☄CAPÍTULO 5☄

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—¿Qué haces aquí?—arrugó la frente confundida.

—¿Así es como me das la bienvenida mi amor?— los ojos del hombre ahora curiosearon el rostro de Fedora mientras se acercaba lentamente hacia ella y extendió ambos brazos con el objetivo de darle un abrazo en forma de saludo.—No sabes cuánto te extrañé.

La mujer miró ambas manos de Samuel por unos largos segundos. Él esperaba que las recibiera en un abrazo. Sin pensarlo más ella le tomó el saludo envolviendose en un cordial abrazo. Finalmente el hombre sonrió de lado, complacido por la reacción de la dama.

—Así que Phillips ¿eh?— volvió a enfocarse en aquella pintura, esta vez observó con detenimiento la firma del autor de aquella obra que abarcaba una de las paredes de la sala en su totalidad. En el cuadro aparecía la imagen de Fedora quien llevaba puesto una camisa color blanco que se apegaba a su cuerpo mojado totalmente desnudo.
—Creí que solamente eras mi musa.—Su mirada se dirigió nuevamente a los ojos verdes de la dama, esta vez con un poco de reproche en ella.

—Pues ya ves que no.—aclaró Fedora.—A Pillips lo conocí hace unos años cuando viajé a Francia y luego...

—Quedó deslumbrado con tu belleza, te convertiste en su musa y se metió en tu cama ¿cierto?— Habló fugazmente con un aire de impotencia en su voz.

Fedora arrugó el entrecejo, todo lo que Samuel había dicho era exactamente lo que había ocurrido pero no con Pillips, sino con él mismo más no le pareció aclararle las cosas, al fin y al cabo ellos no eran nada y por ende no le debía ningún tipo de explicaciones.

De pronto escucharon unos pasos pesados, voltearon y al instante vieron entrar a Gonzalo por el marco de la sala.

—Fedora creo que...—La vio por un segundo y se cortó al ver al hombre que la acompañaba.

Samuel al verlo lo inspeccionó de pies a cabeza, luego ladeó el rostro sin saber que hacía ese joven allí.

Ambos se observaban con un aire de extrañeza pero no era un ambiente agradable, tampoco entendían el por qué ya que jamás habían interactuado entre ellos.

Fedora pudo sentir ese ambiente extraño que se había creado y se apresuró en presentarlos.

—Samuel él es Gonzalo, el hijo de Alicia mi mejor amiga, ya te había hablado de ella.

Luego ella volteó el rostro hacia Gonzalo nuevamente.

—Gonzalo él es Samuel, Samuel Fonseca.— claro, Gonzalo sabía que lo había visto antes pues este hombre era famoso por sus pinturas, hacía exposiciones en New York, Washington y toda Europa.

El joven se acercó a él y le extendió la mano en un saludo.

—Mucho gusto.—habló Samuel interrunpiéndolo.

—El gusto es mío, te he visto en la televisión además tuve el honor de ir a una de tus exposiciones en Madrid.— Samuel alzó una ceja algo sorprendido.

—Valla, me siento halagado, no pensé que fuera tan famoso.

Fedora suspiró aburrida.
—Por dios Samuel no te queda ser modesto, bien sabes que tus pinturas son la definición total del arte.

—Mmm...puede que tengas razón, pero mis cuadros jamás serían arte sin mi musa- Tomó a Fedora de la cintura en un gesto de posesión, su mirada estaba fija en Gonzalo.

El muchacho observó la escena y en un gesto incómodo se rascó la nuca. Fedora bajó la mirada al agarre de Samuel y luego lo miró a los ojos, él la soltó al instante.

Un silencio incómodo reinó entre los tres.

—¿Ya viste este cuadro?—interrogó Samuel al joven señalando la obra de la cual había hablado hacía minutos con la ojiverde.

A través del Tiempo, porque hay amores que no caben en una vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora