Capítulo 6

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Agustina aún no sabía lo que ese caso sería para su carrera, lo llevaba como a cualquier otro, porque ella se apasionaba con todos, pero ese en particular la atraía por el hecho de que se trataran de casi unas niñas y aquello le revolvía las entrañas, no entendía cómo alguien podría drenar así a unas pibas y eso que ella era una forra, pero en eso no se podía asumir esa clase de posición.

Ahí estaba, en Chacarita, en pleno centro de la ciudad, se trataba de un cementerio público y aun así sabía lo que eso representaba para la familia de Carla, la crisis que atravesaba la Argentina, no era ajena ni para los muertos. Después de todo se trataba de un país en el que la pobreza alcanzaba casi 40% de la población.

La mayoría de la gente optaba por la cremación, pero en el caso de Carla eso no podría ser, no cuando se trataba de un asesinato, el problema es que la gente no tenía dinero para contratar los servicios funerarios, sabía que muchos en el barrio de Carla habían hecho una colecta y aun así era mucho dinero.

Agustina habría querido aportar, pero no era bueno involucrarse así en un caso, ya era bastante raro que se apareciera en el entierro, aunque estaba perfectamente justificado, ya que bien podría ir su asesino, le gustaba observar la gente que iba e investigarlos después, sobre todo en ese caso en el que no se contaba con nada.

Había incluso menos que en el caso Paula, porque aunque las entrevistas con sus amigas habían sido desestimadas, por lo menos le permitieron ahondar en el vehículo, saber que había un hombre involucrado. Aunque con el caso Paula no iban mejor, las placas no habían llevado a nada, tan sólo eran falsas y habían muchos vehículos así no sólo en Buenos Aires, sino en toda la Argentina.

Una vez terminó el servicio regresó a su oficina, no era como que tuviera que cumplir un horario, ni tampoco era como si no, habían casos en los cuales un policía tenía que estar más por fuera que adentro y sin embargo a su jefe aquello no le pareció, le dijo que tenía que avisarle, que habían cosas allí que requerían su atención, que no todo era ese caso y que habían otros que requerían su esmero.

Ella sabía todo eso, pero le parecía desproporcionada la reacción de Santamaría, por lo que lo miró atónita mientras le hablaba, él aseveraba que estaba así porque había ocurrido un homicidio múltiple y le faltaba personal, aunque muy en el fondo y sin que Agustina lo sospechara era su ausencia en sí lo que lo ponía tan alterado. Así que le pidió al menos estar al tanto del celular para no tener que pedir personal de otras estaciones.

Santamaría era un lobo viejo, de esos que más sabían por la experiencia que por la edad en sí misma, bordeaba los 45 años, pero había visto muchas cosas en su carrera, tenía un rango de Mayor, pero su carrera era basta, sobre todo porque él era policía antes de serlo, su padre siempre había estado involucrado en con el tema de imputar cargos, era fiscal y uno bastante bueno, así que se esperaba siempre mucho de Santamaría, además por los nexos con los que se codeaba, aunque Agustina, ni casi nadie sabían mucho de su dichosa vida personal, si no era un secreto que a menudo aparecía en las revistas con altos mandos de la política del país y también de las fuerzas militares.

Era quisquilloso con su trabajo, de hecho muchos le rehuían al departamento desde que él era el jefe de la unidad, solían decir que era difícil acceder a sus estándares y más aún mantenerse, ni siquiera entendía bien como Manuel Accardi se mantenía, cuando no hacía mucho, pero ese era uno de los tantos misterios que lo rodeaban.

Poco o nada se sabía de ese hombre, por eso le sorprendió tanto que Guido conociera a su novia y más aún que hubieran rumores de una presunta infidelidad en la relación por parte de su novia hacía él, dado que a menudo el hombre era hermético, lo que Agustina no sabía es que si esos hechos eran conocidos por sus compañeros, era sólo porque él así lo quería, no había nada en su vida sin que él estuviera detrás y le convenía que supieran de Estela, sobre todo de su supuesta infidelidad.

EL JARDÍN DE LOS TULIPANESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora