☄CAPÍTULO 3☄

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Ya frente a la puerta principal de la mansión Carranza se encontraba la bella Fedora Montelongo. En el momento en que su mano iba directo a tocar la puerta, esta se abrió al instante dejando ver a Sergio Carranza. Su camisa se encontraba arrugada, el nudo de su corbata estaba mal echo y de lado. Su cabello revuelto, parecía un nido. Fedora no pudo evitar unas risitas que amenazaban con salir y antes de que pudiera decirle algo, él habló:
—Supongo que vienes a enterarte del chisme ¿No?, tu especialidad—dijo en tono cansado y molesto.

Ella quedó perpleja, ¿qué le pasaba a Sergio?. No era de su incumbencia pero se le hizo imposible controlar las ganas de sacarle la legua de forma divertida en el momento en que él salió por la puerta grande.

Luego, ella siguió directo hasta llegar a la recámara de su amiga.

Tocó a su puerta, esta vez Alicia le abre y Fedora al verla nota su tristeza, en el suelo yacían muchas servilletas usadas, su nariz estaba roja al igual que sus ojos hinchados de tanto llorar.

Rebeca estaba sentada en una esquina de la cama, había llegado minutos antes y ya había escuchado toda la tormentosa historia de Alicia.

Sin pensarlo más, Fedora entra en la habitación de su amiga y ella la abraza y llora en su hombro nuevamente, preguntándole por qué le ha pasado esto. Fedora le acaricia el cabello.

—¿Qué sucedió?—pregunta.

—¡Sergio me engañó!— murmura sollozando.—En mi propia casa, delante de mis narices. He sido una estúpida, todos estos años me he dedicado a él y a mis hijos creyendo que éramos la familia perfecta, jamás pensé que me engañaría de esta forma.

Rebeca se acerca a ellas.

—¿Estás segura de eso Alicia?, quizás malinterpretaste las cosas.

—Si Rebe, estoy segura, yo lo vi con mis propios ojos y su amante me lo confirmó todo.—continúa sollozando.

—¿Quién es?— pregunta Fedora.—La amante, ¿Quién es?

—Julieta Lugo, nada más y nada menos que la imagen de la agencia. La modelo estrella de Sergio.

—Esa mujer podría ser su hija.— interviene Rebeca, la verdad era esa. Julieta solamente era un par de años mayor que Gonzalo, a simple vista pasaría por hija de Sergio, era muy joven.

—Ven.— Fedora toma de la mano a Alicia para que se siente junto a ella. Rebe imita la acción.— La verdad jamás he cruzado palabras con ella, anoche en la fiesta la vi pero nunca me agradó, por encima de la ropa se le ve lo zorra. Pero ¿tú cómo supiste?- pregunta limpiando con una servilleta las lágrimas que aún resbalaban por las mejillas de su amiga.

—Anoche... En el momento que te estaba presentando a mis hijos me llegó un mensaje de un número desconocido, decía que mi marido no era el hombre perfecto que yo pensaba y que si quería descubrirlo que me dirigiera al sótano.— tomó un respiro para continuar.— la verdad jamás he dudado de Sergio, nunca me había dado motivos para hacerlo pero hacía ya varios días que me entraban ese tipo de mensajes anónimos sobre él. Y pués no lo dudé ni un segundo, me aparté de la fiesta y fui hasta allí y cuando abrí la puerta que los vi... estaban desnudos.—terminó ocultando su rostro con ambas manos mientras lloraba con más sentimiento.

Rebeca la abrazó en un impulso para tratar de calmarla.

—De plano ningún hombre sirve.— comenta Fedora.— ¡Quién sabe todas las veces que te engañó en estos treinta años y tú sin darte cuenta!— exclamó.

Alicia suspiró con tristeza.

—Fedora, ¡por favor!— Rebeca le reclama, la verdad Fedora siempre se había caracterizado por ser así de espontánea y directa.

A través del Tiempo, porque hay amores que no caben en una vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora