LAS PRIMERAS VERDADES (DANIELA Y ALEJANDRO)

58 12 2
                                    

Voy al embarcadero a buscar a Adelita ya que ha venido a sus clases de hípica y esta mañana me ha dicho que vaya a buscarla.
Cuando entro por la puerta escucho a Lucía decir:
-Sara le tienes que decir a Daniela las cosas, le tienes que decir que tú ya lo sabías porque si no el problema se hará aún más grande.
-Señorita Flores la verdad es que no quiero que mi hija se entere aún de todo esto.
Así que yo no aguanto más y digo:
-¿Que no me entere de qué?
-Hija yo pensaba que hoy no ibas a venir.
-Venia a por Adelita que ha venido esta mañana a seguir con las clases de hípica.
¿Que es lo que pasa?
-Hija yo supe desde un principio que tu padre fue asesinado.
¿Cómo? ¿Y porqué no me lo había dicho?
-¿Y ahora me lo vienes a decir?
-Hija yo sé que lo he hecho mal, pero lo he hecho por ti mi amor, porque pensaba que era lo mejor para ti.
De pronto Alejandro se acerca y suelta:
-¡Yo soy Alejandro Valdés!
-¿Así que tú eres hijo de Gerardo Valdés?
Preguntó Lucía:
-Si
-¿Quién es Gerardo Valdés?
Pregunto totalmente alterada:
-Gerardo era mi padre, el amigo que acompañaba a tu padre en aquella noche.
Me siento encima del sofá, no sé que decir solo me quedo callada.
Lucía y Hugo se preparan para irse, no quieren quedarse a escuchar problemas familiares.
-Bueno nosotros tenemos que irnos.
-Claro Agente Flores.
Alejandro y mi madre están callados, no dicen absolutamente nada, mientras que yo no paro de darle vueltas al tema.
-Hay algo que os quiero preguntar, y espero que me contestéis con la verdad absoluta.
Entonces vosotros estáis casados, ¿si o no?
-¡No!
Contesta Alejandro según lo pregunto, se nota que estaba deseando decírmelo.
-Alejandro y yo fingimos estar casados; las personas que tuvieron que ver con el accidente no saben que Gerardo tenía un hijo, así que esa fue la única manera de unirnos y averiguar juntos la verdad.
Vueltas, la cabeza me da muchísimas vueltas, y a la vez dejo de sentirme culpable por enamorarme y acostarme con su supuesto marido. Pero llegó la hora de la verdad, de que mi madre sepa la absoluta verdad, y sé que Alejandro quiere lo mismo que yo.
-Mamá ahora mismo estoy desorientada, no sé qué pensar. Pero quiero que sepas una verdad, y que a lo mejor con esta verdad ya no quieras ni hablarme, pero creo que llegó el momento.
Alejandro se pone a mi lado dándome fuerzas para continuar.
-Alejandro y yo nos hemos estado acostando, no sé en qué momento perdí la capacidad del razonamiento, pero no pude reprimir lo que sentía.
-Sara, ¡estoy enamorado de tu hija! desde el primer momento en que la vi supe que era la mujer de mi vida. ¡Perdón!
Mi madre se levanta del sofá mirándonos con lágrimas en los ojos.
-¿Os habéis estado acostándoos en mi propia casa? No tenéis vergüenza, ni valores, ni decencia ni nada. Me habéis traicionado, ¡mi propia hija!
-No mamá, ¡jamás hemos hecho algo aquí!
-¿Cómo habéis podido hacerme esto?
-Sara sucedió, ¡lo siento!
-¿Se puede saber de qué te quejas mamá?
Mi madre me mira con cara de asesina pero ya me da igual todo, mientras que yo prosigo:
-Si, mamá, ¿de qué te quejas?
La cara de mi madre se pone roja como un tomate, y de la ira ha pasado a poner cara de vergüenza
-Si tú te estuviste tirando al hermano de mi padre, a tu cuñado por eso os separasteis un tiempo; además que Alejandro y tú no estáis casados.
Y empiezo a gritar histérica apuntando a mi madre:
-Me ocultas la verdad sobre mi padre, en todo momento me dijiste que fue un accidente sabiendo la maldita verdad mamá, tú sabías que eso fue un asesinato y te lo callaste, ¿y encima la que se enfada eres tú? ¿Enserio? Mira mamá yo voy a seguir en este maldito pueblo hasta saber que ocurrió con mi padre, pero no te preocupes que no volveré a visitarte nunca más. Y tú Alejandro olvídate de mi y de que existo, no quiero volver a saber nada de ninguno de los dos ¡nunca!
Alejandro y ella se quedan mudos, mientras que yo roja de la ira salgo de la casa llamando a Adelita como una loca.
-¡Adela! ¡Vámonos!
Adelita viene corriendo, no entiende que me pasa, así que nos montamos en el coche y se lo cuento absolutamente todo.
-Pero tía, ¿cómo le dices eso a tu madre?
-Porque ya estaba harta de estar callada. Además, que ni casados están.
¿Te das cuenta Adela? Todo esto es un puto lío de cojones.
Gracias a Hugo y a Lucía he descubierto que mi madre sabía en todo momento que lo que le había pasado a mi padre fue un asesinato.
-¿Enserio? Bueno nena a lo mejor no te ha dicho nada para no preocuparte más.
Yo negué con la cabeza.
-Ella sabía perfectamente lo que yo sospechaba, y ella misma me quitó la idea hace dos años.
-y Alejandro es hijo de Gerardo Valdés el que acompañaba a mi padre en aquella noche.
-¿Qué me estás contando tía?
-Lo que oyes. Lo que si tengo claro es que no quiero nada más con Alejandro; si, lo quiero, lo reconozco, pero esto no puede ser, de momento no podemos tener absolutamente nada.
-Dani
-¿qué?
-Estás muy pálida, ¿te encuentras bien?
-Si, seguramente es por la discusión que tuve con mi madre. Bueno en realidad la discusión que tuve yo sola.
Y me río por no llorar. Lo cierto es que llevo días encontrándome mal, así que seguro que es un virus porque todo me sienta como el culo.
-Adelita, ¿puedes conducir tú? Es que todo me da vueltas y no puedo centrarme en la carretera
-¡Ay, mi niña, claro que si!
Un rato después llegamos a casa:
-¡Gracias por traerme Adela!
-No te preocupes, aunque mañana me tengo que ir a visitar a mi familia porque se han enterado de absolutamente todo, no sé si quedarme contigo no te puedes quedar sola. Y por cierto me tienes que dejar echarte un ojo, mírate, estás hecha una mierda.
-¡Pues muchas gracias, eh! Me encuentro como el culo, todo me sienta mal; me voy a tumbar un rato.
-Vale yo voy a preparar un bizcocho de esos que te gustan tanto.
-¡Gracias!
Subo las escaleras y me tumbo en mi cama.
No puedo parar de pensar en todo lo que ha ocurrido hoy, ha sido tan fuerte, tan extraño.
-¡Daniii!
Un ligero olor hace que me levante y vaya corriendo al baño, ¡dios que asco!
-Danielaaaa, no me digas que estás potando por el olor de mi bizcocho, yo que te lo he preparado con todo mi amor.
Me dice Adelita desde el quicio de la puerta del baño. Cuando por fin paran los vómitos me siento en el suelo.
-¡No puedo más! No me puedo creer que por el estado de nervios en el que me encuentro me
ponga así, aunque realmente llevo días sintiéndome así de mal, no tan fuerte pero si.
-Dime todos los síntomas que has tenido durante los últimos días.
-Nauseas, todo me da asco, todo me da vueltas.
Adelita se tapa la cara con las manos, y yo me empiezo a temer lo peor.
-Daniela, ¿tú no estarás embarazada? ¿no?
-¿Embarazada?
-Si, Daniela, eso es lo que ocurre cuando dos personas echan un polvete sin protección.
Y la idea no me parece tan descabellada, al final de cuentas no recuerdo haberme tomado la píldora. Y joder, quisiera morirme.
-Lo importante ahora es comprar una prueba de embarazo.
-¿Tú estás loca Adela? Si me conoce todo el puto pueblo.
-Bueno tranquila que para eso estoy yo, así que ahora vengo.
Me levanto del suelo y bajo la escaleras ya que están tocando la puerta, así que abro y para mi sorpresa es Alejandro, mis ojos se empiezan a llenar de lágrimas.
Alejandro me agarra de la cara y me besa.
-¡Suéltame!
Estoy muy, pero que muy enfadada.
-Dani, ¡mi amor! Yo entiendo tu rabia, ¿vale? pero joder, entiéndeme mi padre también estaba ahí, mi padre también se mató en ese accidente. ¿Tú crees que a mi no me duele?
-Tendrías que habérmelo dicho, y tal vez los tres buscar la verdad de toda esta puta mierda Alejandro. Pero no, decidís hacer el gilipollas fingiendo estar casados, ¿Pero vosotros estáis locos o qué?
-Fue la única manera de aliarnos sin que sospecharan de quién era hijo, ¿no te das cuenta del peligro que nos rodea o qué?
-Alejandro ¡vete! No quiero verte, de verdad. ¡Yo te quiero! Eso a estas alturas no lo puedo negar, pero entre tú y yo no hay absolutamente nada, entiéndelo.
Alejandro vuelve a agarrarme de la cara y choca su nariz contra la mía.
-Si no quieres hablar conmigo lo entiendo, pero habla con tu madre. Está destrozada, te necesita.
-La relación entre mi madre y yo ¡se acabó! como también contigo.
-No tomes decisiones tan a la ligera, te puedes arrepentir.
Se da la vuelta y se va, y yo no puedo parar de llorar, son preocupaciones por todas partes.
-Ya llegué. Escúchame Dani, he cogido tres pruebas, hazte las tres.
Voy al baño y hago lo que indica el prospecto, y sin mirar el resultado le doy a Adelita las pruebas de embarazo, tengo miedo.
-Positiva, positiva, y positiva. ¡Enhorabuena, vas a ser mamá!
Y me desplomo sentándome en el sofá, ¿y ahora qué voy a hacer?
-Lo vas a tener, ¿no?
-Claro que si Adela.
-tendrás que contárselo a Alejandro, ese hombre con lo que te quiere se va a volver loco.
-¡No!
-¿cómo que no? Dani no seas egoísta, ese niño también es de Alejandro tiene todo el derecho de saber que va a ser papá, ¡por dios Daniela!
-Este niño es mío, ¿vale? Y aunque no venga en el mejor momento créeme que estoy muy feliz de saber que pronto voy a ser mamá, que por fin tengo una alegría de vivir; esa alegría que perdí cuando se fue mi padre...
Adelita me abraza y me consuela.

Una isla de dudasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora