☄CAPÍTULO 8☄

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Se despertó con un brinco respirando agitadamente. Frotó su cara y se levantó para comenzar su rutina. Casi saltó de sorpresa cuando se dio cuenta que había alguien sentado en la otra esquina de su cama. La habitación estaba un poco oscura porque su lámpara estaba apagada, además el clima nublado no ayudaba. Un rayo de luz tenue era la única cosa que entraba que entraba a través de su ventana. Los latidos de su corazón aumentaron con bastante rapidez. En ese momento se encontró congelada, no podía mover un músculo. Tragó y evaluó al intruso.

—Tú—frunció el ceño, relajándose. Ya no había rastro de su fiebre de la noche y tampoco ningún tipo de malestar.

—Yo—dijo Samuel, poniéndose de pie.

—¡Me asustaste!

—Lo sé—dijo casualmente.

—¿Qué...cómo...¿Qué haces aquí?—le preguntó totalmente confundida.

—Recuerdas que tengo llaves ¿cierto?—Dio un paso adelante.

—Lo sé pero eso no te da derecho a invadir mi casa de esa forma tan inesperada—observa su reloj y ve que apenas eran las 7 de la mañana- y mucho menos a esta hora.—le dijo ella cruzando los brazos sobre el pecho.

—Es eso o ¿acaso me estás ocultando algo?

—¿Tendría algo que ocultar?

—No lo sé, dímelo tú. Quizás hay alguna persona rondándote, tengo que estar preparado en ese caso.

Ella sonrió y se acercó al ojiazul.

—Puedes estar tranquilo, hasta el momento me la paso muy bien contigo.—colocó sus manos alrededor de la nuca del hombre—Y si quieres que sigas siendo sólo tú, debes mantenerme muy contenta—acercó sus labios al cuello de su amante para susurrar:
—Ya sabes a lo que me refiero.

—Pues espero que siempre estés contenta conmigo porque nunca permitiré que me cambies por otro. Jamás lo harás si no quieres atenerte a las consecuencias.

—¿Me estás amenazando?

—Te estoy advirtiendo.

—¿Vas a matarme o qué?—preguntó ella con un aire de diversión.

—Oh no, por supuesto que no.—Sonrió fríamente.—Hay cosas peores que morir.

Él ya no estaba bromeando en ese momento y ella lo supo, no sabía dónde había quedado el Samuel con el que había estado riendo hace minutos pero sin duda alguna no era el mismo.

***
3:30 pm

Tras unos murmullos la presencia de Fedora se hizo visible en el salón, no se sorprendió al ver a sus dos mejores amigas de pie observándola con las cejas ligeramente alzadas.

—Uyyy pero que bueno verlas, me encanta que sean puntuales—saludó con esa alegría que la caracterizaba. Alicia y Rebeca no dijeron ni una palabra y seguían observando a la rubia—¿Qué pasa?

—Eso mismo queremos saber nosotras, hace apenas unos segundos un hombre nos abrió la puerta y nos invitó a entrar. No me dijiste que estabas viviendo con alguien—habló Alicia.

El hombre que las había atendido era Samuel pues luego de haber pasado toda la mañana junto a Fedora ya debía irse por compromisos laborales.

—Oh—Fedora se echó a reír—Es sólo Samuel, no vivimos juntos. Solamente dormimos juntos de vez en cuando—informó—¡Ay por favor! Ustedes me conocen y saben que jamás volvería a repetir la historia, eso de los compromisos no es la mío. Yo prefiero tener amantes, de esos que te hacen perder la cordura y jamás te exigen nada a cambio—Añadió en el momento que se dejó caer sobre el sofá, sus amigas se sentaron a su lado.

A través del Tiempo, porque hay amores que no caben en una vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora