Capitulo 2

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-Oye, ¿por qué tienes eso?-le preguntó Gyutaro mientras con su mano señalaba la foto.

T/n solo guardó silencio y se quedó inmóvil, al igual que una estatua.

Por un lado ella estaba feliz de que por fin él le hablara y supiera de su existencia. El problema era que la situación no era la que esperaba para poder hablar con él. 

-Estúpida perra, eso dolió-escucharon hablar al sujeto quien t/n le había propinado un golpe en su parte intima.

T/n logró recuperar la compostura y se levantó para al instante salir corriendo del lugar.

Esto solo confundió un poco al de puntas verdes. Cualquiera que fuese la razón por la que ella tenia una foto de él no era nada bueno. Debido a las burlas y el bullying que sufrió por parte de los demás hacia él, el que t/n tuviese una foto suya solo lo llenaba de dudas e inseguridades. Las personas nunca tenían buenas intenciones.

...

Sus pasos iban apresurados hacia su casa. Por más agitada que estuviese su respiración no pretendía detenerse. La vergüenza la mataba y prefería a seguir corriendo (a pesar de ya estar fuera de la vista del bicolor) a caminar con normalidad y tomarse un respiro. El frio que inhalaba provocaba que sus pulmones dolieran, no era buena en el deporte, nunca lo fue. Finalmente decidió detenerse y mirar detrás de ella. Solo había gente caminando. Ella suspiró tratando de calmar su respiración.

¿Cuánto habré corrido?

Se preguntó con sus mejillas sonrojadas.

Por suerte, el haber corrido tanto le permitió llegar a su casa más rápido.

Al entrar a su hogar una conocida soledad se sintió en el ambiente. Su padre llegaba tarde a casa debido a que su horario laboral le tomaba la mayor parte del día. Aunque estar sola para ella no era tan malo, podría hacer lo que le gustaba sin tener que limitarse. Solía ver alguna serie o jugar videojuegos en su ordenador para así pasar el tiempo. Comía a la hora que se le diera la gana, de todas formas, nadie le diría nada. 

Se dirigió a la cocina para prepararse algo, no pudo comer nada en la universidad debido a que había olvidado el dinero del almuerzo. Gracias a este descuido su estómago estuvo rugiendo durante todo el día y no podía concentrarse en las clases por el hambre.

Mientras sacaba la mercadería recordó aquella sopa de verduras que tanto le gustaba. Aquel platillo que le preparaba su madre antes de que dejara este mundo.

Ella suspiró apenada, extrañaba mucho a su madre. Aún no comprendía por qué el destino era tan cruel para arrebatarle a quien tanto amó. Cuando ella tenia tan solo 8 años la vida de su madre se le fue arrebatada por la culpa de un idiota que solo quería robarle unos miserables centavos. Aún no podía creer hasta donde puede llegar el ser humano por algo tan insignificante. Unas pocas monedas.

"Ella recibió 7 apuñaladas". Recordó las palabras de aquel doctor. Aún recordaba la frialdad del doctor al decir esto. El hombre tenia un rostro neutro, como si lo que acabase de decir no fuese la gran cosa. Luego recordó la cara de su padre, notó como su interior se derrumbaba, aquellos ojos que solían estar siempre relucientes se opacaron a instante. Él no lloró, simplemente se sentó en una de las sillas a los costados del pasillo y permaneció cabizbajo. Cuando llegó el día del funeral ella no quería ir, pero su tía la obligó. "Debes despedirte de tu madre, para que se vaya en paz" , le dijo ella mientras tomaba su pequeña mano. Al ver a su madre en aquel ataúd no pudo evitar sentir un nudo en el estómago. Ella permanecía con sus ojos cerrados con ambas manos sobre su vientre. Es como si estuviese durmiendo. Pensó t/n. Luego de eso solo recordaba llantos de sus familiares y el pésame de diferentes personas. De todos los que fueron al funeral solo a su tía había vuelto a ver.

Preparó aquel platillo que era su favorito para luego almorzar. Cada bocado se sentía como una mezcla de melancolía y dulzura.

