CAPÍTULO VEINTE.

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A medida que los días transcurrían, las cosas mejoraban, pero Harry tenía más miedo del que nunca tuvo.

Miedo de sus sentimientos, miedo de como éstos crecían al pasar los minutos. Cada vez que veía a Louis su pecho entraba en un divino calor, cada vez que Louis lo besaba todo se sentía tan correcto. Pero también estaba Nancy, ella le había llamado todos los días como prometió hacerlo. Incontables veces Harry abrió la boca para confesar, sólo no pudo.

Ahora, se dirigía al aeropuerto a recoger a su novia. Esta vez estaba dispuesto a hablar y hacerle frente a sus problemas. Ya no quería ver la decepción en los ojos de Louis cada vez que preguntaba si Nancy y él habían terminado.

Le gustaba Louis, quería a Louis, estaba enamorado de Louis.  Se quedaría con Louis sin importar qué. Pero no solo estaba dañando a Nancy, sino también a Louis. Y justamente a sí mismo.

Nancy lo esperaba sentada en una banca cuando Harry aparcó en la calle. La chica tomó su maleta y abrió la puerta de la furgoneta con una sonrisa.

—Te extrañé. — dijo abrazándose al cuello de Harry y plantando un estruendoso beso en su mejilla.

—También te extrañé. —murmuró Harry. —¿Nos vamos? Tengo que pasar al supermercado a comprar lo de la semana.

—¡Si, claro! —se veía mucho más feliz que de costumbre. Harry arrancó y se unió a la fila de tráfico.

—¿Cómo está tu madre? —preguntó viendo por el retrovisor.

—Oh, ella está bien. Aún sigue recuperándose. —contestó.

Se quedaron en silencio, sin nada que decir, como dos completos desconocidos. Cuando lograron salir de la fila de tráfico Harry condujo directo al supermercado. En su mente iba ideando un plan y escogiendo las palabras correctas para enfrentar a Nancy.

Aparcó en el estacionamiento e hizo una seña a Nancy para que lo acompañara. Juntos entraron en un incómodo silencio anormal, se dirigieron a la sección de frutas verdes.

—Entonces... —Nancy pesó una manzana con su mano. —¿Qué hiciste mientras yo no estuve?

Harry fingió concentrarse en las uvas y vio de reojo a la chica.

—Nada importante. —mintió. Porque todo lo que hizo con Louis fue importante, cada segundo a su lado era tan valioso como el oro. Cada beso y cada caricia que compartieron, todo eso era importante.

—Ya veo. —murmuró agarrando a Harry del antebrazo y viéndolo de frente. —Te compré algo.

—¿Ah, si? —Harry sonrió un poco.

—Ten. —sacó una cadena plateada de su bolsillo y la dejó en la palma de la mano de Harry. —Es un collar de promesa. —dijo con un liviano brillo en sus ojos.

Harry la miró con sorpresa y culpabilidad. Dudó un momento en decirle pero ya era demasiado, no iba a permitir que el tiempo corriera junto con él por ser un cobarde. Era ahora o nunca.

Suspiró y tomó aire como si éste fuese el valor que necesitaba.

—No puedo aceptarlo. — dijo con decisión. —Yo he cometido muchos errores durante un buen tiempo, no es correcto para ti. Nancy enserio lo lamento.

Ella lo vio con confusión, la chispa en sus ojos se esfumó lentamente.

—¿De qué hablas? Ambos hemos cometido errores, dijiste que estábamos bien. Esto. —señaló el collar. —Es una prueba de lo mucho que te quiero. —lo abrazó y se puso de puntillas para besar sus labios.

Harry no se alejó hasta que un carraspeo llamó su atención y los hizo alejarse. Las mejillas del rizado ardieron de vergüenza y lamento al ver a Louis frente a ellos. No pudo verlo a la cara, no fue capaz.

Colapso. [Larry Stylinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora