Hay estaba Shinjuro haciendo su labor de amontonar la paja por décimo quinta vez en el día. Solo que en esa ocasión Kyojuro estaba trepando sobre los cuadros de paca, cada vez más alto casi hasta el techo hasta que se cayó de cara contra el suelo.
― ¡Kyojuro! ―Shinjuro reacciono escucho el golpe detrás se giró viendo Kyojuro levantarse mientras se tapaba la frente.
― ¡Ten más cuidado si vas a saltar! ―lo regaño, pero se arrepintió cuando vio pequeñas lagrimas salir de sus ojos. ―Déjame ver
Retiro sus manos con suavidad y vio como los rasguños se cerraban rápidamente hasta desaparecer, pero Kyojuro seguía con su expresión de querer llorar. Le acaricio la cabeza esperando a que dejara ese infantil gesto.
De regreso a su hogar encontró una escena que jamás hubiera imaginado. El cuerpo de Uzui estaba en el suelo mientras Senjuro tapaba su rostro con una almohada, simplemente aterrador porque Uzui no se movía en lo absoluto.
― ¡Senjuro! ―grito Shinjuro alarmado.
Rápidamente quito la almohada de la cara del pilar y comenzó a llamarlo, pero no despertaba, lo agito, lo golpeo y estuvo a un pelo de darle respiración boca a boca de no ser porque Senjuro lo detuvo.
―Padre, escúchame por favor.
Shinjuro dejo de lado el cadáver del Pilar y escucho atentamente a su hijo señalándole en algún momento una maceta de flores lejos de ellos.
―Le pedí a Tengen que si podía ayudarme a comprobar los efectos de estas plantas. El acepto, pero no espere que el efecto fuera inmediato.
― ¿Y por qué lo asfixiabas?
―El efecto de la planta durara mientras el respire, el podrá despertar cuando deje de respirar.
<< ¿Qué clase de lógica es esa? >> pensó Shinjuro.
Dejo que Senjuro continuara y como el había dicho Uzui comenzó a despertar de unos minutos. Senjuro retiro la almohada y Uzui se levantó como si nada hubiera pasado.
―Pero que buena siesta ―dijo el Pilar mientras se estiraba.
―Lamento el golpe ―dijo Senjuro apenado y es que apenas el Pilar olio las flores cayó al suelo secamente.
― ¡Ni lo sentí! ¡Tú pollito es muy interesante, Shinjuro! ―dijo Tengen lo último a Shinjuro. Senjuro se sintió avergonzado por el apodo.
Después de aquel evento perturbador Tengen salió a una reunión de Pilares. Y no aparecieron durante todo el día, solo por la noche el cuervo extravagante apareció en la casa de los Rengoku.
― ¡El demonio está cerca! ―dijo al expilar. ― ¡El Dios de las Festividades pide que estés en guardia!
El mensaje fue corto y claro. La situación era peor de lo que era si Tengen tuvo que recurrir a pedirle su ayuda en cubrir el pueblo. Se preparó con su vieja nichirin y antes de salir a las calles le dio una última vista a su hijo, y le pidió a Senjuro que no saliera de la casa. Las calles estaban vacías a esas horas y no paso mucho tiempo para que escuchara explosiones provenir de las montañas causando que las personas comenzaran a salir de sus casas por el ruido.
― ¡Regresen a sus casas! ―grito Shinjuro logrando que lo obedecieran.
En esos momentos Shinjuro estaba más que agradecido de que lo reconocieran como el cazador de demonios que alguna vez fue porque solo así obedecían sus palabras y guardaban la calma entendiendo el tipo de peligro que estaba cercas. Salto hacia los tejados cuando sintió la inolvidable sed de sangre de los demonios y corrió hacia donde su cuerpo le indicaba, los años sin practica y de no cuidar su cuerpo comenzaron a hacerse presente, su velocidad era constate, pero comenzaba a cansarse. Llego hasta el mercado donde desenvaino en cuanto toco el suelo al ver una masa negra repleta de bocas que se retorcía.