☄CAPÍTULO 11☄

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—La verdad me sorprendió mucho tu llamada de anoche pero ahora que te veo siento que las cosas empeoraron—dice Fedora mientras detalla con cautela el rostro del joven.

Con dos helados sobre la mesa entre ellos, él juega con la cuchara mientras se prepara para hablarle.

—Ayer en la tarde cuando mi padre regresó de la agencia discutimos—-comenzó.

—¿Él te hizo eso?—señaló el labio del muchacho al ver el pequeño moretón que se estaba formando.

Gonzalo asintió.

—Tuvimos una fuerte discusión y terminamos en los golpes—Fedora abre su boca ligeramente y estira su mano sobre la mesa para tomar la de Gonzalo.

—Lo que más me dolió fue saber de su propia boca lo insignificante y poca cosa que soy para él.—sus ojos reflejaban una tristeza acumulada.

Fedora aprieta su mano suavemente.

—No sabes cómo me duele verte así, pero te aseguro que un día Sergio se va a dar cuenta de todo lo que vales...aunque ese día ya sea demasiado tarde-dijo eso último en un suspiro.

—La verdad no creo que ese día llegue—suspiró él.

—Ese día va a llegar y cuando eso ocurra quiero que te acuerdes de mi.

Gonzalo solo la observaba, ella tenía ese don de darle paz, sus ojos y su voz le brindaban tanta tranquilidad.

—Aunque jamás ocurra, siempre me acordaré de ti—la voz del joven fue profunda, sincera. Fedora se tensó y alejó su mano de la del joven como si hubiese dicho lo que menos se esperaba. Ella aparta la mirada.

—Supongo que te quedaste sin trabajo ¿cierto?—pregunta tratando de salir de ese trance incómodo de hace un momento.

—Pues si, ahora buscar trabajo es una de mis prioridades, aunque verdaderamente no será nada fácil.

Ella suspira y estira ambas manos para entrelazarlas con las de Gonzalo—Todo saldrá bien, sólo debes tener calma.

De nuevo él se le queda viendo porque ella le parecía surreal: la comprensión en su expresión, la curva de su sonrisa genuina en sus labios, el brillo en sus ojos, su alborotado cabello rizado, todo en ella era tan perfecto, la energía de paz que le transmitía era increíble y a veces se preguntaba que sucedería si le confesara lo que ella estaba provocando en su interior, ¿lo rechazaría? ¿se apagaría la magia tan bonita que aparece cuando están juntos? O ¿acaso ella también sentiría lo mismo? Quizás en el fondo de su corazón, sus latidos tenían la misma dirección.

Una de las manos de Fedora se mueve hacia los lados de los ojos del muchacho sacándolo de sus pensamientos.

—Te has quedado muy callado de pronto.—Gonzalo la observa antes de tomar una cucharada de su helado.—¿Qué piensas?

—Solo estoy pensando locuras.

—¿Locuras? A ver, diviérteme.

—No es nada—le da una sonrisa nerviosa porque aunque esté cómodo con ella, la presencia de esa mujer seguía acelerando su voluble corazón.—Por el momento debo enfocarme en otras cosas—dijo evitando sus ojos de vez en cuando porque la profundidad en ellos lograba hacer que le faltara el aire.

—Eres un muchacho encantador y estoy segura que muy pronto vas a encontrar un trabajo donde te sentirás bien.—le aseguró ella.

Gonzalo descansa sus codos sobre la mesa y se inclina hacia ella, Fedora deja de respirar.

—¿Crees que soy encantador?

Sin querer los ojos de la dama bajan a los labios del joven y como si fuera por inercia, él hace lo mismo provocando que se calentaran sus mejillas. Fedora traga con dificultad y baja las manos de la mesa a su regazo.

—Como si no lo supieras.

Él tuerce los labios y echa su cuerpo hacia atrás para sentarse con normalidad, su acelerado corazón agradece la distancia.

—Tal vez no lo sepa.

—Te diré que eres encantador cuando me enseñes a hacer esos pasteles tan deliciosos que haces—confesó provocando la risa del muchacho.

—Pero ¡por supuesto!—exclamó—Sería un gran honor para mi enseñarte.

El calor se expande por su pecho y no puede evitar reír nerviosamente y ella se reía con él.

Y justo ahí, en esa colorida heladería se sonrieron y charlaron cómodamente. Gonzalo pasó de sentirse deprimido a sentirse tan feliz que no quería que el tiempo pasara, jamás pensó sentir tantas cosas por una mujer pero había algo tan especial en Fedora que le hacía querer contarle todos sus problemas, una vibra de aceptación que nunca había sentido con nadie más, finalmente no pudo confesarle lo que estaba sintiendo, ya se estaba imaginando la cara de desilusión de Miguel cuando lo supiera pues su amigo le había repartido par de consejos en una larga charla motivadora pero el momento para abrirle su corazón a esa mujer estaba cada vez más cerca porque Fedora era una de las mujeres más especiales que había conocido en su vida y de lo único que podía estar seguro en ese momento era que lucharía porque siguiera siendo parte de la misma para siempre.

A través del Tiempo, porque hay amores que no caben en una vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora