-Presente-
Paso una semana desde que había comenzado a escribir la biografía de Jess. Nuestra relación se había limitado a mensajes de texto, y si llegara a ser algo urgente, una llamad, pero nunca por mucho tiempo. Era lo más profesional posible, y lo agradecía.
Cada tanto me reportaba con el señor Scott para que el inspeccionara mi trabajo. Estaba complacido. Y eso me hacía feliz, que por fin estaba haciendo lo que me gustaba. Aunque no fuera de todo mi agrado, una parte agradecía la vuelta de Jess. No toda obviamente, aunque en la última semana su regreso siquiera era notorio. Pero de no haberlo hecho probablemente el señor Scott no me hubiera dado esta oportunidad.
Era de madrugada y yo seguía escribiendo. Había cosas de las que no quería escribir, pero eran necesarias. Jess no quería contar absolutamente todo sobre su pasado, y no siempre las verdades. Pero si él lo decidía así yo simplemente hacia caso. Al fin y al cabo, básicamente era mi jefe. Pero sus fans, las que tenía un montón, nunca lo conocerían realmente. Comenzamos con la historia de un pequeño Jesse Aaron Patridge. Un pequeño niño que venía de una familia de clase media, llena de amor, que vivió siempre en el mismo vecindario, con sus padres, los cuales estaban para el siempre que lo necesitaba, y le daban todo el amor del mundo. Esa era una historia hermosa. Aunque todo fuera mentira. No iba a cuestionarlo, no iba decir una sola palabra. Eso era lo que quería, pues lo tendría.
Me levante para tomar mi quinto café. Cuando note que Dobby no tenía comida en su plato. No había parado ni un segundo para darle de comer. Así que en ese momento decidí que era tiempo de descansar. En ningún momento había dejado de trabajar estos días. Era algo realmente difícil, más de lo que creí que seria. Así que termine un párrafo que estaba escribiendo, porque no me gustaba dejar que las cosas quedaran incompletas. Al dejar todo medianamente bien, me fui a dormir. No sin antes darle de comer a Dobby.
Al día siguiente me desperté con un perrito lamiendo mi cara.
-Está bien, ya entendí- levante a Dobby de mi pecho y le di un beso.
Al ver la hora note que ya era medio día. Cuando entré a la cocina por café vi que Griffin ya se me había adelantado.
-Por fin despiertas. Ya comenzaba a preocuparme- me extendió mi taza de café- buenos días.
-Buenos días- dije como pude. No estaba del todo despierta.
-Que son esas cosas negras debajo de tus ojos?
-Cállate idiota. Estoy cien por ciento comprometida con esto, así que no puedo dejarlo.
-No digo que lo dejes Blair. Pero tampoco que te consuma. Debes descansar.
-Ya lo hice- di un sorbo a mi café e intenté tomar mi laptop, pero Griffin me el arrebato de las manos.
-Nada de trabajo hoy. Serás libre. Ten- y acto seguido me dio un calcetín- eres un elfo libre.
No sabía si reír o ahorcarlo con el calcetín.
-Espero que no lo digas por mi estatura. Porque ya te dije, mi estatura está bien, tu eres demasiado alto- y era cierto, mi estatura era un poco más arriba de lo normal.
-Eso es solo una de las razones- tome el calcetín y se lo tire en la cabeza.
-No puedo hoy Griff. En serio.
-No te estoy dando ninguna opción Blair. Necesitas descansar. Vamos a pasear a Dobby, tomamos aire freso, haces la fotosíntesis y luego podemos ir por pastel.
Lo admito, la palabra pastel me convenció. Así que, poniendo mis ojos en blanco, pero entusiasmada, me cambie y salimos.
Hoy hacia un día hermoso. Un sol bellísimo nos iluminaba, y agradecí a Griffin por haber evitado que me lo perdiera.
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La Canción Que Reescribiremos
Fiksi RemajaBlair Lahey es una amante de la literatura, le apasiona escribir historias que se resigna a vivir. Jesse Patridge es un talentoso guitarrista y vocalista de la banda más famosa de la ciudad. Y no es hasta que su historia termina que por fin comienz...