☄CAPÍTULO 9☄

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Podía sentir un calor recorriéndole la parte de atrás del cuello. Abrió los ojos y miró su cintura, al mismo instante que soltó un grito ahogado al ver un brazo envuelto ahí. Se dio la vuelta para mirar detrás de sí, sus ojos se encontraron con el rostro de un pacífico y dormido Gonzalo. Al instante recordó lo que había ocurrido la noche anterior, lo que no entendía era por qué el pecho de Gonzalo estaba desnudo. Su ceño fruncido se alargó y bajó la mirada más allá de su abdomen. Soltó un grito de sorpresa alejándose de él. Los ojos de Gonzalo se abrieron antes de que ella pudiera decir algo más.

Fedora se rodó hacia atrás en la cama hasta que calló al suelo.

—¿Fedora?— Gonzalo parecía estar buscándola. Ella se levantó de un brinco, Gonzalo estaba sentado en la cama, las sábanas lo cubrían de la cintura.

—Tú, ¡estás desnudo!— gritó alarmada.

—Mi cabeza va a explotar— él hizo una mueca de dolor.

—¡Estás desnudo!—repitió señalándolo.

—No estoy desnudo, estoy...—Gonzalo miró debajo de las sábanas y sus ojos se abrieron como platos,—Ok estoy desnudo—reconoció y la miró.

—¿Por qué estás desnudo? No no te dejé así.

—No lo sé— se frotó las sienes,—Quizás me desperté con calor... Es difícil pensar cuando mi cabeza está palpitando así. ¿Tú que haces aquí?—preguntó confuso.

—Será mejor que entres a darte una ducha mientras yo preparo algo de desayunar y luego te explico todo, ok.

Él asintió levemente.

Luego de varios minutos, Gonzalo entró en la cocina. Fedora estaba sentada en la mesa con un plato de algo delante.

—¿Hiciste panqueques?— ella asintió con la cabeza mientras servía otro plato para él.

Gonzalo miró el plato delante de él. Se suponía que los panqueques eran redondos pero al parecer Fedora había olvidado ese detalle por completo ya que su forma era inexplicable.

—Vamos, pruébalos— Lo animó a probarlos.

Gonzalo tomó un mordisco.

—¿Y bien?— preguntó ella esperando una reacción.

Gonzalo tragó.

—Estan... diferentes, quiero decir buenos. Están buenos—concluyó.

Satisfecha ella se lleva un pedazo a su boca para luego darse cuenta de algo.

—¡Están horribles!— hizo una mueca de desagrado. Gonzalo rió— Definitivamente la cocina no es lo mío.

—Tranquila, no están tan mal. Podemos acompañarlos con un poco de refresco—Propuso mientras sacaba del refri la jarra que contenía el refresco y luego sirvió dos vasos.

Gonzalo volvió al sitio y tomó asiento a su lado.

—Ahora si, necito saber cómo llegamos aquí—habló con un semblante serio.

Era el momento de que ella hablara.

—... Y luego te pusiste muy necio, no querías regresarte, por eso Miguel me dio la dirección de este lugar y tú prácticamente me obligaste a traerte aquí—terminó entre risas.

—Estoy tan avergonzado—dijo él mientras masticaba un pedazo de su desayuno.—Quiero decir, no puedo recordar mucho. Hay un gran vacío en mi mente cuando trato de recordar esa noche—Fedora le dio una risa comprensiva.

—Bueno, ese es el poder del alcohol, puede borrar tu memoria.—dijo ella mientras le daba un sorbo a su refresco.

—Yo no suelo beber, sólo quería divertirme un poco y luego cuando me enteré de lo de mi padre solamente quize beber más y más y luego...

A través del Tiempo, porque hay amores que no caben en una vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora