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 Había pasado una hora y media desde la última llamada de mi hermano. Comenzaba a preocuparme. Intentaba focalizar en lo magnífico que se veía el cielo en esa tonalidad oscura llena pequeños puntos brillantes, que de no haber luces en toda la cuidad de igual manera serían suficientes.

Se me erizó la piel cuando una oleada de viento me empujó, haciendo que todo mi cabello rojizo - que era más bien parecido a un naranja, pero me gusta decir rojizo- volara.

Revisé mi teléfono nuevamente después de haber pasado unos diez segundos, y aún sin rastro de Cameron.

Ahora mismo debería estar dentro del restaurante comiendo todo lo que mi hermano pagaría y disfrutando del acogedor calor. En cualquier momento entraría y le robaría la pasta al hombre de bigote. Hablaba demasiado, no lo había visto probar ni un bocado del plato. Y aquí hay gente que es capaz de cometer un crimen por ello.

- Cameron, si ésta es tu idea de sorpresa te aseguro que eres el peor, no te dediques a esto- se me estaba haciendo costumbre hablarle al buzón de voz.

Cameron nunca fue bueno organizando cosas, debí de haberlo pensado antes de salir temprano. Sólo puedo imaginar un escenario, y ese es la casa de su novia. No tengo idea de cuál ésta vez, pero mi querido y hormonal hermano jamás puede resistirse a una chica que está sola en casa. Resultaba algo extraño que fuéramos hermanos mellizos. Éramos tan diferentes, a excepción del color de nuestro cabello, aunque con la luz del sol se veían distintos. Y nuestra piel, tan pálidos que daba la impresión que si nos tocases quedaría marca. Pero nuestros ojos, malditos sean sus putos ojos, eran de un color zafiro. Yo los llamo ojos del tiempo. Había días en los que dependiendo del clima se veían celestes, verdes, hasta azules, siempre manteniendo esa tonalidad fría. Mientras que los míos eran de color mierda, o como a mi madre le gustaba llamar, avellana. Y nuestras personalidades eran totalmente opuestas. Cam era simpático, no es que yo llevara una cara de culo con un cartel de "No me hablen los odio a todos' pegado en la cara, simplemente tenemos perspectivas distintas sobre la gente que nos rodea, y no me apetece hablarles. Pero él siempre debe ser amado por todos. Y si que lo es. Amo a mi hermano, pero en éste momento estoy pensando en mil maneras de matarlo y que parezca un accidente.

Mientras esperaba no tenía más que hacer además de observar a la gente que pasaba a mi alrededor. Y algo muy extraño que noté fue que algunas parecían llevar la misma camiseta negra. Tenía dos hipótesis. Todos venían del mismo funeral, o había descuentos.

Como si el universo me odiara mi batería murió.

Estaba a punto de irme cuando escucho que alguien viene a toda velocidad hacia mí.

-CORRE CORRE CORRE- nunca había visto correr a Cameron en mi vida. Su rostro destilaba miedo y de inmediato pensé lo peor.

- Pero que...

- NO HAY TIEMPO ZANAHORIA ,CORREEEE- Me jaló del brazo obligándome a correr con el. Confundida miré hacia atrás y lo fue aún más al encontrarme con Patricia, la novia de Cameron, corriendo detrás nuestro, pero su rostro emanaba furia y no despegaba la vista de mi hermano.

- Esa es Patricia?- dije con el poco aire que conseguía. Y lo único que recibí fue una mirada sinvergüenza de el acompañado con una risa de niño. Mierda. - que rayos hiciste ahora?

- Solo digamos que nuestras vidas acabarán si nos alcanza. - Cam me tomó más fuerte y aumentó la velocidad. Nunca fui buena en todo lo que requería destreza física. La verdad es que si estaba en forma, no me quejo de mi cuerpo. Pero jamás hice ni un ejercicio. Digamos que en las clases de educación física yo disfrutaba más de lo que se llama dormir.

Giramos a la izquierda hacia una calle poco iluminada, pero para mí sorpresa estaba lleno de personas, parecían estar haciendo una fila.

- Ven, si entramos por aquí la perderemos.

La Canción Que ReescribiremosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora