Bianca Becker
Voy a resumirte mi fin de semana:Sí, hablé con Malcolm y Warren, pero fue poco con Warren porque me dijo que tenía cosas que hacer. En fin, hablando con Malcolm llegamos a planear otra cita, hoy.
Sé que me dirás: ¿Tú no estás castigada, muchacha? Bueno, lo estaba. Mi mamá es un poco loquita y pues, nos quitó el castigo.
Gracias, Dios por esa madre que me diste.
Bueno, gracias a Cleo pude verificar si las ecuaciones que hice estaban bien. Inventé un merienda con poco azúcar artificial, es sólo leche, pan, miel y frutas, todo revuelto, lo sé, suena asqueroso, pero no lo es. Y la verdad nada más, andar conectada en redes y perdiendo mi tiempo viendo por el balcón de mi habitación.
Ahora, estoy quitándole mis galletas saladas a Warren. Él es una cabeza más alto que yo, entonces tiene mis galletas en su mano con su brazo levantado. Yo me pongo de puntitas, pero aún así no alcanzo.
—¡Damelas! —le ordeno. Él sólo ríe de mis intentos fallidos de arrebatarle las galletas.
—Tengo que verificar si no tienen azúcar —ríe, mirándome con una pequeña diversión. Tienen algo diferente, pero yo estoy con toda mi atención en las galletas.
—Pero ahí dice que son integrales —le cuestiono cuando dejé salar y señalé la bolsa de galletas.
—Me atrapaste —confiesa, riendo. Me quedo estática—, es que me gusta ver como intentas tomar la bolsa cuando es obvio que no puedes —baja su brazo.
Me sentí ofendida con su comentario, de nuevo.
—Mmh —musito, cruzando los brazo.
En el tiempo que Warren ríe de mi rostro, le arrebató la bolsa de galletas de forma rápida y corro hacia el salón. Eso se llama técnica.
Él me llama por «Bianchi», pero lo ignoro y sigo corriendo hacia el salón. Quizás hayan estudiantes mirándome feo. Llego al salón, chocando en la puerta con Ramiro.
—También te extrañé, pero tampoco es para que te me tires encima —comenta con gracia. Creo que... No, solo son pensamientos míos.
—Disculpa, pero es que vengo escapando de alguien —explico mi repentina aparición.
De repente, Ramiro me abraza y me pega contra su cuerpo. Me recuerda a esos abrazos del 3er año, cálidos...
—¿De quién? ¿Te protejo? —pregunta rápidamente, mirando hacia ambos lados.
Ramiro siempre es muy protector con sus amigas, me imagino que es por el incidente de su hermana y vive con ese trauma. Aunque con sus amigos no hace eso porque ellos son hombre, al igual Ramiro no es machista.
Conmigo es diferente, siempre ha sido diferente.
—No te preocupes, es sólo un juego —digo, despegándome de él.
Miro a mi izquierda y ahí viene Warren, un poco cansado.
—¿Por qué no corriste así el viernes? —pregunta él, al recuperar su aliento.
—No sé —me encojo de brazos.
—¿De él escapabas? —interviene Ramiro con su pregunta, mientras analiza a Warren con la mirada.
—Sí —respondo—. Warren; te presento a Ramiro, uno de mis mejores amigos —señalo a Ramiro—, y Ramiro te presento a Warren, mi... —¿Mi qué? ¿Amigo? ¿Colita?
—Conocido, espero pronto amigo —completa Warren por mí.
Ramiro vuelve a analizarlo de pies a cabeza a Warren con su cara seria de costumbre. Es como si estuviera buscándole algo de malo.
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Por Amor a las Gomitas © #1
Teen Fiction¿El primer amor es el que te llamó la atención primero o el que te hizo sentir cosas primero? Dificil pregunta, ¿no? Y más cuando eres una adolescente de casi 16 años, que se la pasa llenando su cuerpo de azúcar. Bianca, 15 años, Géminis y fanática...