Verdades Ocultas. Capítulo 10

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Al siguiente día estoy de vuelta en el embarcadero, y cuando entro en la casa no están ni mi madre ni Alejandro. Así que aprovecho para ir a la cocina y tomarme un café porque lo necesito como agua de mayo.
Cuando salgo de la casa en la orilla del embarcadero me encuentro a Alejandro pescando. Me falta el aire, está sin camiseta enseñando su cuerpo musculoso, y yo siento que me voy a desmayar en cualquier momento.
Como puedo le llamo y él se da la vuelta con su ya sonrisa, y me mira directamente a la cara.
-¡Buenos días Dani! ¿Algún problema?
Me dice mientras viene hacia donde yo estoy.
-Eh no, solo que no veo a mi madre por ninguna parte. ¿Sabes algo de ella? Alejandro se va acercando cada vez más hasta ponerse enfrente de mi.
-Si claro, se ha ido al pueblo a hacer la compra, ya sabes. Nerviosa, este hombre solo sabe que ponerme nerviosa, bueno y a mil por hora. Esta vez le tengo muy cerca de mi cara, con nuestros labios casi chocándose.
-Bueno si la ves, ¿le dices por favor que quiero hablar con ella?
-Y sin favor también.
Me guiña un ojo siempre lo hace, pero no sé si es para molestarme o porque simplemente es una manía que él tiene.
De pronto una voz nos saca de nuestro mundo, ese que nosotros nos hemos creado en un solo momento.
-Dani hija, ¿dónde estás?
Me aparto de Alejandro lo más que puedo y contesto a mi madre:
-Estoy aquí mamá ya voy.
-Valeee, yo voy dentro de la casa para empezar a hacer la comida.
Cuando me voy a ir Alejandro me agarra del brazo y me pone frente a su cara otra vez, me agarra de un mechón de mi pelo suelto y me acaricia la cara con mi mechón entrelazado entre sus dedos. Está a punto de besarme lo sé, pero la voz de mi madre a lo lejos nos interrumpe:
-¡Daniii!
Me aparto y me voy hacia donde está mi madre, Alejandro se queda solo en la orilla mientras que yo me voy alejando.
Cuando estoy con mi madre en la cocina ella hace las croquetas mientras que yo las voy friendo, hasta que escucho que suena el timbre; es mi madre quien abre la puerta, yo me limpio las manos y salgo de la cocina.
En la entrada de la casa me encuentro a un hombre y a una mujer, que parecen ser que son policías.
-¿Hay algún problema? pregunto mientras yo me voy acercando
-No ningún problema.
¿Tú eres?
Me pregunta la chica morena:
-Yo soy Daniela. ¿Y ustedes?
-Yo soy Hugo y ella es mi compañera Lucía, somos los que llevamos la investigación sobre el accidente de tu padre, y hemos venido aquí para hablar con usted. ¿Podemos pasar?
-Si claro, por supuesto que si. Los cuatro nos vamos directos a la sala.
-Daniela necesito que me digas si tu padre tenía enemigos o algún ajuste de cuentas, algo que nos pueda arrojar un poco de luz.
-Yo creo que no, mi papá era un hombre bueno, respetuoso, cariñoso. Era el hombre al que yo más quería.
De pronto mis ojos se empañan y luchan por no dejar caer su primera lágrima.
El chico rubio asiente con la cabeza, que por cierto es guapísimo. Rubio con los ojos
azules tirando a verdes, alto, fibroso. ¿Y que decir de la tal Lucía? también es muy guapa.
Morena, los ojos marrones muy grandes y alta.
-Bien, aquí te dejamos nuestra tarjeta por si nos puedes ayudar.
Yo le cojo la tarjeta que me
está dando Lucía, se despiden y se van
-Mamá, ¿que pasa?
Mi madre está nerviosa, no sabe muy bien que decirme, así que empieza a contestarme con palabras vagas obligándose a responder.
-No pasa nada hija, confía en mí, ¿si?
Asiento con la cabeza, aunque no la hago ningún caso. No soy tonta, y sé que algo pasa y que mi madre me está ocultando.

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