Hugo Y Lucía, ¿Te Quieres Casar Conmigo?

51 12 2
                                    

Han pasado tres meses y ya estamos de vuelta en Alcobendas.
Mi padre y yo hemos quedado en un bar para picar algo.
-Lucía me he enamorado.
Yo casi me atraganto con el arroz con leche.
-¿Y cual es el problema? Papá hay que ser feliz o al menos intentarlo, ¿no crees?
Mi padre me sonríe, y no puede estar más de acuerdo..
-¿Quién es la afortunada? Le pregunto con muchísima curiosidad, a mi a cotilla no me gana nadie.
-Es una amiga de tu tía y se llama Conchi.
-Ah bueno, pues ya me la presentarás.
-¡Trato hecho!
Estoy entrando en mi casa cuando escucho el sonido de un claxon, es Hugo.
-¡Oye morena! ¿Te vienes a dar una vuelta?
-¿Ahora? Hay que ir a votar.
-¡Ay, es verdad! No me acordaba.
Venga va, vamos a votar y después nos damos la vuelta que te he prometido.
-Venga vale, vamos…
Votar solo nos ha llevado 20 minutos así que es perfecto…
Estamos en el retiro, ha preparado un picnic. Y aquí estamos con la tortilla de jamón y queso que me encanta, y él lo sabe.
-Lucía hemos pasado por muchas cosas tú y yo, y quería pedirte una cosa por eso te he traído
aquí. Bueno en realidad quería invitarte a cenar, pero tampoco es que seas muy romántica.
¡Madre mía que nervioso está!
-Hugo al grano porfavor porque me estás poniendo muy nerviosa.
Hugo cierra los ojos y lo suelta de carrerilla.
-Lucía, ¿te quieres casar conmigo?
-¡Siiii!
Nos levantamos del campo y mientras me pone el anillo nos besamos. La gente de
alrededor nos aplaude encantada.
Así que nos vamos a su casa, nos desnudamos y nos metemos en su cama dispuestos a no soltarnos nunca más.
¡Joder que bien se siente estar en sus brazos!
Ya necesitaba de su calor, de sus besos, de sus acaricias.
Después de que volvimos a Alcobendas no tuvimos tiempo de estar juntos, ya que tuvimos que trabajar muchísimo. Entregar todos los informes del caso de Félix y Gerardo y también el de Gema.
Fueron meses complicados pero gracias a dios pudimos superarlo y seguir con nuestras vidas.
Daniela volvió a vivir, y ahora con muchísima más razón con ese bebé precioso que ha traído al mundo, y que decir de Alejandro que ahora mismo no se cambia por nadie.
-¿En que piensas morena?
Estoy apoyada en el pecho de Hugo mientras que él me da un beso en la frente.
-En todo lo que hemos vivido y en el bebé de Daniela, ¡que lindo es!
-¿Quieres uno?
Hugo me mira sonriente y yo pregunto:
-¿No crees que vamos demasiado deprisa como para tener un bebé?
-!No! Tengamos uno.
-A ver, a ver. Para el carro Manolo Escobar, que esto no es comprarse un par de zapatos, eh.
Tener un bebé es muchísima responsabilidad y nosotros no somos responsables ni de nosotros mismos.
Hugo se empieza a descojonar, se ríe a todo pulmón mientras que yo lo miro con una cara seria.
-¿Se puede saber de que te ríes?
-Es que tienes un salero.
Y se sigue riendo y yo le doy por imposible.
Cuando para me sube encima de él y mirándome a los ojos me dice:
-Yo estoy más que preparado para ser papá, pero solamente lo seremos cuando tú quieras y estés preparada, mientras vamos a seguir disfrutando de esto tan bonito que nos embarga a los dos. ¡Te quiero morena!
Y yo me derrito por él, lo quiero más que a nada en este mundo, y estoy segura que a partir de ahora todo irá bien, y que todos los misterios del pasado se quedaron ahí, en el pasado.

Una isla de dudasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora