Capítulo 25

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Doma observaba a la joven peliblanca, quien, con rapidez, comía de los pasteles sobre la mesa. Él estaba sorprendido que alguien pequeña y delgada fuera capaz de comer tanto.

-Por cierto, ¿cómo sacó mi yeso?-le preguntó ella con la boca llena de comida.

-Tengo personal que sabe sobre eso-le respondió limpiando con una servilleta la mejilla de la niña. Se había manchado con un poco de mermelada de fresa.

-Aún me duele un poco mi pierna, por cierto, ¿sus ojos son naturales o son lentes de contacto?-le preguntó con curiosidad.

-Son naturales.

-Na, no le creo-dijo ella sonriendo con incredulidad-quiero averiguar-levantó acercando su mano su ojo.

-Te digo la verdad jaja...-rio con nerviosismo alejando la mano de Ume.

-Ow... así que es verdad...que genial-luego volvió su vista a los bocadillos-el sabor de estos pasteles se me hacen familiares, ¿dónde los compró?

-En una panadería, la mujer que atendía era bastante amable.

-¿Era anciana?

-Si.

-Mmm...-ella dejó de comer los bocadillos y pensó si tal vez seria el mismo lugar donde antes trabajaba su hermano.

-Señor, ya llegó.

-¿Quién llegó?-preguntó Ume ladeando su cabeza.

-Gyutaro-le respondió él con una sonrisa.

-¡Hermanito!-chilló la peliblanca intentando levantarse, pero debido a que tenia una pierna lastimada terminó cayendo al suelo, captando la preocupación del rubio. 

-¡Ume!-exclamó su hermano acercándosele.

Ella se sentó en el suelo y extendió sus brazos, recibiendo un abrazo por parte de su hermano. No pudo evitar soltar unas cuantas lagrimas, lo extrañaba.

-¡Ese lugar era feo!-lloriqueó-¡Hacia frio y estaba todo sucio, además, ni siquiera hablaban conmigo!

-Ume, ¿qué te paso?, por qué tienes tu mano y pierna vendada?-le preguntó con preocupación su hermano. 

-Ese día que vinieron a secuestrarme, estaba encerrada en tu habitación, ellos iban a entrar así que salté por la ventana y terminé rompiéndome la pierna, y lo de mi mano...uno de esos tipos me la lastimó.

-Lo siento, esto pasó por un error que cometí.

-No importa-le dijo sonriendo-lo importante es que ya estamos juntos.

-Si...-le sonrió acariciado su cabeza. Luego fijó su vista en el rubio-gracias.

-No es nada, has cumplido bastante bien tu labor.

-Mira, estaba comiendo de esto-la peliblanca le mostró un trozo de pan trenzado-¿quiéres?

-No, quizás seria bueno llevarte al hospital para que te revisen-dijo refiriéndose a sus extremidades lesionadas.

-Esta bien-le dio un mordisco al pan.

Gyutaro al fin podía sentirse aliviado al tener de nuevo a su pequeña hermana. Aunque ahora odiaba mucho más a aquellos sujetos que la dañaron, quería deshacerse de ellos para así asegurarse que jamás la volverían a lastimar. Pero por ahora no era momento de pensar en la manera de vengarse, debía atender la salud de Ume, eso era lo primordial. 

-Ya deberíamos ir nos-dijo el bicolor.

-Pero aún no termino de comer-se quejó la de ojos azules.

-Esta bien, entonces come y luego nos iremos.

En cuanto a t/n, estaba en su habitación mirando aquellas fotos de Gyutaro que tenia guardadas. Él había  sido sincero en todo con ella. A pesar de ser algo tan serio como un asesinato, se lo contó porque confiaba en ella, y no quería ocultarle nada. 

No le había contado sobre esa obsesión enfermiza que tenia con él. Y eso no estaba bien. Debía decirle la verdad sobre su pequeño secreto.

Escuchó la puerta del primer piso abrirse. Alguien había llegado. De inmediato guardó las fotos de vuelta en la caja. Metió la caja debajo de su cama y bajó a la primera planta para llevarse la sorpresa de que su padre había llegado.

-Hola padre-le saludó ella.

-Hola-le saludó él sin siquiera mirarla, dirigiéndose hacia las escaleras.

-¿Qué tal te fue?-le preguntó tratando de sacar conversación. 

-Bien, por cierto, escuché que estas saliendo con un chico.

-¿Cómo supiste?-lo miró confundida.

-Unas vecinas estaban hablando sobre eso, solo lo escuché. 

-Bueno, quizás sea verdad-ocultó sus manos tras la espalda. 

-¿Es un criminal?-le pregunto de manera seca.

-¿Qué?, ¡claro que no!, ¿por qué lo dices padre?-esto la enfado un poco.

-Eso dijeron ellas, dicen que tiene tatuajes en la cara, además de tener el cabello teñido como esos chicos rebeldes.

-Claro que no, lo que tiene en su cara no son tatuajes, son manchas-explicó-las tiene de pequeño.

-¿Cómo se llama?

-Se llama Gyutaro, y es muy agradable, no es como lo mencionan esas mujeres habladoras, es totalmente diferente a como te lo dijeron.

-¿Ah si?-dijo incrédulo-mejor ponte a estudiar.

-¿Por qué no me crees?, prefieres creerle a esas habladoras antes que a tu propia hija.

-¿Disculpa?

-Siempre es lo mismo...jamás me escuchas-lo miró con un leve odio.

-¿Cómo quieres que te escuche si estas saliendo con alguien que no corresponde?

-Gyutaro no es como te dijeron ellas, ¡créeme de una vez papá!-exclamó frustrada. 

-Te creeré cuando hagas algo productivo con tu vida.

-¿Qué?...

-Te la pasas todo el día encerrada en tu habitación, nunca he visto que traigas amigos, ¿aunque sea puedes hacer un esfuerzo y ser más sociable?

Ella permaneció en silencio. ¿De verdad era capaz de decirle eso? Ni siquiera había sido capaz de estar con ella desde que su madre murió.

-Ni siquiera te tomas el tiempo de preguntarme como me va en la universidad o te tomas la molestia de saber como me siento, ¿y me vienes a decir eso?-enarcó sus cejas con furia-¡eres tan hipócrita!, hablas de mi como si me conocieras y ni siquiera estas presente en todo el día-exclamó.

De inmediato él le propinó una bofetada.

-¿Quién te crees que eres para hablarme así?, insolente. Ya veo que juntarte con ese tipo te hiso mal, más te vale alejarte de él-le dijo de manera amenazadora.

T/n simplemente lo miró con odio y subió a su habitación, era obvio que no se alejaría de Gyutaro, aunque eso significaba que tuviera problemas con su padre, no le importaba en lo más mínimo. 

-¡Más te vale hacerme caso t/n!-le gritó desde el primer piso.

Ella se encerró en su habitación. No pensaba seguir la estúpida disputa con su padre.


"El interior" (Gyutaroxrayis)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora