Finalmente el semestre de t/n había terminado. Ahora ella no tendría que preocuparse de las clases hasta el siguiente semestre. Pero había algo de lo que si se preocupaba. Gyutaro. Durante toda la semana no lo había visto, y eso le preocupaba, ya que la última que vez lo vio parecía estar distraído por alguna razón. ¿Qué le habrá pasado? Se preguntaba mientras miraba aquellas fotos escondidas dentro de una caja.
En cuanto al de puntas verdes, se encontraba trabajando. La semana para él había transcurrido ligeramente normal. Aunque de todas formas él siempre estaba en alerta, no quería que lo tomasen por sorpresa como la última vez.
La mayor parte del día pensaba en qué haría cuando esos sujetos volviesen, ¿quizás debería ir a la policía a dejar constancia de esto?, así el asunto se acabaría de una vez por todas. Suena como una buena idea, pero él no lo haría, no sabia hasta qué punto serian capaces de llegar estos sujetos si se enteraran que él iría a la policía a denunciarlos. Además hay que ser honestos, estos sujetos uniformados no harían nada al respecto, ya que no tiene pruebas de nada, un dedo roto no comprueba nada. Seguro ellos pensarían que se lo rompió de cualquier otra forma, quizás, en algún accidente. La policía no haría mucho al respecto. Otra solución seria entregar a su madre, pero para eso tendría que planearlo bastante bien, ya que esta mujer salía a menudo de casa y casi siempre que llegaba era junto a hombres o solo para tomar y dormir.
Luego de pensarlo por unos minutos, finalmente se decidió por lo que haría.
...
-Hey, ¿qué tal muchacho?-le preguntó un hombre detrás de él-supongo que ya tienes lo que nos debes, ¿no?
-Síganme, les daré lo que piden-les dijo Gyutaro.
Los sujetos se miraron entre sí dudosos, ¿deberían seguirlo?, de todas formas, ¿qué podría hacerles aquel chico?, seguramente nada. No correrían peligro si lo seguían.
Los hombres lo siguieron.
Al llegar al destino, se dieron cuenta de que estaban frente a una casa, era la casa de aquel chico. Él abrió la puerta.
-Pasen-les dijo él.
Aquellos hombres entraron al lugar mirando a su alrededor.
-Esperen un momento-les dijo Gyutaro subiendo las escaleras para llegar al segundo piso.
Luego de unos segundos se escuchó las quejas de una mujer.
-¡¿Quién te crees que eres maldito idiota?!-le gritó su madre con rabia.
Gyutaro solo la ignoró sin soltar el agarre de su brazo. La obligó a bajar las escaleras sin importar que ella bajase con cuidado. Luego la empujó enfrente de los hombres. Ella cayó al suelo con brusquedad.
-Ahí esta quien les debe dinero-dijo el joven.
Aquellos hombres fijaron su vista en la mujer. Efectivamente era ella.
-¿Qué hacen ustedes aquí?-les preguntó ella asustada.
-Llámalos y diles que ya la tenemos-dijo uno de ellos.
-Bien muchacho, nos diste al cerdo-dijo el hombre, quien días atrás le había apuntado con un arma-ahora ya no tienes cuentas pendientes con nosotros.
Gyutaro por fin pudo suspirar aliviado, necesitaba oír eso.
-Al menos eso me gustaría decirte, pero, ¿quién nos devolverá el dinero que perdimos gracias a esta perra?-dijo mientras encendía un cigarrillo.
-Eso no me importa, no es asunto mío, solo llévensela y no vuelvan-le respondió Gyutaro con fastidio.
-Escucha, muchacho, sé que estarás harto de todo esto, pero entiende, hemos perdido demasiado dinero con ella, y si no lo recupero, yo y otros nos llevaremos el peso de eso.
-¿Qué demonios quiéres ahora?
-Deberás recuperar ese dinero, chico-le dijo él hombre mientras inhalaba el humo del tabaco.
-¿Qué?, ¡pero si ya les entregué a quien les debía el dinero!-exclamó enojado.
-Trabajarás para nosotros.
-¡No lo haré, yo no tengo nada que deberles a ustedes, jódanse!-les gritó.
El hombre, con tranquilidad, sacó su revolver y apuntó hacia las escaleras. Jaló del gatillo. El estruendo hiso que Gyutaro diera un respingo del susto. El bicolor fijó su vista en las escaleras y vio a su hermanita asustada. ¿Qué hacia ella ahí?, ¿por qué había salido de su habitación?
-La curiosidad mató al gato-dijo el hombre guardando el arma en un bolsillo dentro de su abrigo-mañana te llegará una carta, muchacho, más te vale leerla y hacer caso a las instrucciones que se indican.
-Ya llegaron, debemos irnos-dijo uno de los sujetos.
-Esta bien, nos veremos luego muchacho-le dijo el del cigarrillo para luego salir de la casa.
El resto de los hombres se fueron de la casa llevándose con ellos a la madre.
Esto era una completa mierda, al final entregar a su madre no había servido de nada, de todas formas, él debía pagar esa deuda, ¿pero, por qué?, era tan injusto, ¿por qué él tendría que arreglar el desastre de su madre?, esto iba de mal en peor, ¿tanto era pedir el poder vivir tranquilo?, bueno, al parecer, la tranquilidad no era algo que él pudiese tener.
-Hermanito...-le llamó Ume sin moverse de su lugar, seguía asustada-¿q-qué haremos ahora?
Era una buena pregunta, pero lamentable él no tenia la respuesta. Pero tampoco quería que ella se metiese en el asunto, lo único bueno de todo esto es que a ella no la habían metido a trabajar para esos tipos. A pesar de toda la mierda que estaba pasando, había algo bueno después de todo.
-Déjamelo a mi-le respondió-es mejor que vayas a dormir.
-Tengo miedo...-dijo ella.
Parecía una niña pequeña en estos momentos. Estaba asustada y necesitaba el apoyo de alguien, a ella le costaba digerir la situación en la que se encontraban. De sus ojos unas cuantas lágrimas se asomaban.
Él se le acercó y se puso de cuclillas acariciando su cabeza.
-No te preocupes, todo estará bien, yo me haré cargo.
-¿Pero y si te pasa algo?-le preguntó con los ojos cristalizados.
-No sucederá, lo juro-dijo él tratando de sonar seguro.
-Esta bien...pero aún así no podré estar tranquila...
-¿Qué tal si vas dormir?, al menos ya no debes preocuparte porque mamá regrese a casa, ella ya no vendrá jamás-le aseguró.
Ella asintió y se fue a su habitación, su hermano tenia razón, quizás descansar le haría mejor.
El día siguiente llegó, y Gyutaro no podía dejar de sentir un nudo en la garganta. ¿Qué diría esa carta?, ¿qué clase de trabajos haría para esos tipos? Por más que lo pensaba, no podía evitar que cada vez se pusiera peor la situación.
Ya se encontraba en el local, su hermana había quedado en casa. La señora no podía evitar dar miradas de preocupación al ver al chico tan distraído y preocupado, ¿qué le estará pasando?
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"El interior" (Gyutaroxrayis)
Fiksi PenggemarAquella chica solía ir a visitarlo, pero él no lo sabia. Ella tenia sentimientos por él, en cuanto a él, ni siquiera sabia de su existencia. Él no era perfecto, pero eso no le importaba a ella, lo querría a pesar de su apariencia.