☄CAPÍTULO 10☄

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Volver a casa.

Era una de las cosas que menos necesitaba en ese momento, se rehusaba a volver a la realidad que tanto lo atormentaba. La mansión Carranza lo recibió con su altura y sus anchas ventanas. Él sabía que no lo esperaban pues su familia pensaba que aún estaba junto a sus amigos.

Con su llave abrió la puerta y pudo escuchar voces que provenían de la cocina y supuso que la familia estaba allí desayunando, era increíble ver como en su propio hogar se sentía como un extraño en ese momento.

Así que sin pensarlo más subió a su habitación, él sabía que en algún momento tenía que hablar con su madre y enfrentar a su padre pero sentía que ese no era el momento preciso y sin previo aviso entró en su cuarto y se recostó un rato, unos ojos verdes y una linda sonrisa aparecieron en su mente antes de caer en un profundo sueño.

***
Salió de la ducha para luego dejarse caer en el cómodo sofá del salón. Una llamada se hizo presente en su celular, era Samuel de nuevo, siempre la llamaba cuando no contestaba sus mensajes.

Fedora tomó se teléfono con el afán de contestar pero de repente su mente viajó a los sucesos que vivió con Gonzalo en aquella cabaña.

<<¿Nunca te he dicho lo bella que eres?... Pues eres bella, la mujer más hermosa que he conocido.>>

Recordar esas palabras del joven aún en su estado de ebriedad le dibujó una inconsciente sonrisa en su rostro para que luego otro pensamiento se hiciera presente en su mente.

¿estás enamorado de alguien?

Hay alguien, es tan hermosa que parece un ángel. Desde que la conocí siento que existe una conexión entre nosotros y cuando siento el roce de su piel solo quiero tomarla entre mis brazos...

—Esa mujer debe ser muy afortunada, él es tan lindo, tan tierno—suspiró sin dejar de sonreír.

—Valla valla—esa voz hizo que ella se tensara un poco—Se te ve muy feliz.

Era Samuel y la verdad no le extrañó verlo, últimamente se le había hecho costumbre apoderarse de su casa cuando se le antojara.

—Siempre estoy feliz, no sé de qué hablas—respondió sin darle importancia.

—¿Se puede saber donde has estado?—interrogó un poco molesto—no he parado de marcarte y nisiquiera eres capaz de responder mis mensajes—soltó en un resoplido absurdo.

—Samuel he estado muy ocupada...

Él se acercó.

—¿Ocupada revolcándote con otro?—su mirada fue fría, siniestra.

Ella se puso de pie.

—¿Perdón? ¿Se puede saber a ti qué te pasa?—preguntó desconcertada.

—Me pasa que desde que llegué a México no me has buscado ni una sola vez, siempre soy yo quien se interesa en verte y al parecer a ti eso no te importa—rebatió al instante.

—Pues yo no te pedí que vinieras, la verdad no sé qué es lo que esperas de mi.

Él dio unos pasos por la salita, se pasó las manos por el cabello, frustrado. Negó con la cabeza y murmuró algunos reproches que ella no entendió.

—Samuel, no es necesaria esta escena que me estás haciendo. Recuerda que los problemas no tienen cavidad en nuestra relación—dijo finalmente intentando alivianarlo.

Pero no funcionó, Samuel se volteó con violencia y la enarcó.

—No sabes como odio esa capacidad que tienes para hacerme sentir como un imbécil cuando te lo propones—refutó.

A través del Tiempo, porque hay amores que no caben en una vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora