CAPÍTULO CINCO.

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Atardecía junto al mar. Los rayos del sol se reflejaban en el agua y el choque de las olas era suave, la brisa mecía los cabellos rizados de Harry y su camisa abierta le hacía cosquillas en su torso descubierto.

Marcó una última vez el número de Nancy, le había hecho tres llamadas y la esperanza a que contestara era nula.

—¿Hola? —la voz al otro lado de la línea sonaba tensa.

¿Qué hacia Landon con el teléfono de Nancy?

—¿Puedo hablar con Nancy? Por favor.—pidió Harry.

—Lo siento Harry. —la  voz al otro lado sonaba odiosa. —Nancy no se encuentra en este momento.

—¿Le... le podrías decir que me llame? —agarró un puño de arena y lo lanzó. Había estado toda la tarde sentado en la playa tirando puños de arena viendo la puesta de sol.

¿De qué le servía estar allí sin Nancy? No tenía noticias de ella y no sabía cuándo regresaría, estaba considerando regresar a su hogar y pasar las vacaciones con su familia. Pero claro que también entendía que Nancy no estaba en posición para estar allí con él cuando su madre estaba en el hospital.

—No hace falta. Regresamos está noche. —un suspiro se escuchó. Harry sonrió apenas, feliz. ¿Verdad?

—Eso es bueno. —murmuró. Landon ya había cortado la llamada, Harry emitió un grito de cólera, ese chico era un estúpido idiota.

Dentro de todo el silencio se escuchó el escape de una moto. De seguro era el idiota de William.

El rizado cerró los ojos y se acostó en la arena, los dedos de sus pies descalzos estaban llenos de arena y le producía cosquillas. ¡Dios! Debería estar feliz, Nancy regresaba. Pero... ¿por qué se sentía como una carga? Pensaba en lidiar con ella y lo aburrido que a veces resultaba, pero le agradaba al mismo tiempo. Estaba acostumbrado.

Su mente era un completo caos. Tanto que pensar. Tanto por decir y al final no llegaba a nada. Sólo quería tomarse unas verdaderas vacaciones lejos de todo lo que conocía, muy pero muy lejos donde nadie lo conociera. Sólo él y la soledad.

—Catherine Elizabeth. —la voz de William se hizo escuchar rompiendo el silencio de las olas. Harry abrió los ojos y lo vio parado al  lado suyo.

—David Bowie. —el rizado volvió a cerrar los ojos.

—¿Por qué el apodo? —quiso saber William.

—Pregúntale a tu peinado. —contestó. La suave risa de William hizo que abriera los ojos.

—Me halaga señorita Pierson.

Harry rodó los ojos con diversión y se sentó para jugar con la arena.

—Louis. —dijo viendo al frente. La puesta de sol, justo en su punto. —Me gusta tu nombre.

—Para ti soy William. —el ojiazul se sentó a la par de Harry, le dio una mirada fugaz y una sonrisa ladina apareció en su fino rostro.

—Es una lástima. No me gusta William.—quería probar que tan verdaderas eran las palabras de Fizzy.

—William es a quien todos conocen. Y Louis es alguien libre y no todos lo pueden ver. — sonaba intenso.  Volvió la cabeza hacia Harry y su mirada recorrió su torso desnudo. —Aún me sigo preguntando qué fue lo que Nancy vio en ti. No eres atractivo.

—Bueno. —Harry sonrió. —A tu amigo le gusto. Y también a Nancy.

—A Liam le gusta todo lo que se mueve. No te creas tan importante. Y a Nancy le gustan los idiotas.

Colapso. [Larry Stylinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora