Joshua Hong odia las cosas del amor, y sobre todo, los novios. Su madre desea que tenga una pareja para que así sea feliz y deje de ser tan antipático, así que decide "alquilar" a un chico con una preciosa sonrisa, Lee Seokmin, para que sea el novio...
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Seokmin sabía que su hermana iba a morir, lo tenía claro desde hace meses pero eso no hacía las cosas más fáciles.
Soltó un suspiro mientras salía del cuarto luego de que Seola se quedara dormida, frotando sus ojos debido al cansancio. Llevaba más de un día sin dormir debido a la preocupación que sentía en ese momento, y sacó su móvil con poca batería, viendo los mensajes de Wonwoo y Jun.
Ninguno de Joshua.
¿Y qué esperaba? Si Joshua apenas sabía algo de su vida privada.
Se sentó en una silla, bostezando, sintiendo su estómago gruñir por el hambre, y cerró sus ojos un momento.
—Terminarás con un dolor de espalda horrible, Seokmin.
Levantó la vista bruscamente, encontrándose con la aburrida mirada de Joshua que le tendía un sándwich y un jugo.
Sus labios temblaron.
—¿Quién te lo dijo? —preguntó en voz baja.
Joshua se encogió de hombros.
—Tengo mis contactos —se limitó a decir sin agregar algo más, sentándose al lado de Seokmin—. Anda, come, tienes una cara horrible.
Tan encantador como siempre.
Pero aun así Seokmin tomó el sándwich en sus manos, comenzando a comer sin pensarlo un poco. Iba a darle las gracias a Joshua, sin embargo, el pelinegro de pronto lo tomó de los hombros y los recostó a su lado.
Lo miró con sorpresa, aunque Joshua miraba fijamente hacia delante.
—Tu hermana está enferma —le dijo Joshua tranquilo.
El primer pensamiento de Seokmin fue mentir, pero sabía que no llegaría a ningún lugar.
—Cáncer pulmonar —respondió mordiendo su labio inferior.
El agarre de Joshua se apretó.
—¿Por qué no me lo dijiste, Seokmin? —le preguntó con todo herido, mirándolo a los ojos.
Seokmin se estremeció, notando el dolor en sus ojos, sin poder entender porque reaccionaba de esa forma. Porque lucía preocupado.
—Yo... —balbuceó Seokmin—, tú... y yo no somos... nada, Joshua...
El sentimiento cambió en los ojos del pelinegro: ya no había dolor, sino molestia difícil de disimular.
—Soy tu novio —espetó sin soltarlo—. Te lo he dicho mil veces, Lee Seokmin. Soy tu maldito novio y merezco saber esto.
Seokmin tembló.
—Ah... —Seokmin ocultó su rostro contra el pecho de Joshua—, lo siento, ciervito, pero esto es... es realmente un tema delicado, yo no... —Seokmin de pronto rompió a llorar—. Si lo hablo, se hace más... más real...
Joshua soltó un suspiro, acercándolo, su mente todavía pensando en el descubrimiento que hizo horas atrás, en el hecho de que realmente no sabía quién era Seokmin, de dónde había salido, por qué estaba fingiendo ser su novio. Quería preguntarle, sacarle toda la información que pudiera, pero no lo haría porque Seokmin estaba atravesando por un momento difícil y no quería agregarle más peso a sus hombros.
No quería que Seokmin se derrumbara, porque eso lo destrozaría a él.
—Te llevaré a casa, bebé —murmuró Joshua acariciándole el cabello. Seokmin pareció protestar, pero lo miró con seriedad—. No has dormido y tienes que descansar un poco. Si tengo que llevarte a la fuerza, lo haré.
Derrotado, Seokmin asintió y se puso de pie, tomándole la mano, agarrándolo del brazo.
Joshua lo miró.
—Quédate conmigo —jadeó Seokmin antes de arrepentirse—. Esta noche quédate a mi lado.
Joshua asintió en silencio.
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