°20. Por Amor a las Gomitas

93 26 2
                                    

Warren Eyesid

Nota mental: No volver a juntar crema de maní con tequila, nunca más en lo que me quede de vida.

Fue muy mala idea curar lar penas con alcohol, pero también fue una buen idea; Bianca vino a mi casa, se preocupó y ahora está obligándome a tomar un té.

-Bebelo -exige, acercando la taza a mi boca.

-Está caliente -chillo, cruzándome de brazos cual niño chiquito.

-¡Warren José! -exclama con su entrecejo fruncido.

-Ese no es mi segundo nombre -refuto.

-¿Cuál es? -inquiere entre un poco confundida y enojada.

-No tengo -confieso.

Es verdad, mamá y papá nunca se mataron por conseguirme un segundo nombre y me dejaron así. Eso nunca ha sido un problema para mí. Siempre hago que la gente adivine mi segundo nombre para al final decirle que no tengo.

-Warren Eyesid Jackson -estiro mi mano hacia ella.

Bianca duda un poco, luego extiende su mano libre y las estrechamos.

-Bianca De Jesús Becker Corona -confiesa.

Río un poco.

-¿De Jesús?

-Sí, consecuencias de tener una abuela religiosa y un padre con mamitis.

Asiento varias veces.

Una punzada azota mi estómago y me arqueo un poco con mis manos sobre mi abdomen. Tendré que tomarte ese té de una vez.

-No te hagas el loco y bebelo -ordena.

Resignado, tomo la taza por el aza y la acerco a mi nariz para olfatearlo. Huele a agua. Todo el humo de la taza entró por mis fosas nasales recibiendo una sensación de calorcito dentro de mí.

Soplo un poco y tomo un traguito. Me quemo un poco pero al final me lo bebo rápido. No es mi culpa tener una mamá enfermera que cada vez que estornude así sea por polvo, te de algún tipo de remedio.

-Yo no podría haberme tomado todo eso tan rápido -declara Bianca, tomando la taza ya vacía.

-Ya estoy acostumbrado -me encojo de hombros.

Siento todo ese liquido aún caliente en mis jugos gástricos.

El sonido de un trueno anuncia la llegada de la lluvia que poco a poco fue chocando con el vidrio de mi ventana.

Me estremezco y no gracias a el dolor de mi estómago sino por la sensación extraña que me causa el sonido de los truenos y la lluvia.

Bianca toma mi mano y la apreta, mandando pequeños hilos de seguridad a mi cuerpo. Ella es tan diferente que me hace bien.

-No te preocupes, me quedaré contigo hasta que la lluvia pasé.

Bianca sonríe, contagiando mi sonrisa. Entrelaza nuestros dedos y desde ahí no escucho más el sonido de la lluvia.

-¿Y si la lluvia para mañana? -imito su pregunta.

-Mañana me voy -ella imita mi respuesta.

Sonrío.

-Lo siguiente en las indicaciones es que te duermas -informa.

-Si te acuestas a mi lado, quizá me duerma -menciono cerrando mis ojos y esbozando una sonrisa.

Por Amor a las Gomitas © #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora