CAPITULO 18

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—Y ya sabes que hacer, hazte el muerto.

—Muy gracioso, espero no encontrarme con un perro de casería nunca.

—Nunca digas nunca, y si te lo llegas a encontrar pues… ¿Corre?

La charla más absurda era su despedida.

—No sé cuándo vendré o siquiera si seguiré vivo, pero si voy a buscar a tu hermana y asegurarme que este bien. —Akimitsu asintió.

—Gracias. Me siento más tranquilo sabiendo que tu hablaras con Ruka, cuídala por mí, ¿Si?

Shinjuro asintió, esa era su forma de saldar la deuda que tenía con él. No hablaron sobre verse otra vez porque uno u otro moriría en su deber.

Los cazadores se retiraron de las costas a la desaparición de los demonios, ahora volverían a sus caserías normales, aunque las costas quedarían en constante vigía. Antes de volver a cualquier misión Shinjuro debía pasar a la finca del fuego a llevar respeto a su padre caído en combate, e intentar ayudar a su madre a sobrellevar su muerte.

—Te vas a caer, te vas a caer, ¡Entiende que te vas a caer! —El cuervo con amplio vocabulario perdió la paciencia en un ambiente de lo más tranquilo. Iba sobre el hombro de su cazador y vigilando al hijo del mismo que caminaba sobre el barandal del puente que cruzaban.

El clima era nublado y fresco, lo que permitía a Kyojuro andar sin sombrilla y subirse al barandal, se tambaleaba de vez en cuando pareciendo que caería al rio, pero seguía su camino porque estaba supervisado por su padre. El bosque al que se dirigían tenía una particular cantidad de arbustos y árboles, era difícil ver más allá de unos metros y el lugar era usado por un demonio que se camuflaba.

—Quédate aquí y no te muevas. —Kyojuro asintió, se quedó debajo de un frondoso árbol. Shinjuro le acomodo la bufanda en la cabeza por si llegaba a salir el sol.

—¡Ya vete! —Grito el ave al Pilar. Él se quedó en la rama de un árbol vigilando al pollo.
Una suave brisa llego junto al aire, el árbol cubría bien a Kyojuro a sí que no se mojaría. Kyojuro comenzó a mirar a su alrededor con curiosidad.

—¿Qué me vez? —Inquirió el cuervo cuando le sostuvo la mirada. Kyojuro desvió su atención al tronco donde se apoyaba y noto metros más arriba un ello donde se asomaban dos ardillas.

Shinjuro volvió rápido de su casería, encontró a Kyojuro justo donde lo dejo, pero peleando con ardillas. Tardo un momento en ver a las ardillas correr por debajo de la ropa de su hijo y corrió a ayudarlo, pero los animales se le subieron también. El cuervo se rio desde los arboles al ver como ambos rubios caían en el rio para quitarse a las ardillas

Un balsón de glicinas se encontraba cerca de ellos, se dirigieron a ella a paso rápido porque la brisa se volvió una tormenta. Kyojuro lo siguió de cercas al correr, el camino por el que pasaban mostraba desprendimiento de tierra.

—¡Suéltame! ¡A un puedo volar! —Shinjuro tuvo que raptar su ave dentro de su uniforme. Su cuervo ya no era joven para soportar esa clase de climas, podía con las corrientes de aire, pero no con la lluvia. —¡Esto es secuestro! ¡Le voy a decir al jefazo de esto! —Se quejó en todo camino, pero no lucho por salir del uniforme. —¡Auxilio! ¡Me tienen secuestrado!

—¡Es por tu bien, cerebro de gallina!

Empapados llegaron hasta la casa de glicinas. Kyojuro aplico la de sacudirse para secarse y quedo como una pelusa. Después de comer Kyojuro se tiro en el primer futon que vio, se puso en un extremo y se enrollo en el futon durmiéndose al instante. No era la posición más cómoda, pero prometía que con ella no despertaría en un largo tiempo. El cuervo gruñón se acomodó en una almohada, no podría irse hasta que la lluvia cesara.

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