Alejandro Y Daniela Parte 30

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Estamos ya casi cerca de una verdad.
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No he dormido casi nada ya que me he pasado la noche pensando porqué Alejandro no durmió anoche en la habitación de mi madre.
Bajo las escaleras y me encuentro con mi madre, Adelita y Alejandro desayunando en el comedor.
Yo me siento en la mesa con ellos aunque no tengo nada de hambre, aún así me obligo a tomarme un café.
-Mamá, ¿puedo hablar contigo a solas en el despacho?
Pregunto ante la mirada de Alejandro y Adela.
-Si claro, ¡vamos!
Las dos nos levantamos de la mesa y vamos directamente al despacho, una vez allí cierro las puertas correderas para que nadie nos escuche.
-¿Te puedo preguntar por qué Alejandro no duerme en la misma habitación contigo? ¡Sois pareja! Se supone que tendríais que dormir juntos, ¿no?
Mi madre me mira dubitativa, me mira como si yo le escondiera algo (y si, me estoy tirando a su marido. ¿Te parece poco?)
-¿Y tú porqué sabes eso?
¡Mierda! Pero con mucha tranquilidad o eso creo yo, le contesto:
-Anoche bajé a por un vaso de agua, y cuando subí le vi entrar en una habitación que no era la tuya.
Vale, parece que la he convencido…
-Discutimos anoche y por eso durmió en otra habitación, ya sabes nena problemas de
matrimonio.
Pero por su forma de decírmelo con ese nerviosismo no me la creo, y realmente estoy empezando a pensar que entre ellos no hay nada. Y no sé porqué pero una ligera corriente me recorre el cuerpo. Espera, espera, espera. Daniela porfavor no te emociones que ahora mismo no te conviene enamorarte. Si claro, como si eso lo podría controlar alguien ¡ja!
-Perdón mamá, no quería molestarte.
-No te preocupes hija, es normal que preguntes.
Salimos las dos del despacho, cojo mi bolso y me dirijo a la biblioteca del pueblo.
-¡Hola Felisa! Los libros de historia donde están?
-En el segundo pasillo a la derecha.
-¡Gracias!
Necesito un libro y he escogido historia, la historia de toda la vida me ha gustado mucho ya que necesitaba despejar la mente ya que hoy tengo el día libre.
Cuando cojo el primer libro siento que alguien está detrás de mí, me doy la vuelta y para mí
sorpresa es Alejandro.
-¿Qué haces tú aquí?
-Pues nada que he visto tu coche aparcado ahí fuera y entré para ver si te veía, y aquí estás.
De pronto me agarra y pega su frente con la mía, mientras que yo intento apartarme.
-Alejandro nos van a ver, ¡para porfavor! Mientras forcejeamos el libro se me cae de las manos y se abre, dentro hay un mapa doblado; así que lo cojo y lo abro, y para mí sorpresa es un mapa del embarcadero.
El semblante de Alejandro cambia y se pone pálido, el mapa le ha impresionado igual o más que a mi.
-¿Qué coño es esto?
-Es un mapa del embarcadero.
-Si Alejandro pero ¿qué hace aquí?
-No lo sé Daniela estoy igual de impresionado que tú.
salimos de la biblioteca y nos metemos en el Pub del pueblo que está justo enfrente.
-¿Quieres un café?
-Sí, y que esté bien cargado porfavor.
Alejandro se dirige a la barra para pedir los cafés.
¿Qué hacia este mapa en la biblioteca? No me lo explico, cada día entiendo menos. Lo que está claro es que alguien se ha querido deshacer de él, aunque lo más lógico es que lo hubiera quemado o algo.
-Tómatelo anda que estás muy pálida.
Me tienes que contar que te pasa, ya sabes que cuentas con todo mi apoyo.
-Quizás es el estrés, lo que tengo contigo a espaldas de mi madre; me siento como una traidora. ¿¡Que coño me siento?! ¡lo soy!
-No deberías sentirte culpable.
-¡De puta madre! Mira Alejandro ya hablamos después ¡adiós!
Y me voy del Pub sin dar
tiempo a que me diga nada más.
Así que me voy para mi casa necesito descansar, porque cada vez me encuentro peor.
Habré cogido algún virus o algo porque desde esta mañana tengo unas ganas irrefrenables de vomitar, así que eso hago.
Cuando llego a mi casa me tumbo en mi cama, no quiero saber nada ni de nadie.
Un ligero olor a comida que viene desde la cocina me revuelve el estómago, así que me levanto corriendo hacia el baño para vomitar.
Cuando me recupero bajo las escaleras encontrándome con Adelita en la cocina.
-¡Hola preciosa! He llegado hará como veinte minutos, y como aún conservaba las llaves de tu casa pues me he tomado la libertad de entrar.
-Adelita sabes perfectamente que esta también es tu casa, puedes entrar cuando tú quieras.
Adelita se acerca a mi y me toca la cara.
-¿Estás bien? Joder Dani estás súper pálida.
-Es que me encuentro algo mal, pero no te preocupes ya se me está pasando.
-¿Seguro?
-Si, si, si. De verdad no te preocupes que ya me encuentro mucho mejor.
-Pero Dani, si estás con el estómago revuelto no puedes comerte una hamburguesa.
-Adelita, ¡tengo muchísima hambre! Así que porfavor cuando las termines me das la mía ¿Vale?
Adelita asiente con cierto mosqueo en la cara, y me dice:
-Vaaleee. En mi vida te había visto tan famélica, ¿Seguro que estás bien?
Y yo asiento sentándome en el sofá.
Un rato después estamos disfrutando de nuestras maravillosas hamburguesas mientras que le cuento todo lo acontecido con Alejandro, con todo el tema de Maxi no he tenido la oportunidad de contarle lo que ha pasado entre Alejandro y yo.
-¡Que fuerte! Y tú lo quieres, ¿verdad?
-No digas tonterías Adela.
-No son tonterías y tú lo sabes muy bien. Tu problema es tu madre y tú misma, así que Daniela mi consejo es que te mantengas despierta y que aclares muy bien tus sentimientos.
Cuando terminamos de cenar cada una nos vamos hacia nuestras habitaciones, y yo me paso toda la noche vomitando y mareada, no entiendo que coño me pasa.

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