Luego de terminar subió a su habitación. Al abrir la puerta se dejaba ver varias fotos de aquel chico de puntas verdes. Ella se acercó a su cama y se dejó caer en esta mirando las fotos que estaban en el techo. No pudo evitar soltar un suspiro.

Verlo a él hace que se me olviden los problemas...

En cuanto a su amado, él no la estaba pasando bien del todo. 

Al volver a casa lo que lo recibió no fue para nada de su agrado. Su madre había invitado a unos hombres de nuevo. Él ya estaba acostumbrado a que esto pasara, lo que le molestaba es que estuviese su hermana menor presente. 

Rápidamente fue a la habitación de su hermana. Debía asegurarse de que ella estuviese bien. 

Al subir las escaleras se topó con la mirada de asco de su madre.

-¿Por qué volviste?-le cuestionó casi como si estuviese escupiendo las palabras.

-¿Ume esta en su habitación?-preguntó pasando de ella.

-¡Quiero que se vayan, con ustedes no puedo trabajar tranquila!-le gritó.

Al llegar a la habitación de su hermana intentó abrir la puerta pero estaba con seguro.

-Ume, soy yo, Gyutaro-le dijo él esperando recibir respuesta de su hermana.

Luego de unos segundos la puerta se abrió. La peliblanca se abalanzó hacia su hermano abrazándolo. Unas cuantas lagrimas recorrían sus mejillas sonrosadas.

-Te estaba esperando-sollozó.

-Vuelvan mañana en la tarde-les dijo su madre con cigarrillo en mano.

Ume tomó su abrigo y salió de aquella casa junto a su hermano.

-¿A dónde iremos hoy?-le preguntó ella aferrándose a su brazo-tengo hambre...

-Veré donde comprarte algo.

-Esta bien-murmuró.

Luego de poder comprarle algo a su hermana con lo que le quedaba de dinero, caminaron por unas horas hasta que la oscuridad se adueñó de todo.

-Tengo sueño-murmuró Ume.

Gyutaro se agachó un poco.

-Ven, sube a mi espalda.

Ella se aferró a su espalda mientras apoyaba su cabeza en su hombro. Cerró sus ojos e intentó descansar.

Que su madre los echara de casa no era nada nuevo. Ya lo había hecho antes, prefería tener a cualquier hombre en su hogar a que sus propios hijos. Aún no sabia cómo había sobrevivido desde tan pequeño con una madre tan irresponsable. A veces pensaba en su pobre hermanita, ¿Qué le sucedería si él se fuese y la dejase con esa mujer?, prefería no pensar en eso, no la dejaría en manos de alguien así.

Como de costumbre hacia bastante frio y en las noches caía peor. Las temperaturas bajaban de manera horrible. Por suerte su hermana tenia puesta ropa bastante abrigada. Pero él no, debajo de aquella sudadera solo llevaba un suéter que no protegía mucho de aquellas temperaturas, ni que hablar de sus pantalones de tela delgada. Pero no le quedaba nada más que soportar el frio. Quejarse no servía de nada, no solucionaría la situación. Lo primordial era buscar un lugar abandonado que pudiera protegerlos de la nieve, para así él también descansar.

Una casa vieja sin puerta ni ventana parecía ser un buen lugar. Solo había que lograr abrir aquella reja de metal que le obstruía el paso hacia dentro de la casa.

Gyutaro se acercó a la reja aún con su hermana en su espalda. Ella por el cansancio cayó dormida unos segundos luego de ser cargada por su hermano.

Él acercó su mano a la reja y para su suerte se abrió sin problemas, ya que el candado estaba abierto. Seguramente alguien ya habrá entrado antes a esta casa, era peligroso avanzar, cualquiera clase de persona entraría a una propiedad abandonada, pero para Gyutaro no era problema, él sabia defenderse bien.

Sin titubear, entro a aquel sitio, por dentro las paredes de la casa estaban graffiteadas con garabatos o dibujos horribles sin sentido. Él buscó un lugar menos sucio que el resto y se sentó dejando a su hermana a su lado. La envolvió con sus brazos para transmitirle calor y lograr dormir un poco.


...


"El interior" (Gyutaroxrayis)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora