Capítulo Dos.

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Takemichi acababa de despertar en un cuarto completamente blanco, asustado y algo perdido. Sin embargo, una enorme sonrisa apareció en sus labios, pensando: "Seguro papá volvió por mí, y ahora estamos en nuestra nueva casa". Se levantó rápidamente de la cama, notando que llevaba una camisa blanca enorme y suelta que apenas le permitía ver sus pies. Corrió hacia la puerta, saliendo de aquella blanca habitación.

Caminaba despacio por el pasillo en busca de su padre, convencido de que volvería y que tendría que disculparse por dudar de él.

Se detuvo al escuchar una voz enojada y se acercó con cuidado. Vio al hombre peliazul de antes, visiblemente molesto mientras hablaba por teléfono.

¿Qué mierda, Inui? El mocoso lleva desde ayer inconsciente. El maldito doctor no dijo que despertaría en unas horas - Takemichi vio cómo tomó una lámpara al escuchar la respuesta de Inui y la arrojó lejos - ¿¡Qué mierda se supone que haga si se muere aquí!?

¿Desde ayer?... - Su padre jamás volvió por él. Eso no podía ser verdad. - ¡Mi padre no volvió!

Gritó Takemichi, ganándose la mirada del peliazul. El menor empezó a llorar.

—¿Me mintió?... - Takemichi se sentó en el frío suelo mientras abrazaba sus piernas.

—Te llamo después, ya se despertó - el hombre colgó la llamada y se acercó al niño, que se veía tan lastimado - Escucha, mocoso. No es mi culpa que la basura que tienes por padre se haya largado y te haya abandonado. Así que deja de llorar, me estás hartando.

—Él dijo que era importante... Jamás me dijo algo así. Yo... Creí que él volvería por mí. ¿Por qué se fue como mamá?

No lo sé, ve a dormir - Taiju tomó al niño del brazo y lo llevó a aquel cuarto, dejándolo en la cama - Mañana pensaré qué hacer contigo, y deja de llorar. Te ves patético. Yo tampoco tengo padres, y no estoy llorando.

Takemichi solo lloró con más fuerza. Taiju, ya harto del llanto del menor, salió de allí azotando la puerta. Takemichi se acostó en la cama y cerró los ojos; esa cama era demasiado suave y en menos de diez minutos ya estaba en el mundo de los sueños.

Taiju estaba en su habitación pensando qué hacer con el mocoso. No podía negar que era muy tierno desde que lo vio con aquella ropa que parecía de Minions. Después de leer la biblia, se fue a dormir.

Al día siguiente, Takemichi se despertó muy temprano y tenía hambre; su estómago empezaba a doler. No había comido nada desde el día anterior por la mañana. Se levantó con mucho cuidado y salió de esa habitación en busca de comida. Le tomó un tiempo encontrar la cocina, pero cuando la encontró, se sorprendió al ver la cantidad de comida que había. Abrió el refrigerador y encontró un jugo, pero al sacarlo, se le derramó encima, causando un gran escándalo al golpear el piso. Takemichi se asustó al escuchar unas pisadas ruidosas y se paralizó del miedo en el suelo.

¿¡Qué demonios estás haciendo!? - Takemichi se asustó el doble al escuchar ese grito - Eres estúpido. ¿Planeas destruir mi cocina o qué demonios te pasa?

—L-lo siento, y-yo solo tenía hambre - Takemichi levantó la cabeza, viendo al más alto.

—¿¡No podías llamarme!? - Taiju alzó al chico para que no se lastimara con todos los cristales en el suelo, lo sentó en el mesón y empezó a limpiar - Ya eres una molestia. Si no te comportas, te voy a lanzar por la ventana.

—¡Lo siento! Yo solo no quiero ser una molestia para nadie. ¡Mi padre siempre, que le decía que tenía hambre, se enojaba y decía que era una molestia! No quería serlo para usted. Por favor, acepte mis disculpas.

Voy a molestarme más y te diré cosas horribles si no me dices qué quieres, ¿entendido?.

¡Sí! - Takemichi cerró sus ojos y aguantó la respiración mientras sus mejillas se inflaban.

—¿Ahora qué carajos haces?

Dijo que si lloro, soy patético. Así que no voy a llorar más - Takemichi lo vio con ojos brillantes - Quiero ser fuerte como usted, para proteger a los demás.

Taiju se puso un poco nervioso. Jamás esperó que el pequeño pelinegro dijera algo así. Sintió sus mejillas algo calientes, así que solo continuó con lo que hacía.

Vete a ver televisión o yo qué sé. Te llevaré algo de comer después - Taiju bajó al menor del mesón y le quitó la camisa sucia de jugo, poniéndole la que él llevaba puesta.

Señor Taiju, ¿se siente bien? - el mayor solo lo vio confundido - Es que su cara está muy roja.

Lárgate a ver televisión o voy a patearte hasta el baño - Takemichi solo soltó una pequeña risa y salió hacia la sala, sentándose en el sofá mientras buscaba el control.

Cayó del sofá al no querer pararse a cogerlo de la pequeña mesa que estaba al frente. Taiju solo suspiró al ver cómo el pequeño, en vez de llorar, soltó una risa y se puso de pie mientras tomaba el control. Estaba acostumbrado a su hermano llorón y tímido, pero este niño parecía todo lo contrario. No era tímido y parecía tan tonto y feliz; Taiju no entendía cómo podía sonreír después de todas las mierdas que había pasado. Le preparó un cereal y se lo dio. No sabía qué basura estaba viendo en su televisor, pero decidió dejarlo pasar solo por esta vez; total, ese mocoso no pasaría de hoy en su casa, ¿verdad?

Mocoso, apresúrate. Tengo que darte un baño; apestas a jugo de manzana - Takemichi se apresuró a terminar rápido su cereal.

—¡Ya estoy listo para tomar un baño!

-¿Siempre eres tan ruidoso? - Taiju caminó hacia el baño con el pequeño siguiéndolo como un patito. Ignorando la presencia del mocoso, sacó su celular y llamó a Inui, ordenándole que le consiguiera ropa al mocoso.

Llenó la bañera de agua y metió al pequeño sin ropa, viéndolo jugar con el agua mientras él le lavaba el cabello. El baño duró alrededor de diez minutos. Envuelto en una toalla, lo sacó del baño y lo sentó en el sofá mientras secaba su cabello. Inui, llegó minutos después con varias bolsas, viendo a su jefe secando el cabello del mocoso mientras este solo se reía por cómo el secador movía sus cabellos de un lado a otro.

-Señor, no sabía qué le quedaría al niño así que traje varias tallas. ¿Necesita ayuda o quiere que me retire?

-Hola~ - saludó Takemichi moviendo su mano, saludando al chico de la quemadura en el rostro. Aquel chico lo miró un momento y le dedicó una pequeña sonrisa. Takemichi se alegró al ver al chico sonreír.

-Quédate quieto, maldita sea - Taiju vio a Inui - ¿Qué esperas? Lárgate.

El chico, justo como llegó, se fue. Takemichi se quedó viendo las bolsas, las cuales estaban puestas en el sillón. Taiju apagó el secador y bajó al niño del sofá.

-Toma algo y cámbiate - Takemichi asintió y regó todo el contenido de las bolsas, empezando por la ropa interior. Se puso un bóxer negro, a Takemichi le gustó el dibujo del cerdito que tenía en el borde. Continuó por los pantalones, encontrando unos cortos sueltos de color café. Se los puso como pudo y se acercó a Taiju porque no podía abotonar el pantalón. Taiju, al verlo frente a él, le preguntó qué le pasaba. Vio al pequeño señalar el botón de su pantalón y lo ayudó a abrocharlo, ganándose una sonrisa del pequeño. Takemichi volvió al desastre de ropa que dejó en el piso y se puso una camisa de mangas cortas color blanco con detalles rojos, y por último, un abrigo verde sobre la camisa. Taiju estaba sorprendido por dos cosas: el mal gusto que tenía el menor y la capacidad que tenía para vestirse solo.

Lo sentó en el sofá y tomó unas medias blancas cortas poniéndoselas junto a unos zapatos blancos, atando sus cordones.

-Ni se te ocurra ensuciarte. Vamos a salir, ¿entendiste?

-Umm... Takemichi será un niño muy responsable y limpio.

Taiju solo le encendió el televisor al niño una vez más y se fue a bañar, para llevar al niño a la bodega y empezar a buscar al bastardo que tenía por padre el mocoso. ¿Quién se atrevía a dejar a su hijo en un lugar como esa bodega? Ese hombre no merecía vivir. Ni siquiera él haría algo tan cruel como abandonar a un mocoso tan tonto como ese.

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