¡Estoy Embarazada!

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Tengo decidido contarle a mi madre que estoy embarazada, así que bajo las escaleras y voy hacia la sala, ahí me encuentro con mi madre sentada en el sillón frente a la chimenea leyendo un libro. Voy hacia donde está y me siento a su lado.
-Mamá
Mi madre me mira sonriendo
-¿Qué pasa hija? ¡Uy, qué pálida estás!
-Si mamá de eso quería hablarte, mamá yo…
Pero me quedo callada.
-Dani, hija dime lo que sea que te está pasando, dale mi amor.
Cierro los ojos y lo suelto antes de que me arrepienta.
-¡Estoy embarazada!
Mi madre me mira y por un momento pienso que se le van a salir ojos de las órbitas.
-¡Ay, hija! ¿Pero cómo no me lo habías dicho?
-Mamá porque no estaba preparada.
Empiezo a llorar, creo que las hormonas están pudiendo conmigo, estoy más sensible que nunca.
Mi madre me abraza.
-Hija, yo siempre voy a estar para ti. ¿Alejandro ya lo sabe?
-No, aún no le he dicho absolutamente nada, no me atrevo.
-Hija yo no quiero meterme en tus asuntos pero creo que él tiene derecho a saber que va a ser papá.
-Se lo diré te lo prometo.
Me adentro en el bosque y veo a Alejandro sin camiseta partiendo leña con un hacha, ¡joder que bueno está!
El se percata que yo estoy detrás, así que se da la vuelta y me sonríe.
-¡Vaya! Hoy parece que estás mejor
-Si. ¡Oye Alejandro! Yo quería decirte algo.
-¿Que?
-Estoy Em…
Pero no termino la frase porque me desmayo, todo se vuelve negro.
Un rato después estoy tumbada en mi cama con un paño en mi cabeza y con Alejandro a mi lado cuidándome.
-¿Estás bien?
Alejandro me mira sonriendo pero también preocupado.
-Si, es que no me encontraba bien.
-Ya veo. ¿Quieres ir al ambulatorio?
-¡No! Estate tranquilo, ¿vale? No ha sido nada, seguramente es producto de mi anemia.
-Creí que estabas en tratamiento.
-Y lo estoy, pero seguramente necesito algo más fuerte, así que no te preocupes que le diré a Adela lo que me ha pasado y seguramente me dará otra cosa más fuerte.
Noto que Alejandro no me cree del todo, pero opta por callarse y seguirme la corriente. Seguramente lo hace para que yo esté tranquila, pero lo conozco y sé lo que está pensando.
-¡Te echo de menos!
Mierda, ahí está otra vez.
-Joder, ¡es que yo te quiero! ¿Me vas a estar evitando toda la vida?
Yo no digo nada, Alejandro se acerca a mi y me besa.
Yo le sigo el beso y no soy capaz de separarme de él, así que lo profundizo cada vez más.
Él cada vez me besa más fuerte mientras que yo le sigo encantada, pero otra vez esas alarmas de advertencia se entrometen y hacen que me separe de él.
Alejandro se pone de pie y me dice lo más fríamente posible:
-Voy a traerte algo de comer.
Las lágrimas me caen rodando por la cara, sinceramente estoy muy cansada de absolutamente todo.
Alejandro me trae una sopa pero el olor empieza a darme muchísimo asco, así que me levanto corriendo y me dirijo al baño ante la atónita mirada de Alejandro.
Voy hacia el inodoro y empiezo a vomitar todo el contenido de mi estómago mientras que Alejandro me aparta el pelo, ahora si que le tengo que decir la verdad, no se la puedo ocultar más.
Me ayuda a levantarme y me lavo la cara, mientras que Alejandro me mira con su mirada inquisidora.
-¿Me vas a seguir diciendo que esto se debe a una anemia?
-¡No! Pero si que es cierto que la tengo.
-Pero, hay algo más, ¿verdad? ¿Que?
-Lo primero de todo espero que no te cabrees, he estado con muchísimo estrés y sé que tienes todo el derecho del mundo en saberlo.
¡Estoy esperando un hijo tuyo!
El semblante serio de Alejandro cambia por uno más suave, me agarra de la cara muy sonriente.
-Así que vamos a ser papás.
-Alejandro yo no te voy a quitar tus derechos, es decir, compartiremos la custodia del bebé pero entre nosotros ya no va haber absolutamente nada.
-Daniela, ¿Porqué? Nos queremos, vamos a tener un hijo, ¿que más quieres?
Joder, lo tenemos todo para ser felices.
-Pienso que lo nuestro nunca va a funcionar y mucho menos por la forma en la que empezamos, dejaste que pensara que estaba traicionando a mi madre cuando realmente no teníais absolutamente nada.
-Vale, si, te entiendo. Pero tampoco te puedes tirar toda la vida cabreada por ese tema, entiende mis razones.
-Yo las entiendo, pero de momento tú y yo no podemos estar juntos.
Alejandro abre la puerta de mi habitación y se va.
Un rato después, ya duchada bajo las escaleras y me dirijo hacia la sala ya que he visto a Lucía y a Hugo entrar.
Cuando entro en la sala mi madre está llorando como una condenada con Alejandro tratando de consolarla.
-¿Que pasa?
Y Alejandro me dice:
-No creo que en tu estado sea conveniente que veas ese video.
-¿Que video?
Lucía se acerca a mi y me obliga a sentarme en el sofá.
-Hugo y yo hemos encontrado un video de la noche del accidente en la nave que era de Maxi.
-No me digas que son las mismas grabaciones que desaparecieron.
-Si, pero también hemos encontrado unos documentos que te pertenecen junto con unos mapas.
Lucía me los entrega, son los documentos que me desaparecieron aquel día en mi casa del pueblo.
-¡Gracias Lucía! Y no, no quiero ver el video, creo que eso sería muy jodido y no quiero verlo.

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