☄CAPÍTULO 1☄

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La noche no tardó en llegar, el cielo deslumbraba con tantas estrellas dejando el ambiente en un mágico momento como si esa noche fuera el comienzo de algo inesperado.

Gonzalo se removió en el asiento como si todo el cuerpo le picara, en realidad no estaba hecho para aquellos ambientes y sabía de alguna forma que jamás se acostumbraría a ellos. No importaba la cantidad de veces que asistiera, siempre se terminaba arrinconado en algún lugar o esquina sintiéndose tan fuera de sitio.

Su padre por el contrario era todo un experto, él si que sabía dar una buena impresión. Todos a su alrededor siempre lo elogiaban, Sergio Carranza tenía el poder.

Los ojos del señor se dirigieron hacia donde se encontraba su hijo Gonzalo. Se acercó a él con gestos de desaprobación, los mismos que se reflejaban en su rostro cada vez que veía a su primogénito.

—¡Gonzalo!— masculló su nombre con esa dificultad que siempre expresaba cuando se dirigía al joven—¿Qué haces aquí apartado de la sociedad?, Fedora ha de estar por llegar y aunque no es santo de mi devoción ella es la mejor amiga de tu madre y sería una descortesía que no te acercaras a saludarla—su expresión cambió a la de confusión al ver que incluso ya se había quitado la corbata y tenía varios botones de su camisa desabrochados. Sergio nunca había comprendido que era lo que había echo de mal en la vida para tener un hijo como Gonzalo.

—No se preocupe señor Carranza, ahora mismo nos dirigimos hacia la fiesta—la dulce voz de Lorena habló para mantener la calma entre padre e hijo, el señor asintió mientras se perdía entre tantos invitados.

Lorena era la mejor amiga de Gonzalo desde la infancia, de pequeños solían ser inseparables ya que sus padres siempre fueron grandes amigos. Solía ser muy tierna y cariñosa además de ser muy bonita, su cabello castaño era largo y ondulado lo cuál le hacía resaltar sus lindos ojos cafés. Ella y Gonzalo estudiaron juntos y compartían una gran pasión por la repostería, Lore ejercía esa pasión en la fábrica de pasteles de su madre pero Gonzalo siempre lo había tenido oculto ya que a su padre no le haría nada de gracia tener un hijo repostero pues él añoraba a Gonzalo como un destacado y reconocido publicista que siguiera el legado de la familia Carranza.

Y es que la familia y el apellido Carranza eran de mucho poder. Sergio era el dueño de muchas compañías de publicidad, de las mejores a nivel internacional. Era la familia Carranza la más respetada, pero en realidad el poder y el dinero les daban esas ventajas y Sergio era millonario así que el respeto lo tenía muy bien comprado.

De pronto el silencio reinó por todo el lugar, todo el mundo miraba detrás de ellos. Lorena y Gonzalo se giraron para ver que era lo que pasaba, sus ojos se desviaron a la persona por la cuál se había montado la fiesta.

Fedora...

Después de tantos años viajando por el mundo finalmente la mujer había decidido instalarse nuevamente por tiempo indefinido en su país natal. Además allí tenía a sus dos mejores amigas las cuáles eran su única familia y las que con tanto amor le habían preparado esa fiesta de bienvenida.

La mujer se encontraba en medio del salón sonriendo y saludando a todas las personas que la rodeaban, los hombres deslumbrados con su belleza la cuál mantenía intacta y algunas de las mujeres cotilleaban sobre su apariencia; entre ellas Doña Eva, la madre de Sergio, una mujer extremadamente tradicional a la que nunca le agradó la recién llegada pués según Doña Eva ella era todo lo que iba en contra de las buenas costumbres y la moralidad de la sociedad.

Fedora llevaba puesto un vestido rojo muy elegante que llegaba a sus rodillas y dejaba sus hombros al descubierto, llevaba su cabello rubio suelto, ondulado en las puntas. Su maquillaje era impecable sin olvidar su labial rojo fuego que resaltaba aún más sus carnosos y perfectos labios.

A través del Tiempo, porque hay amores que no caben en una vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora