― ¡Padre! ¡Mi hermano despertó y está peleando con mapaches!
<< ¡¿Es enserio?! >>pensó Shinjuro.
Se levantó dejando su katana de lado que estaba limpiando y corrió al granero donde efectivamente Kyojuro había despertado, pero estaba en cuatro gruñendo hacia un grupo de mapaches estaba enojado por su expresión y hasta podía jurar que el cabello se le había erizado como a un gato. Quiso calmar las cosas, pero los mapaches se lanzaron a Kyojuro iniciando una pelea territorial por el granero, después de unos rasguños pudo espantar a los animales, aunque había sido dañado en la pelea.
Su hijo había despertado muy a tiempo, esa misma noche hablarían con el Patron. Pero debía tomar precauciones y le rogo a los dioses por que entendiera sus palabras.
―Escúchame Kyojuro ―dijo seriamente tomándolo de los hombros captando su atención. ―Esta noche iremos con el Patron y debes estar calmado, no atacaras a nadie.
Todo lo había dicho lentamente y parecía a ver entendido. Uzui le había explicado que la chica demonio usaba un bambú en la boca en todo momento, y decidió hacer los mismo, pero con otro material y forma, consiguió un cubre bocas, pero de metal negro que se dividía en capaz de metal que iniciaban sobre la nariz bajando hasta la barbilla teniendo puntos para respirar en cada capa y se ajustaba en la nuca con piel negra unida al metal. Kyojuro retrocedía a la mínima que sentía el metal en su cara, Shinjuro le tuvo que rogar para que dejara de moverse y solo así cedió de mala gana. Y lo saco del granero llevándolo a su hogar después de tanto tiempo, el sol se había metido y Kyojuro observo la mansión que se imponía frente a ellos. En la entrada Shinjuro se tomó su tiempo para quitarse su calzado, Kyojuro lo observo momentáneamente y sacudió sus pies botando su calzado a los lados.
No se atrevió a dar un paso por sí solo, agarro de la manga a su padre esperando a que este caminara y así comenzó su recorrido visual en su hogar. Shinjuro y Senjuro habían conseguido algunas cosas para cubrirlo, aunque fuera de noche nada le aseguraba que la reunión durara hasta el amanecer. Senjuro se lo llevo a su habitación para prepararlo, arriba llevaría una ancha bufanda roja que cubría su cabeza perfectamente, una camisa blanca y una roja que tenía las mangas especialmente largas, sus manos también habían sido cubiertas por guantes que llegaban a la altura de sus codos dejando solamente las uñas al descubierto por el tamaño y pantalones negros (con esas madres de llamas ajustándolo en la parte baja). Kyojuro miraba con molestia las mangas que cubrían sus manos, y como en todo momento tuvo ubicada su nichirin se la colocaron en el cinturón. Y no podía faltar la haori flameante en sus hombros que su padre le coloco.
Estando a punto de salir Shinjuro vio que Senjuro acomodaba algo debajo de sus mangas, vio vagamente una segunda manga ajustada a su brazo con pequeñas agujas, pero prefirió no preguntar. Salieron lentamente de su hogar viendo la poca gente que transitaba con miedo a que Kyojuro reaccionara mal, pero en su lugar se aferró con fuerza a las ropas de su padre como un niño asustado y busco la mano de Senjuro para aferrarse a ella. Las personas que pasaban a su lado no le llamaban su atención en lo absoluto, pero si el panorama, las luces, los puestos. Y así caminaron por unas horas en la oscuridad con la ansiedad elevándose, llegaron a la finca de Ubuyashiki donde una de las hijas del Patron los recibió y los guio hasta el jardín donde eran las reuniones normalmente, pero estaban todos los Pilares.
―Han llegado los Rengoku ―anuncio la niña causando un pequeño temor en Shinjuro.
― ¡Kyojuro! ―grito Kanroji reconociendo a su maestro, todos se mostraron aliviados de verlo y esa tranquilidad le confirmo a Shinjuro que Kyojuro no poseía sed de sangre.
― Me alegro de que llegaran sanos y salvos ―hablo Ubuyashiki. ―Lamento la sorpresa que te has llevado, pero están en derecho de saber la situación de Kyojuro.