí mi bolso para salir me encontré con él en la puerta de la casa. Casi me caigo para atrás de la sorpresa de verlo allí, su presencia llenó todo aquel espacio, hacía tanto tiempo que no le veía, que me quedé sin palabras... Él me sonrío un poco sin gracia, yo no le devolví la sonrisa, solamente fui en su dirección agradeciendo mentalmente a Guillermo por ser un chismoso muy eficiente. Me acortó el camino de ir a buscarlo porque él ya estaba allí.

Él solamente seguía mirándome, también sin saber qué decir, y yo sonreí  sintiendo cómo las lágrimas me hacían arder los ojos por la felicidad de volver a verlo. Estuve a punto de declararme como una tonta enamorada. Pero él se adelantó, me cogió de la mano y me dijo:

"Ven conmigo...".

Y yo fui como siempre, fuimos para su departamento en Condesa, ninguno de los dos dijo nada por el camino. Estaba nerviosa por ese silencio, me comí lo que me quedaba de uñas. Miraba mi celular y mandé un mensaje a Blanca y Claudia para que avisasen a mi madre que esa noche no iba a dormir a casa, y obvio les dije con quien estaba, ellas me hicieron el favor de no responderme. Ya sabía qué iban a decirme.

Al entrar en el departamento, los recuerdos me asaltaron como si los estuviese reviviendo en aquel momento. Hasta la llave la tenía entre las mías. Miré todo rápido y vi que todo estaba igual. Nuestras fotos, sus fotos... Mis fotos.

"Nada ha cambiado".

Yo suspiré y cerré los ojos antes de contestar.

"Para mí tampoco ha cambiado nada".

"Tú todavía existes en mí...".

No pude contener las lágrimas que fluían de nuevo.

"Perdóname..."; conseguí decir con un hilo de voz.

Yo me quise explicar, quise decir varias cosas. Pero pedir perdón fue lo único que logré decir en ese momento. Él me regaló una de sus lindas sonrisas  y suspiró aliviado.

"Ven acá...".

Tenía ganas de golpear mi cabeza contra la pared, pero las ganas de estar con él eran mayores. Yo corrí para sus brazos que me recibieron abiertos, me quedé en ellos, sintiendo cómo la vida regresaba a mi cuerpo y a mi corazón.

"Soy una estúpida...".

Él se rió besando mi rostro, hasta terminar en mi boca...

"Yo sé...".

Yo le pegué como siempre, antes de sentir sus labios sobre los míos. Después de eso me olvidé del mundo... Quiero decir, mi mundo estaba allí con él entre esas cuatro paredes.

Y decidí que no iba a luchar más contra eso. Dejaría que las cosas fueran como tenían que ser. Él me quería cerca, aun en esa situación... Dejaría de ir contra corriente.

Un día antes de él regresar a Los Ángeles fuimos a cenar y fuimos vistos, intentamos disimular, pero fue imposible y salió la noticia. Pedro casi me come viva... Yo le calmé diciendo que nadie iba a creer. Bueno, salió en la botana, cuando Luisillo llegó y me puso como 30 fotos delante de mi cara...

"¿Será que alguien va a creer ahora?".

Me llevé la mano a la boca, me quedé blanca. De todas las fotos que habíamos comprado esas eran las mejores.

A fin de cuentas, teníamos que celebrar el día de San Valentín...

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