☄CAPÍTULO 6☄

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—¡Gonzalo Carranza! ¡¿Me éstas escuchando?!

No lo hacía...

Su mente comenzó a bombadear con todo lo que había ocurrido en casa de Fedora, aún en sus dedos podía sentir el calor que desprendían los cautivadores labios de la mujer, con ella se sentía tranquilo, en paz e incluso ella lograba hacerlo reír con cada cosa que se le venía a la mente. Recordó cada detalle de esa pintura en su sala y su respiración volvió a agitarse como si de verdad la tuviera en frente, él jamás había conocido a una mujer tan hermosa como Fedora. De pronto a su cabeza vinieron aquellas palabras:
«Mi musa»

Samuel...

A pesar de que Gonzalo sentía un tipo admiración por dicho pintor no podía negar que su presencia de alguna forma lo incomodó pero lo que no paraba de preguntarse constantemente era si Fedora y él tenían una relación.

—¡GONZ!— esta vez la chica exclamó con voz más elevada logrando sacarlo de sus pensamientos.

—¿Eh?— preguntó colocando nuevamente el recipiente que tenía en sus manos sobre la mesa.

—¡Acabas de ponerle sal al pastel!

—¡¿Qué?!

Ella le hizo un gesto para que observara el recipiente que él había usado recientemente.

—¡Rayos!— bufó al darse cuenta de su confusión.

Lorena le colocó una mano sobre su hombro de forma comprensiva.—Tranquilo, sé que no has estado bien estos días con la situación de tu madre, pero necesitas distraerte un poco Gonz.

—¿Alguien habló de distracción?—por la puerta de la cocina se asomó con ese aire alegre Miguel, él era un gran amigo de los jóvenes allí presentes. Ambos se saludaron y luego él continuó— Justamente venía a invitarlos a irnos de antro estos dos días. Saldremos esta noche y regresamos el domingo en la tarde, nos quedaremos en casa de mis primos.—anunció.

—Yo la verdad no creo poder ir... mejor vallan ustedes.—se excusó Gonzalo.

—Por favor Gonz, hace mucho que no salimos los tres juntos.—suplicó la castaña.

—¡Es cierto!, con esto del hospital casi no tengo tiempo para nada así que mi querido amigo, tú te vienes con nosotros y no es pregunta.—Afirmó el joven doctor con seguridad.

Gonzalo lo observó.

—Pero...

—Nada de peros

—Mi madre...

—Ya lo sabe.

—¿Qué?

—Ella fue la de la idea.—añadió Miguel a lo que el joven le dio una mirada incrédula.—Tu madre cree que debes distraerte un poco, salir a divertirte, despejar tu mente.— dijo recordando las palabras de Alicia para luego meter su mano en el bol donde descansaba el merengue para el pastel.

—Ya ves Gonz, ¡por favor di que si!— volvió a insistir la joven.

Él pareció pensárselo.

—¡¿Que diablos?!—la cara asqueada de Miguel al llevarse los dedos a la boca provocó que Gonzalo y Lorena se miraran entre ellos y estallaran entre risas.

***
—¡Hasta que por fin llegas mujer!—exclama Rebeca al ver a Fedora entrar por la puerta principal de la mansión Carranza.—Creí que la impuntual era yo.

—Fue por una buena causa.—Fedora le brinda una sonrisa pícara, por su cabeza pasaban las imágenes de ese reencuentro fascinante y fogozo que tuvo con Samuel hace unas horas.

A través del Tiempo, porque hay amores que no caben en una vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora