INTERNO

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Cuatro años sufriendo, hundido en un pozo que yo mismo cavé.

Encadenado a unos grilletes que yo mismo me puse.

Con el hilo rojo atado al cuello.

Siempre he creído que el amor es un salto de fe, y muchas veces saltamos al vacío sin pensarlo por jurar que la persona por quien lo hacemos, vale la vida entera.

No está mal, pero, no sabemos si esa persona saltaría contigo, o si solo nos vería caer hasta que no quede nada de nosotros.

Concluyó este viaje de esta manera tan simple, tan sencilla, porque, me había lamentado tantísimo tiempo por la manera en que sucedieron las cosas. Perdí mucho, pero aprendí el doble.

Quienes conocen mi historia de cerca, saben lo estupido que he sido, lo mucho que he lastimado a otras personas en mi proceso de marcharme o quedarme. No sentía que ninguna de las dos decisiones me hiciera sentir mejor, me hiciera mejorar, NADA. No lograba nada.

Dicen que confiemos en el tiempo y, bueno, él tenía razón en todo. Con calma curaría todo, y si yo quería, saldría más pronto de este tormento.

Tanta era mi desesperación dentro de este bucle, que, muchas veces terminé odiándome frente al espejo, por tener tantas ojeras, por no dormir, por tener los pulmones llenos de humo, y el hígado procesando todo el licor de la noche anterior. Así, durante tantos años. Me odié por ganar tanto peso, por comer a causa de la ansiedad.

Y esa maldita perra, que la bastarda no me dejaba conciliar el sueño ni dejar mi mente tranquila.

Varias sesiones con mi psicóloga me ayudaron a sanar poco a poco, a usar lo que me hacía daño para ser más inteligente. Más fuerte.

Todo poco a poco comenzó a colocarse en su lugar, no me di cuenta.

De repente, dejaba de pensar en ella, y cuando me preguntaban por ella, solo podía decir que esperaba que estuviera bien, que sea feliz lo que no pudo cuando estábamos juntos.

Comencé a dormir mejor, a disfrutar más de mí. Porque era una tortura lidiar conmigo, con mis pensamientos. Esa es mi penitencia por no saber estar solo, estar atado a mí por la eternidad.

Pero ahora estoy feliz con ese castigo.

Esto es INTERNO.

El fin de un ciclo eterno de tristeza, miedos, frustración, desesperación y ansiedad. Con esto me despido de esos años para ir con la mente más fría, más cruda, más real, pero llena de amor aún por dar, tanto al mundo como a mis páginas.

El fin de un comienzo.

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