La finca de fuego de repente se había echo muy grande. Tan solo a un año de la caída del Pilar de fuego su esposa lo siguió dejando solo a su único hijo.
Shinjuro no había prestado a lo vacía que estaba su casa hasta que termino incapacitado por un tiempo. Los Kakushis lo habían apoyado a llevarlo a su finca, tenía dos compañeros como apoyo que se quedaron con él durante y después del traslado.
—¿Nos vas a decir que te paso? —Pregunto por décima vez uno de sus compañeros más cercanos. El fastidio se filtraba en su voz y rostro.
—Fue una pelea con un demonio.
—Una pelea con un demonio no te deja de esta manera. —Dijo el otro que usaba una máscara. —Tu energía se filtró de una manera antinatural. Puedo decir que tus heridas están en tu espíritu y no tanto en tu cuerpo.
De repente un Kakushis llamo a la puerta.
—Hemos dejado la medicina preparada. Y alimentamos a su mascota, ¿Necesita algo más?
—¿Mascota? —Inquirieron ambos cazadores al mismo tiempo. Su amigo odiaba las cosas con pelo.
—Si. El gato negro, lo encontramos en la entrada de la finca, se encontraba muy débil y lo hemos atendido correctamente. Por el momento solo necesita reposo. —Otro Kakushis apareció con el gato en sus brazos.
—Ruka…—Shinjuro se esforzó por sentarse y el Kakushis intuyo que lo quería. Se acercó y el animal estiro sus patas hacia el rubio, la cara de sorpresa de Jigoro fue como si estuviera viendo una vaca volando. La rapidez y cuidado con la que su compañero recibió al gato fue como ver a otra persona, sobre todo el cuidado que tuvo al abrazar al pequeño animal.
Los Kakushis se retiraron al terminar su servicio.
—¿Desde cuando tienes mascota? —Inquirió Urokodaki. Entrenaban seguido en su finca y jamás vio al animal.
—No es mi mascota.
Ambos cazadores se miraron con asombro y rareza. Algo les decía que debían retirarse en ese momento.
—Bien, nosotros nos iremos por hoy. Volveremos en unos días para ver como estas, si necesitas algo envía a tu cuervo. —Indico Urokodaki, solo recibieron un asentimiento. Parecía que el animal era más importante que ellos.
Se retiraron de la finca del fuego. En completa privacidad Shinjuro miro los agotados ojos de Ruka.
—¿Estas herida? —Solo recibió un maullido. Una débil pata se estiro para tocar su rostro. —Debes estar muy cansada, yo también lo estoy.
Se volvió a recostar en su futon teniendo cuidado con Ruka. El la acomodo en su pecho sin soltarla y cerró los ojos. El siguiente día lo sorprendió, a su lado Ruka se apoyaba sobre su pecho con una mano apoyada sobre su corazón. Era la primera vez que la sentía tan cercas, no se movió por dejarla descansar y respiro con calma. Todo había salido bien, Ruka era libre y la prueba de ello era la quemadura en su cuello señal de que su demonio había sido exorcizado al fin. Sin querer se quedó dormido con un brazo aferrado a ella.
Como habían dicho, Jigoro y Urokodaki volvieron a los días y lo primero que vieron al entrar sin tocar fue a una mujer durmiendo con su compañero, nada indecente pero la sorpresa fue más. Huyeron como los caballeros que eran y volvieron al día siguiente con la intención de conocerla.
—¿Dónde esta la mujer que vimos ayer? —Ambos miraban a Shinjuro, el gato negro estaba en sus brazos amasando sus brazos con sus patas y clavando sus uñas.
—Se las presentare en otra ocasión.
—La ocultas tres años y ni la presentas. —Reprocho Jigoro.