Joshua Hong odia las cosas del amor, y sobre todo, los novios. Su madre desea que tenga una pareja para que así sea feliz y deje de ser tan antipático, así que decide "alquilar" a un chico con una preciosa sonrisa, Lee Seokmin, para que sea el novio...
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—Lo siento.
Joshua se enderezó en su asiento, mirando hacia el doctor que estaba hablando con Seokmin.
El chico estaba de pie frente al hombre, con la boca temblando.
—No se pudo hacer nada.
Joshua dejó el café que sostenía a un lado, poniéndose de pie, caminando hacia Seokmin que parecía a punto de derrumbarse, de quebrarse frente a él.
—Lee Seola falleció de un ataque al corazón.
—No...
La voz de Seokmin era como un gimoteo lleno de dolor, como el aullido de un animal herido, pidiendo que alguien lo agarrara, lo sostuviera en sus brazos.
—Lo lamentamos.
El doctor se retiró con la enfermera, dejando a la pareja solos.
Seokmin rompió a llorar a gritos y Joshua lo tuvo que sostener en sus brazos, atrayéndolo a su pecho mientras el mundo parecía desmoronarse alrededor de ellos.
El llanto de Seokmin rompía el corazón de Joshua por completo, pero aun así lo atrajo contra sí, besándole el cabello, acariciándole la nuca.
—Está bien, Minnie, estoy contigo —le murmuró en voz baja, por sobre el desgarrador llanto de Seokmin, cerrando sus ojos.
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Seokmin llevaba acostado en la cama dos días, saliendo sólo para ir al baño y comer lo que le cocinaba Joshua.
El peliazul suspiró, agotado, entrando al cuarto. Las cortinas estaban puestas, haciendo que el lugar se viera más deprimente y horrible que nunca.
Observó la cama con Seokmin encima, dándole la espalda, acurrucado bajo las mantas, y pensó en la vez que hicieron el amor allí mismo.
—Minnie —le murmuró sentándose al borde de la cama, acariciándole el hombro—, hay que ir al funeral de Seola noona.
Los hombros de Seokmin se sacudieron con el llanto, pero no se movió.
Se quedó un momento en silencio, dejando que el chico sollozara todo lo que quisiera.
—Vamos, Seokminie, a ella no le gustaría verte así —susurró con la voz temblando.
Seokmin lloró con más fuerza.
—Quiero.... Es-estar... solo... —balbuceó Seokmin entre lágrimas, moviéndose levemente para que Joshua dejara de tocarlo.
Joshua mordió su labio inferior, sin ponerse de pie.
—Minnie...
—¡No! —gritó Seokmin con la voz destrozada—. ¡No... no lo en-entiendes! —el chico salió por debajo de las mantas, revelando su pálido rostro, sus mejillas encharcadas por las lágrimas—. ¡Solo! ¡Déjame solo, Joshua!
El peliazul se puso de pie, sintiendo la paciencia agotándose, pero trató de controlarse para no sonar frío y duro.
—Estaré en el comedor —le dijo girándose.
Seokmin gimió.
—¡Vete! ¡Vete, Joshua! —el aludido se quedó quieto—. ¡¿Sabes qué día es hoy?! ¡Hoy se cumplen los seis meses, Joshua! ¡Fuera de mi vida! —rompió a llorar otra vez—. No sirvió de nada... Seola murió igual...
—¿De qué hablas? —la voz de Joshua era helada.
—De esta farsa —sollozó Seokmin—, de todo esto. Necesitaba dinero para el tratamiento de Seola, pero no sirvió... Venderme no sirvió...
Joshua se giró, pálido, roto.
—¿Mi mamá...?
—¡Dijo que le pagaría las quimioterapias si fingía ser tu maldito novio, pero no sirvió de nada, Sola se fue y me quedé solo!
Joshua retrocedió, sintiendo su garganta apretada, sus ojos escociendo.
—Seokmin...
—¡No quiero verte, déjame solo, maldita sea!
Joshua obedeció.
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