7 CAPITULO

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La última misión de Rengoku Kyojuro consistía en la búsqueda de un raro grupo de demonios en una montaña donde ya se había enviado un grupo que desapareció, pero al llegar a noche encontraron al grupo desaparecido convertido en demonios sin conciencia, su misión era exterminar todo lo que estuviera en esa montaña y así hicieron rápidamente hasta que aparecieron bestias que se caían a pedazos, todas de cuerpo repugnantes goteando de sangre por todos lados. Comenzaron a pelear contra ellos y rápidamente el Pilar supo que ellos eran los que infectaban a los cazadores. No importaba si sus extremidades eran cortadas solo necesitaban hacer una pequeña herida y mancharla con la minina de sangre, Kyojuro les advirtió a todos del propósito de esas bestias y lograron hacerles frente sin ser infectados al menos hasta que el mismo se lanzó a defender a un cazador de su grupo, decapito a la bestia, pero en el proceso fue golpeado por un tentáculo.

Se giró viendo la cueva a sus espaldas y les ordeno a todos entrar ahí, todos obedecieron sin rechistar y se adentraron a la oscuridad de la cueva y atónitos vieron como el Pilar provocaba un derrumbe de rocas tapando toda salida de la cueva. Kyojuro no dudo levanto su nichirint a la altura de su cuello y con fuerza la movió para decapitarse, pero la hoja nunca llego a su cuello, sus brazos se detuvieron con fuerza a centímetros de él, su rostro que estaba levantado tenía una expresión temblorosa sus ojos perdieron su dorado brillo y pasaron a un rojo carmín dolorosamente los colmillos crecieron y en contra de su voluntad sus brazos devolvieron el arma a su funda. Todo su cuerpo temblaba y queriendo proteger a su grupo corrió tan lejos como fuera posible, se sujetó de los arboles cuando sus piernas comenzaron a flaquear, sus dedos se enterraban con desesperación dejando marcas que se afilaban mientras más se alejaban. Y cuando su cuerpo no pudo más se desplomo momento en el que un fuego antinatural se extendió a su alrededor y ganando altura, iluminando parte de la montaña en un terrorífico acontecimiento.

Eran los recuerdos del cuervo de Pilar que tenía sus alas quemadas en un evidente intento de escape. Tan solo despertar el ave le conto todo al Patron y lloro por su cazador, pero recibió una suave caricia acompañada de palabras de consuelo.

―El está bien. ―cortas pero verdaderas, solo así podría estar en paz el ave.

La misma tarde que a Shinjuro le entregaron la nichirint, llego la primera misión.

Senjuro se preparó con una bolsa ligera que contenía cosas que el necesitaría, no era grande ni pesada así que podía cargara con facilidad, y su nichirint por supuesto. Shinjuro estaba en su habitación mirándose en un espejo, no pensó que volvería a usar el uniforme nuevamente y se sentía extraño, terminando de vestirse se colocó una simple haori blanca en ese momento Kyojuro entro observándolo curioso.

― ¿Estás listo? ―pregunto, aunque no tuviera respuesta.

Kyojuro lo vio de pies a cabeza, se acercó lentamente tomo el borde de la flamante haori que nunca se quitaba y se la extendió a su padre. Shinjuro abrió los ojos sorprendido entendiendo sus actos, pero negó suavemente.

―Ese haori te pertenece ―gano su atención, lo tomo de los hombros para decirle algo que debió decirle hace mucho tiempo. ―Te lo ganaste con tu esfuerzo y debes llevarlo con orgullo Pilar del Fuego Rengoku Kyojuro.

Los dorados ojos de Kyojuro se humedecieron y las lágrimas fluyeron. Shinjuro limpio sus lágrimas con calma, de verdad lamentaba no a ver dicho esas palabras cuando su hijo le dio la noticia de que era el Pilar del Fuego, y no podía entender porque había estado queriendo algún reconocimiento de un desgraciado como el ciertamente no se sentía merecedor de hijos tan maravillosos.

―Es hora de irnos.

Salieron de su hogar sabiendo que no volverían en un largo tiempo. Shinjuro había recibido una carta del Líder explicándole todo lo que el cuervo de Kyojuro había presenciado, ahora él y Senjuro sabían que había pasado con Kyojuro, aunque a un quedaban cosas sin resolver. Y de esa información Shinjuro tenía su misión: “Rescatar al grupo de cazadores que está atrapado en las montañas” ir a la montaña y verificar que no hubiera algún peligro en la zona para llamar a los Kakushis, era una locura pensar que estaban vivos, pero si hay algo que Shinjuro aprendió del Líder fue que nunca se equivoca y si él decía que estaban vivos, es porque estaban vivos. Fue un viaje de un día completo, llegaron a altas horas de la noche al inicio de la montaña donde a la distancia y oscuridad podían apreciar un escalofriante hueco en la montaña de árboles quemados. Antes de entrar Shinjuro se puso frente a ambos repasando las reglas que había puesto desde que salieron de casa.

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