En Busca De Adela. Capítulo 25.

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Estoy en mi consultorio atendiendo a uno de mis pacientes, pero sin quitarme de la cabeza a Adela, no sé donde está. Desde que la vi aquella noche en el pub no he vuelto a saber nada de ella, y estoy preocupada porque tampoco se sabe nada de Maxi.
Cuando termino decido acercarme a la casa de Maxi, pero cuando llamo a la puerta no me contesta absolutamente nadie.
Así que decido ir a la comisaria para ver si Hugo y Lucía me pueden ayudar a encontrarla.
Cuando entro en la comisaría el que me atiende es un tal comisario Rodríguez, Fernando Rodríguez para ser más exactos.
-¿En que puedo ayudarte?
-¡Hola! Mira si, es que mi amiga ha desaparecido.
El hombre coge una libreta y empieza a apuntar.
¿Cómo se llama su amiga?
-Adela Pardo.
-¿Porqué dice que está desaparecida?
-porque hace días que no hablo con ella y he ido a la casa donde vive con su novio y nadie me abre la puerta.
-A lo mejor es que no quieren abrirle la puerta.
-¿Como dice?
-A lo mejor es eso, que no quieren abrirle la puerta y su amiga anda por ahí como si nada.
Me levanto de la silla y le digo:
-Así funciona la justicia en este pueblo, con creer meras teorías les basta y les sobra sin pensar en lo que pueda haber detrás, por eso muchos delincuentes como Maxi es que vienen a parar en este pueblo.
El comisario enseguida se levanta mirándome con muy mala cara:
-Señorita lo que usted ha hecho se llama desacato, una vez más y duerme en el calabozo.
-A mi no me amenace señor, que yo no le tengo ningún miedo.
-¿Se puede saber como se llama usted?
Me pregunta totalmente alterado.
-Daniela Del Monte Martín.
El señor Rodríguez me mira suavizando su semblante.
-Así que usted es la hija de Felix Del Monte.
Él y yo fuimos grandes amigos, hasta su muerte claro está.
-¿Ah si? Pues mi padre nunca me mencionó que tuviera un amigo comisario. Mire, mejor me voy ya que no me va a tomar enserio.
Cuando salgo me encuentro con Lucía y Hugo:
-Daniela, ¿te pasa algo?
Me pregunta Lucía enarcando ambas cejas.
-Si, Adelita no aparece por ningún lado.
-Anoche nos dijeron a Lucía y a mi que se fueron con unas maletas, igual se han ido de viaje.
Eso enciende mis alarmas, no me gusta que se haya ido de viaje con él.
-Chicos, ¿y no le habéis seguido el rastro?
-Maxi supo evadir la vigilancia.
-¿Pero no era extrema?
Ambos se callan, saben que Maxi se les ha ido de las manos.
Los dejo ahí mientras que decido ir a mi casa, necesito hablar con Adela.
Me siento sobre el mullido sofá muerta de nervios tratando de marcar los números correctamente, pero se me hace imposible.
Cuando consigo llamar me contesta el contestador, Adela no me lo coge, y dudo mucho de que sea porque no quiera.
Pasan una hora, dos horas, tres horas, y nada que me devuelve la llamada.
Son las 7 de la tarde cuando me llaman por teléfono, cuando lo cojo me quedo helada.
-Daniela porfavor ayúdame, he caído en una red de trata de blancas y mañana me quieren llevar a Alemania, porfavor ¡Ayúdame!
De pronto se escuchan gritos, y que forcejean.
Mi única reacción es levantarme del sofá y salir corriendo hacia el embarcadero.
Cuando llego allí al primero que me encuentro es a Alejandro, que pronto se da cuenta de que algo me pasa.
Se acerca a mi y me dice:
-¡Tranquila Daniela! ¿Puedes decirme lo que pasa?
Alejandro me da la tranquilidad que yo necesito y empiezo a explicarle lo que está pasando.
Me agarra de la cara y me suelta:
-Todo va a salir bien, ¿vale?
La voz de mi madre nos interrumpe.
-¿Que pasa?
-Han secuestrado a Adela una red de trata de blancas.
Mi madre se lleva las mano en el pecho y Alejandro se aparta de mi.
-¡Tranquila hija! La vamos a encontrar, pero tenemos que llamar a la policía.
-Antes he ido a comisaría pero el hijo de perra del comisario no me ha tomado enserio.
-Bueno pero también están Hugo y Lucía, así que voy a llamarlos.
Alejandro se va hacia la sala para llamar a Hugo y a Lucía, mientras que mi madre me trata de calmarme.
Veinte minutos después aparecen Hugo y Lucía que intervienen mi teléfono para tratar de buscar la ubicación donde pueda estar Adela.
Cuando la consiguen una patrulla y ellos se preparan para ir a buscarla, y yo también quiero ir pero no me lo permiten.
Así que decido hacerlo por las malas, me meto en mi coche para tratar de seguirlos.
Pero Alejandro que se las sabe todas se mete en mi coche.
-Tú no vas a ir sola a ningún lado, así que conmigo o no vas, tú eliges.

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