CAPITULO 16

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—Te dije que te curarías rápido. —Akimitsu fanfarroneo de sus habilidades. Shinjuro, para probar su estado estuvo practicando con su nichirint, y estaba mejor que nunca.

Se había curado a una rapidez anormal tanto que el mismo se cuestionó sobre qué le había echo. En todo momento se sintió intranquilo, no lo podía comparar a la sensación de tener a un demonio cercas si no algo que lo mantenía en alerta a la espera de algo, un sentimiento confuso que solo conseguía causar estar vigilando a su alrededor. Cuando estaba en condiciones podía volver con los demás a la misión de evitar que los demonios escaparan del país, pero Akimitsu le ofreció quedarse con él, podía rechazar, pero decidió quedarse porque quería saber que le causaba esa intranquilidad. Y no quería ver a su padre.

Sin querer entablo una buena amistad con él.

Hasta que llego la noche donde entendió porque se sentía así. Regresaba de una cacería en el puerto y de camino a la casa de la playa sintió una sacudida en todo su cuerpo, una alerta de que se alejara, pero como todo cazador estaba entrenado para enfrentar esos sentimientos. Tomo su nichirint y corrió temiendo por Akimitsu, tan solo llegar a la puerta noto que el aun no llegaba entonces decidió guiarse por sus instintos. Como un camino siguió justo donde su cuerpo quería retroceder, paso por la playa hasta donde unas rocas se alzaban. Se detuvo en seco sin saber porque y al bajar la mirada hacia la arena vio papeles pequeños, eran sellos cuyo significado no entendía, iban hasta el mar y se alejaban por la arena rodeando las rocas. Su cuerpo evito pisarlos o moverlos, y al estar dentro del circulo un humo rojo le dio la bienvenida, parecía neblina, pero esta no se movía, era como pintura en el aire. Apretó su nichirint, pues donde estaban las rocas la neblina se intensificaba, hay algo lo esperaba.

La tierra se sacudió, y entonces escucho un horrible grito, inhumano, agudo y furioso. Entonces lo vio, donde las rocas chocaban con el mar había un espacio, una jaula de la naturaleza donde había un demonio de gran tamaño, su cuerpo era la mitad de un cuerpo que exhibía órganos mutilados, la parte superior carecía de cabeza y donde estaba un corte seco había un hueco negro de donde salían los gritos, se movía arrastrándose con gigantes brazos y se veía desesperado por ir más lejos de las rocas.

Eso no es un demonio Le advirtieron sus instintos. Pero cercas del mismo demonio estaba Akimitsu en el suelo.

Se preparó con la primera postura del fuego y se lanzó contra el demonio que le daba la espalda, sin embargo, no corto nada. Lo había golpeado, estaba seguro más nunca sintió fuerza. Cayo delante de Akimitsu y encaro al demonio viendo que no había echo ningún corte pese a que fue de frente.

—¡Ponte de pie Akimitsu! —Llamo sin quitar la mirada de enfrente. El demonio no los ataco e inesperadamente se quedó atento a él. —¡Akimitsu! —Volvió a llamar.

Repentinamente sintió a Akimitsu presionando su hombro y tirando del lejos, en ese momento el demonio reacciono persiguiéndolos. Shinjuro levanto a Akimitsu en su hombro y al ser más rápido logro salir de las rocas hasta pasar de los sellos en la arena. Al mirar atrás, las rocas estaban solitarias y la neblina había desaparecido.

—No tenías que haber visto eso. —Akimitsu estaba recostado en la arena respirando con dificultad. Shinjuro guardo su nichirint al no percibir peligro.

—¿Qué era eso? —Se agacho para levantar a Akimitsu.

—Los otros demonios. —Respondió con dificultad.

Shinjuro abrió los ojos de golpe, no llego a moverse por la falta de aire y se quedó contemplando el techo un momento. Basto con mover un poco la cabeza para ver a Kyojuro usándolo como almohada, cómodamente apoyaba su cabeza en su estómago y al estar atravesado apoyaba sus pies en Senjuro. Era imposible volver a dormir, se levantó y con cuidado se remplazó por una almohada para Kyojuro, se dirigió a la puerta y se sentó teniendo la vista en el patio. Un sonido en las almohadas lo hizo girar la cabeza, su cuervo salió de por debajo de la almohada de Senjuro y a brinquitos se dirigió a él. El ave iba a hablar cuando Shinjuro se dobló por un dolor en el abdomen.

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