SUFRIMIENTO Y DESESPERACIÓN (Parte 1)

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Días después, Hermione se levantó temprano y sintió nauseas nuevamente. Pensó que sería por no haber comido prácticamente nada el día anterior. De modo que fue al Gran Comedor. Aún no había nadie allí y tuvo que esperar a que llegaran todos para que sirvieran el desayuno. Al poco rato llegaron sus amigos. Los chicos se sentaron alejados de ella. No se sentían a gusto haciendo esto, pero no sabían si su amiga aún deseaba estar sola. Ella no se molestó en acercarse, solo comió algunos postres. Se levantó y salió. Se dirigió al invernadero y allí esperó a que el resto de los estudiantes llegaran. De pronto sintió un calor en todo el cuerpo, sentía que se iba a desmayar, su corazón empezó a latir de prisa y su respiración era muy agitada. Se sentó en uno de los bancos y apoyó la cabeza sobre la mesa. Así permaneció varios minutos hasta que se le pasó. De pronto, un pensamiento le cruzó por la mente, haciéndola presa de temor:

¡"No puede ser, no puede ser, no puede ser"! —Se repitió muchas veces, no quería ni siquiera imaginarlo, pero ahora no salía de su cabeza esa idea.

No tenía otra opción. Tenía que salir de dudas. De modo que cuando terminó la clase de Herbología, se fue inmediatamente a Enfermería. Ella se había hecho muy amiga de la sra. Pomfrey, de modo que la buscó y le informó de sus temores. La mujer la miró con cara de preocupación y le dijo:

—Pronto lo sabremos, mi niña. Espera unos minutos.

La mujer se llevó una muestra de saliva que Hermione dejo en un recipiente. A los pocos minutos, llegó con el resultado de la prueba. Hermione la miraba con cara de desesperación. La mujer le dijo:

—Lo siento, mi niña. Es positivo.

Hermione se llevó las manos a su rostro y de sus ojos rodaron dos gruesas lágrimas. Se sentó al borde de una silla y dijo:

—¡¿Ahora qué voy a hacer?!

La Sra. Pomfrey se acercó y le dijo:

—Decírselo al padre. Ese niño no fue concebido por ti solamente.

—¡No puedo! ¡Estoy sola en esto!

—Pero debes decírselo. El padre tiene derecho a saberlo.

—¡Ud. no tiene idea de quién es! ¡Jamás lo querrá! —dijo esto, mientras lloraba desesperadamente.

La sra. Pomfrey trato de calmarla, pero ella salió corriendo de allí y se encerró en el baño. Ya no volvió a clases ese día. Al rato, se fue al dormitorio y allí permaneció durante todo el día.

Harry y Ron se preguntaban dónde estaría Hermione. No la vieron en la clase que tuvieron después de Herbología. Pasaron los momentos que tenían libres entre cada clase buscándola. Sabían que no estaba con Draco, ya que lo vieron reunido con sus amigos al final de cada clase. Deseaban que llegara el final de toda la jornada para buscarla en otros sitios donde no habían tenido tiempo de ir.

Cuando terminó la última clase, todos los estudiantes salieron. Harry y Ron comenzaron por la biblioteca. Fueron a todos lados, incluso a la Sala de Menesteres, pero no había señal de ella. Decidieron ir a la Sala Común y le pidieron a Ginny que la buscara en el dormitorio de chicas. Ginny entró y en unos segundos le dijo que estaba dormida. Los chicos se sintieron aliviados de que estuviera allí, pero estaban muy preocupados. Sabían que algo andaba mal, pero no habían podido hablar con ella. El hecho de ausentarse de clases y estar durmiendo a esas horas, era señal de que estaba pasando por un momento muy difícil. Ellos querían ayudarla, pero al no saber nada, no podían proceder. Aunque de algo estaban seguros los dos. Draco era el causante del sufrimiento de su amiga. El saberlo, pero no tener la confirmación, los hacía sentir impotencia e ira al mismo tiempo. No les quedo otra opción que subir a su dormitorio y esperar que al día siguiente pudieran hablar con la chica.

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